La AUME cumple 20 años

Jorge Bravo (FMD)

La transición de un milenio a otro suele evocar en las sociedades un sentido dual de final y principio, marcando tanto el fin de una era como el inicio de otra. Este período se caracteriza por la convergencia de emociones como el temor y la incertidumbre, junto con la esperanza y la renovación, propiciando la reflexión y la búsqueda de soluciones a los desafíos prevalentes. Es plausible que este sentir, como ocurre al resto de la población, haya permeado a los militares al comienzo del milenio actual, cuya situación laboral y social demandaba una transformación. Así, algunos de ellos se movilizaron para impulsar cambios, bajo la premisa de que la transformación social no es un fenómeno espontáneo, sino el resultado de acciones deliberadas. Este impulso por generar cambios en la búsqueda de soluciones fue precisamente lo que caracterizó la actuación de un grupo de militares al inicio del nuevo milenio.

Ante la persistente narrativa heredada del período anterior, que presenta a las Fuerzas Armadas del año 2000 como una organización moderna y avanzada, alejada de las connotaciones negativas asociadas a décadas previas, un grupo de militares consideró imperativo provocar un cambio sustancial. Este cambio se materializaría mediante la introducción de principios democráticos en la estructura y funcionamiento de la organización; las Fuerzas Armadas continuaban anquilosadas desde el pasado más aciago, porque algunos de los cambios propiciados en el período anterior habían servido para no cambiar nada.

El 12 de abril del año 2005 se registró en el ministerio del Interior la primera asociación de militares en activo, que aglutinaba a componentes de todas las escalas y de los tres ejércitos: AUME (Asociación Unificada de Militares Españoles). Todo ello a pesar de la gran limitación que existía en las Fuerzas Armadas para hacerlo.

Tras el periodo de la “Transición” española, se trasladó la percepción, interesada, de que las reformas emprendidas por el entonces ministro de Defensa Narcís Serra, durante el primer gobierno del PSOE, habían consolidado la transición democrática en las Fuerzas Armadas. Las medidas iniciales, adoptadas durante la Transición, se centraron en la separación de los militares de la esfera política, la reducción de conflictos y la prevención de acciones contra el gobierno. Posteriormente, se profundizó mediante la disminución de la autonomía militar y la transformación profesional, objetivos que se desarrollaron a través de una intensa actividad legislativa. Como resultado de este proceso, se logró establecer un control civil sobre las Fuerzas Armadas, ejercido a través de los poderes del Estado, y se adaptó la carrera profesional a las nuevas estructuras surgidas de los cambios implementados.

Sin embargo, en el transcurso de este proceso se relegó a un segundo plano el componente humano, esencial, de las Fuerzas Armadas: el militar en su dimensión individual, laboral y ciudadana.

El marco normativo que regía los ámbitos profesionales y de derechos de los militares con anterioridad a la Constitución de 1978 se articulaba, fundamentalmente, a través de leyes de régimen profesional promulgadas en décadas precedentes y, en lo concerniente a derechos y obligaciones, mediante la Ley 85/1978, de 28 de diciembre, de Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas. Esta última disposición, publicada un día antes de la entrada en vigor de la Constitución, experimentó una tramitación paralela a la de la Carta Magna, lo que constituye una singularidad. Dicha circunstancia confiere a las Reales Ordenanzas una aparente impronta de constitucionalidad, a pesar de su entrada en vigor previa a la promulgación de la Constitución. No obstante, las Reales Ordenanzas contenían preceptos que vulneraban disposiciones constitucionales relativas a las libertades fundamentales.

Limitaciones y prohibiciones sobre derechos fundamentales como la libertad de expresión, la libertad de reunión o la libertad personal, entre otros, han estado patentes hasta el año 2011 que, con la promulgación de la Ley Orgánica 9/2011, de 27 de julio, de derechos y deberes de los miembros de las Fuerzas Armadas, han sido regulados, en parte, derogando preceptos de las Reales Ordenanzas.

Entre las nuevas regulaciones se encontraba el derecho fundamental de reunión y asociación, extendiéndose así a los militares, después de más de treinta años de Constitución. Esto era seis años después de que la AUME ya hiciera efectivo ese derecho, hasta entonces restringido al militar. 

La asociación ha enfrentado numerosos desafíos, como la resistencia de algunos sectores a reconocer el derecho de los militares a asociarse y la necesidad de seguir luchando por la plena igualdad de derechos y oportunidades

El surgimiento de la AUME se enmarca en un contexto de transición democrática en España, entonces no finalizado, donde la necesidad de modernizar las Fuerzas Armadas y adaptarlas a los nuevos tiempos era evidente. Los militares aspiraban a tener voz y representación para defender sus derechos laborales, sociales y profesionales, después de décadas de obligado silencio.  

La AUME se constituyó, tras un largo proceso de reivindicaciones, lucha y persecución, con la participación de militares de diferentes escalas y procedencias. Sus objetivos fundacionales: la defensa de los derechos e intereses profesionales, económicos y sociales de los militares españoles, la promoción de la igualdad de oportunidades y la no discriminación en el ámbito militar, el fomento de la participación de los militares en la toma de decisiones que les afectan y el impulso de la modernización y profesionalización de las Fuerzas Armadas. 

Desde su creación, la AUME ha desempeñado un papel activo en obtener el reconocimiento y la representatividad del movimiento asociativo militar, para tener voz en el ámbito profesional, también en la defensa de los derechos con importantes avances en participación en los órganos de representación, en conciliación de la vida laboral y familiar, en la mejora de las condiciones retributivas y en el reconocimiento de derechos laborales.  

Sin embargo, la asociación también ha enfrentado numerosos desafíos, como la resistencia de algunos sectores a reconocer el derecho de los militares a asociarse y la necesidad de seguir luchando por la plena igualdad de derechos y oportunidades.  

La AUME ha contribuido significativamente a la consolidación de un modelo de Fuerzas Armadas modernas y democráticas en España, donde los militares tienen voz y representación. Su labor ha sido fundamental para promover una cultura de respeto y diálogo en el ámbito militar. La asociación se ha convertido en un referente para otras asociaciones militares y tiene su proyección en Europa, formando parte de la Organización Europea de Asociaciones y Sindicatos Militares (EUROMIL).  

El inicio del asociacionismo militar por la AUME representó un paso fundamental en la defensa de los derechos de los militares españoles y en la construcción de unas Fuerzas Armadas más modernas y democráticas. Su legado perdura en la actualidad, y su labor sigue siendo esencial para garantizar que los militares tengan voz y representación en la sociedad española.  

La AUME representa un hito crucial en la historia del asociacionismo militar en España. Su fundación marcó un antes y un después en la defensa de los derechos e intereses de los miembros de las Fuerzas Armadas y, en un espacio donde aún existen resistencias nostálgicas, ha constituido una corriente democratizadora y de protección y reivindicación de los derechos de los militares como nunca había ocurrido.

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El blog del Foro Milicia y Democracia quiere ser un blog colectivo donde se planteen los temas de seguridad y defensa desde distintas perspectivas y abrirlos así a la participación y debate de los lectores. Está coordinado por Miguel López.

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9 de abril de 2025 - 20:49 h
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