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En la muerte de Juan Genovés

En la muerte de Juan Genovés

Las tristezas colectivas y las muertes numerosas no diluyen la verdad de los sentimientos particulares y las despedidas propias. Toda despedida es única. Se nos ha muerto Juan Genovés, un protagonista decisivo en la cultura española del antifranquismo y la democracia. Yo lo conocí en Praga, en el año 1983, en un congreso internacional sobre la cultura de la Paz en el que participó el Partido Comunista de España. Gracias a Rafael Alberti y Marcos Ana, me invitaron a formar parte de la delegación española. Tuve la oportunidad de conocer también a Juan Antonio Bardem y a Armando López Salinas.

Junto a su compromiso político, yo admiraba su pintura. He valorado siempre que su crónica de la realidad, su manera de reivindicar la figuración y trabajar el realismo, fuese al mismo tiempo una apuesta por la pintura. Pintar a la gente, denunciar el miedo, la caída, la persecución, fijarse en los abrigos, en los brazos en alto y las carreras, suponía un modo de indagar en el movimiento de la materia, las tensiones del color, las posibilidades de las distintas perspectivas y dimensiones. A veces nos daba cuerpos de tamaño natural y otras veces eran pequeños puntos humamos vistos desde la altura en medio de una plaza o formando parte de un círculo. Creo que el asunto fundamental de su pintura fue el movimiento de la historia y la vida, es decir, el ser humano.

La brocha gorda es mal asunto a la hora de recordar porque cada historia está llena de matices. Su magisterio era decisivo para los jóvenes de izquierdas que no queríamos confundir el arte político con el panfleto. No olvidar la indagación artística en medio de la crónica era una lección para los que intentábamos alejarnos del culturalismo elitista y la abstracción experimental. El realismo podía no ser un campo adocenado que renunciase al lirismo en nombre de la consigna. La llamada del cartel no limita una imagen posible elaborada en una obra de arte.

Creo que la simpatía generosa con la que me trató desde aquel encuentro de 1983 en Praga se debió a la complicidad con la que hablamos entonces de la realidad vista allí. Sentíamos distancia ante una dictadura inaceptable. El PCE que se había convertido en aglutinador de la lucha contra las represiones del franquismo no podía confundirse con un mundo estalinista. Del mismo modo que el arte comprometido no debía caer en la falta de independencia y en el panfleto sin indagación estética, el sueño de la justicia social no podía cancelar las libertades.

Piden libertad porque ya no consiguen que el pueblo grite ¡vivan las cadenas!

Piden libertad porque ya no consiguen que el pueblo grite ¡vivan las cadenas!

Y en esa conciencia de libertad y compromiso, de creatividad y testimonio, se mantuvo durante años su trabajo como pintor y su actitud como persona. No faltó nunca su presencia en cualquier actividad relacionada con los movimientos contra la guerra y la defensa de los valores de la izquierda y la justicia social. Para mí fue un maestro con el que contar en la calle. La firmeza de sus ideas sociales se relacionó siempre con el respeto a los valores de la democracia. Pudieron comprobarlo los primeros lectores y socios de este periódico, infoLibre, ya que el apoyo de Juan Genovés se hizo presente desde el primer momento.

Su cuadro más famoso, El abrazo, se ha convertido en un símbolo de la Transición española y la reconciliaciónEl abrazo. Se equivoca quien lo confunde con la blandenguería o el sentimentalismo que apuesta por la desmemoria del todos somos y fuimos iguales. En El abrazo está presente el movimiento de los presos políticos perseguidos, la salida de la cárcel de los que eran puestos en libertad y buscaban los brazos de sus camaradas de lucha. Pero está presente también la necesidad de los acuerdos en una realidad o en un país difícil. Nadie tiene derecho a considerarlo como propiedad privada.

La libertad resulta imposible si no nace en un ámbito de convivencia. Por eso me ha resultado significativo que su muerte coincida con la grotesca imagen de unas personas de extrema derecha moviendo cacerolas y pidiendo libertad en un barrio de ricos madrileños. ¿De qué libertad hablan? Desde luego no de la misma libertad por la que pintó y luchó a abrazo partido Juan Genovés.abrazo partido

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