Diego Rubio, el fichaje de Iván Redondo que ha conquistado al presidente

“Ha sabido ganarse la confianza del presidente, le prepara discursos, intervenciones y chequea con él la estrategia. En los últimos días se ha puesto a buscar perfiles más políticos y con colmillo con la excusa de que se quería ampliar el Gabinete. Ahora sabemos que ya conocía su nombramiento y era consciente de que tenía que cubrir sus carencias, pues su perfil es más académico”, explica una fuente del entorno de Moncloa. La sorpresa con que se ha despachado Pedro Sánchez al nombrar al treintañero Diego Rubio ha dejado atónitos a los distintos equipos de presidencia, y mucho más al partido. El único superviviente del equipo de Redondo ocupa ahora su lugar

The further backward you look, the further forward you can see’ (cuanto más atrás puedas mirar, más adelante verás). Estas palabras atribuidas a Churchill son el único tweet en X de Diego Rubio, el flamante nuevo jefe de Gabinete de Pedro Sánchez en sustitución de Óscar López, desde hoy ministro de Transformación Digital. Ya dice algo la elección de la cita y que se abriera cuenta para cotillear en la red social a finales del 2019, justo antes de que, a principios del 20, Iván Redondo le reclutase para abrirse una ventana al mundo académico, del que procedía Rubio sin sobresalir demasiado. Un perfil silencioso que ha mantenido también profesionalmente. Sin estridencias, guardándose de molestar a nadie mientras resultaba útil a Sánchez. Contaba también con la aprobación de Begoña Gómez, que, como él, trabajó en el Instituto de Empresa en la misma época.  

Desde que Redondo salió de Moncloa, Sánchez optó por crear compartimentos estancos, células independientes que reportan directamente con él. “El presidente no necesita un jefe de Gabinete, quiere controlar él mismo lo que ocurre ahí, y un perfil como el de Diego Rubio le resulta más conveniente que otros con más entidad”. A su alrededor ya tiene nombres relevantes como Antonio Hernando, actual director adjunto del Gabinete del presidente, mucho más político y con experiencia en múltiples fregados. También está Paco Salazar, que controla el partido desde el Gobierno. 

Ninguno de los dos habría resultado extraño en el puesto para el que ha designado a Diego Rubio, un desconocido en el PSOE y sin experiencia en fuegos político-mediáticos. Hay quien opina que Óscar López seguirá orbitando sobre los medios por encargo de Sánchez, aunque lo haga desde el ministerio. El salto de Rubio a un cargo tan próximo a Pedro Sánchez ha dejado boquiabiertos a los distintos equipos de Moncloa, ya que se le percibía como un tecnócrata, aunque desde que ganó entidad en la última legislatura, algunos ya habrían debido leer que iba ascendiendo en la escala de confianza presidencial. “Le dábamos poco recorrido porque su cargo en la Oficina de Prospectiva no le llevó a ningún lado. Pero el propio Sánchez le ha apadrinado”, dice una fuente próxima a Moncloa. 

Un perfil silencioso que ha mantenido también profesionalmente. Sin estridencias, guardándose de molestar a nadie mientras resultaba útil a Sánchez

Por mucho que rasques, su experiencia laboral era breve antes de aterrizar en presidencia. Licenciado en Historia por la Autónoma de Barcelona, hizo un año en la Escuela Normal Superior de Francia, otro en La Sorbona y un doctorado en Oxford. Un estupendo CV académico. Ejerció tres años de profesor de Historia Aplicada en el Instituto de Empresa y de ahí pasó al centro del poder político de España. Es fácil quemarse en el Gabinete de Presidencia, por muchas tablas que se tengan.

“Rubio sabe dónde están los límites. Controlará la vanidad, lo que pasó con Iván Redondo lo vivió de cerca. No se le subirá el poder a la cabeza”, apunta un asesor de Presidencia. Las intenciones del presidente solo él las conoce. Desde luego, no parece que Sánchez busque un Iván Redondo dos. Por lo pronto, el presidente ha querido formalizar la solvencia que le da a sus aportaciones. 

Los cambios, por supuesto, no acaban aquí. La próxima salida de Teresa Ribera del Ejecutivo tiene ya calentando a Manuel de la Rocha, secretario general de Asuntos Económicos y G-20 de Moncloa, el sherpa por excelencia de Sánchez. El que lleva en su cartera todo lo que necesita el presidente cuando va de Cumbres por el mundo, intermediario en el reparto de fondos europeos con la clase empresarial y enlace de las inversiones extranjeras en España. Ejecutor fiel de las decisiones del presidente, que espera que nada se interponga en su camino, como sucedió con la cartera de Economía, que se llevó otro sherpa de lujo, Carlos Cuerpo. Eso, en próximos capítulos. Hoy es el momento de Rubio.

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