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INTELIGENCIA ARTIFICIAL

El ChatGPT 'mata' al Rincón del Vago: ¿hay que prohibir el uso de la inteligencia artificial en las aulas?

Estudiantes esperan antes de entrar para comenzar las pruebas de acceso a la universidad el pasado mes de junio en la Facultad de Ciencias da Información de la Universidade de Santiago.

A finales de noviembre de 2022, ChatGPT se coló en nuestras vidas dando un importante salto de calidad para la inteligencia artificial. De la noche a la mañana y tras su lanzamiento por parte de la empresa OpenAI —fundada en 2015 por, entre otros, Elon Musk—, este chatbot o bot conversacional se convirtió en trending topic en redes sociales pero también en los medios de comunicación ya que era capaz de crear textos originales, coherentes y de gran extensión. Basado en el modelo de lenguaje por Inteligencia Artificial GPT-3, la clave de su éxito radica, entre otros motivos, en la velocidad y la exactitud de sus contestaciones automáticas, diferentes para cada usuario.

"ChatGPT da la respuesta que podían dar a una persona, mientras que hasta ahora los chatbots eran más limitados y daban respuestas que procedían de una máquinas", explica Lucía Ortiz de Zárate, investigadora en Ética y Gobernanza de la Inteligencia Artificial en la Universidad Autónoma de Madrid. Josep Curto Díaz, experto en inteligencia artificial y profesor de los Estudios de Informática, Multimedia y Telecomunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) también apunta que permite "generar contenido en múltiples dominios, es decir, que las respuestas no están prefijadas" y que "se ha mejorado el proceso conversacional". 

Desde su lanzamiento, mucho se ha escrito sobre ChatGPT y todos los frentes que abre: desde que sustituirá al todopoderoso buscador de Google hasta que puede acabar con el periodismo. Sin embargo, puede haber iniciado un problema con un impacto mucho más inmediato: ¿pueden usar los estudiantes este chatbot para que le hagan los trabajos? Desde luego que sí, sobre todo porque una de las páginas más populares entre los alumnos es desde principios de los 2000 el Rincón del Vago, una web con textos, estudios, apuntes académicos o ensayos para ser reutilizados por otros. 

Por ello, algunas instituciones educativas han tomado ya cartas en el asunto. El grupo de las ocho principales universidades de Australia, conocidas como Group of Eight, ya ha sorprendido a estudiantes usando la inteligencia artificial para sus trabajos por lo que ha anunciado a principios de este mes de enero que volverán a los exámenes de papel y bolígrafo, un paso atrás después de todo lo avanzado tras la digitalización express provocada por la pandemia. "El uso de inteligencia de esta manera socava la integridad académica y es un problema importante que enfrentan todas las instituciones de educación y capacitación, a nivel nacional e internacional", explican desde la University of New South Wales en Sídney a The Guardian

Además, en dos distritos escolares de EEUU han dado un paso más al prohibir el uso de ChatGPT en los centros públicos para evitar las picarescas. En el caso de Los Ángeles, tomaron la decisión pocos días después del lanzamiento de esta herramienta: "Hemos bloqueado de manera preventiva el acceso al sitio web en todas las redes y dispositivos del distrito para proteger la honestidad académica mientras se realiza una evaluación de riesgo/beneficio". 

En Nueva York, tomaron una decisión similar a principios de enero porque aunque este chatbot "proporcionar respuestas rápidas y fáciles a las preguntas" impide el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas, que son esenciales para el éxito académico y de por vida". No obstante, la portavoz del Departamento de Educación de la ciudad, Jenna Lyle, no aclaró a preguntas de The Washington Post si los estudiantes podrían usar la herramienta cuando no estén conectados a Internet de su escuela.

¿Y en España? Desde el Ministerio de Educación y Formación Profesional confirman a infoLibre que están estudiando el uso de ChatGPT en las aulas a través del Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y Formación del Profesorado (INTEF), pero que por el momento no hay medidas concretas. Por su parte, desde el Ministerio de Universidades afirman que el tema no se ha tratado aún porque es prematuro y falta ver el impacto real. 

¿Se debe prohibir?

La pregunta ya está encima de la mesa de los expertos en inteligencia artificial: ¿se debería prohibir o controlar el uso de ChatGPT en las aulas? En EEUU, los expertos consultados por The Washington Post consideran que restringir esta tecnología es "miope" ya que los estudiantes encontrarán fórmulas para usar esta herramienta. 

En la misma línea se manifiesta Ortiz de Zárate: "Prohibirlos es muy difícil porque el profesor no puede ver qué usan en sus casas. No creo que esto debe ir de prohibir, si no, quizás, de sancionar su uso en los códigos éticos de la universidades y que, por ejemplo, si se detecta que se usa, suspender al alumno". 

Opinión similar mantiene Curto Díaz: "Es una acción en vano puesto que no van a tener mecanismos de detección y, por lo tanto, seguirán teniendo el mismo problema". Para este experto, "necesitamos adaptarnos rápidamente a la nueva situación desde múltiples ópticas: reglamento, diseño del aprendizaje, competencias, mecanismos de detección de copia". "La creación de buenas prácticas, código de uso, transparencia y ciertos aspectos regulatorios serán necesarios. Aunque esto no será suficiente sin cambiar procesos de trabajo internos", sostiene. 

Andrea Padrón Villalba, profesora ayudante en el área de Derecho Mercantil de la Universidad de La Laguna y experta en la influencia de las nuevas tecnologías en la normativa, tampoco se muestra partidaria de una prohibición: "No me parece necesaria, es una decisión que busca más ser una forma de posicionarse que una medida efectiva. En mi caso esto no solucionaría nada, puesto que trabajos que requieran una mayor reflexión y calma los envío para hacer en casa donde, evidentemente, no podemos hacer nada para limitar su uso". Esta docente no apuesta por "legislar en sentido estricto con una norma del Parlamento estatal o autonómico" si no por "incluir una referencia en los reglamentos de buenas prácticas o en la normativa interna de las universidades". 

¿Qué opina ChatGPT de su prohibición en las aulas?

Desde la propia compañía dueña de ChatGPT han intentado tranquilizar al sector educativo tras el anuncio del distrito escolar de Nueva York. Según publica The Washington Post, OpenAI aseguró que no quieren que los alumnos usen su herramienta con "fines engañosos" por lo que "estamos desarrollando mitigaciones para ayudar a cualquiera a identificar el texto generado por ese sistema" y que esperan "trabajar con los educadores en soluciones útiles y otras formas de ayudar a los maestros y estudiantes a beneficiarse de la inteligencia artificial". "Van a añadir un sistema de marca de agua para identificar contenidos generados por su sistema", explica Curto Díaz. 

¿Y qué opina el propio ChatGPT? Preguntado por el tema por infoLibre, esta herramienta ha dado la siguiente respuesta: "La decisión de utilizar o no ChatGPT en la educación depende de varios factores y debe ser considerada por las instituciones educativas y las autoridades correspondientes". Según detalla, su uso o el de otros modelos de lenguaje de inteligencia artificial pueden tener "beneficios en la educación" como la eficiencia en la enseñanza o el acceso a información precisa y actualizada, pero también "hay preocupaciones" relacionadas con "la privacidad y la seguridad de los datos" y "la ética de la automatización de la enseñanza". 

Los profesores, solos frente a ChatGPT

¿Y qué remedios tienen actualmente en las aulas para evitar un mal uso de la herramienta? "Ahora es el momento de sentarse a discutir e implementar buenas prácticas y conductas antes de que parezca que todo es válido", afirma Curto Díaz. 

Padrón Villalba escribió esta misma semana un artículo en un artículo suyo en el blog en Universídad sobre la aparición de ChatGPT supone el fin de los ensayos. "Todos aquellos que solicitamos ensayos de reflexión tendremos que darle una vuelta a la manera de enfocar los temas para que sea necesario que los estudiantes no puedan utilizar textos generales", explica por correo electrónico a infoLibre. "En cualquier caso, sinceramente no me preocupa tanto que esto vaya a suponer que tenga que estar más pendiente por el peligro de que me puedan engañar, sino que los estudiantes se acostumbren a generar sus textos de esta manera", reconoce.

Para Ortiz de Zárate, la solución para enfrentarse a esta nueva inteligencia artificial pasa por cambiar los métodos de evaluación y "sobre qué queremos que aprendan nuestros alumnos": "Mientras lo aprenda, a mí me da igual cómo. En la universidad, aspiramos a una revisión crítica y estas cuestiones son más difíciles de realizar para ChatGPT". Esta investigadora también propone poner esta herramienta "de pago": "¿pero a cuánto?". Lo cierto es que la compañía ha anunciado que está trabajando en una versión de pago y, por ello, ha distribuido ya unos formularios entre los usuarios para poder sondear cuál sería el umbral de dinero que estarían dispuestos a abonar. 

Respuestas en segundos y sin la ayuda de los detectores de plagio

Todo este debate se plantea porque ChatGPT juega en una liga superior a Rincón del Vago. Por un lado, ofrece respuestas en segundos a casi cualquier cuestión. Además, según explica OpenAI a The Guardian, con su formato de conversación este chat puede "responder preguntas de seguimiento, admitir sus errores, desafiar premisas incorrectas y rechazar solicitudes inapropiadas" y también realizar reformulaciones, resúmenes y ampliaciones de los textos que produce.

Y, por otro, es prácticamente indetectable a los ojos de los hasta ahora infalibles detectores de plagio. "El plagio existe desde hace mucho tiempo y los estudiantes han ido incorporando tecnología progresivamente aunque estén vetadas. Las inteligencias artificiales generativas van a ser otra herramienta a su disposición en este juego del gato y del ratón", sostiene Curto Díaz. Estos softwares antiplagio, según explica Ortiz de Zárate, buscan "repeticiones": "Busca si alguna de las palabras o frases están colgadas en un repositorio de otras universidades o en Internet. Pero, si ChatGPT crea un texto único, no hay nada con qué compararlo". 

Según explicó en un artículo en London Review of Books el profesor de salud informática en la University College de Londres, Paul Taylor, el algoritmo de ChatGPT "responde de forma diferente a cada interacción", siendo además "coherente, integral y va al grano, algo que los estudiantes a menudo no logran hacer": "Los verificadores de plagio no sirven y el próximo año tendremos que establecer un tipo diferente de examen o llevar a los estudiantes a una sala de examen y privarlos del acceso a Internet. Supongo que también tendremos que pensar de manera diferente sobre las tareas escritas". "En estos momentos no existe mecanismos escalables y fiables detectar el plagio generado por este tipo de sistema", argumenta Curto Díaz al tiempo que apunta que "es posible que en los próximos meses existan algunas soluciones". 

Si los detectores de plagio no sirven, ¿cómo van a saber los profesores si los estudiantes usan ChatGPT para sus deberes? "Realmente no sería un plagio, porque es una creación original, aunque sería una práctica poco ética", matiza Ortiz de Zárate que también señala que sólo se podría identificar "entre alumnos" si "diese la misma respuesta a la misma pregunta, es decir, si tuviese un fallo". 

"En todas las universidades de nuestro país ya se regula que los trabajos deben ser producción propia de los alumnos. No creo que haya una laguna por no especificar todas y cada una de las posibilidades", recuerda Padrón Villalba. "El docente se encuentra en estos momentos en una posición complicada ante esta tecnología disruptiva que afecta al proceso de aprendizaje de los alumnos. Qué interés podría tener un alumno a leer un libro y sintetizarlo si un sistema le devuelve el resumen hecho", defiende Curto Díaz. 

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No obstante, los problemas para los docentes no se acaban con ChatGPT. Es probable que con GPT-4 llegue una nueva versión de esta herramienta, la inteligencia artificial de la compañía basada en GPT-3 y que se utiliza específicamente para mantener conversaciones con humanos. 

Por ello, algunos profesores se han subido al carro de los beneficios de esta tecnología. "Si bien queda claro que hay problemas múltiples como que el contenido sea correcto, el impacto en el proceso de aprendizaje y las capacidades adquiridas, la capacidad de detectar plagio, la protección de derechos intelectuales,… El siguiente paso es discutir qué hacer con la tecnología que ha llegado para quedarse", explica Curto Díaz. Por ejemplo, el profesor de educación primaria Stewart Brown publicó un tuit en el que destacó que ChatGPT puede reducir el volumen de trabajo de los docentes.

"Para alumnos y profesores, los chatbots son muy útiles", sostiene Ortiz de Zárate que destaca que los estudiantes pueden usarla "como el buscador de Google, puede servir como una fuente de información, que permita hacer búsquedas más refinadas" mientras que los docentes pueden beneficiarse para "disminuir la carga de trabajo repetitiva y ganar tiempo para tareas más creativas". Para Curto Díaz, "el profesorado requerirá no sólo ser un buen comunicador, experto en metodologías de aprendizaje y el dominio de la materia del curso, curador de contenido,… sino que debe conocer y dominar todas las tecnologías que van a permitir generar procesos de aprendizaje. Mucho por aprender y redefinir".

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