Desde la tramoya
Al Comité Federal del PSOE
Compañeras y compañeros:
Frente al antecedente lamentable del último Comité Federal, el del domingo que viene debería ser pacífico y tranquilo. No están ayudando mucho esas inútiles arengas públicas por el no a Rajoy de unos y las también baldías amenazas disciplinarias de la gestora y de sus promotores andaluces. A mí, que soy un privilegiado militante de base, que no he formado nunca parte de ningún órgano del Partido Socialista, y que conozco bastante bien a muchos de los implicados, me resulta bochornoso asistir, ahora como espectador de segunda fila, a esta escenificación de división, que me parece completamente gratuita.
Me lo parece porque todo el mundo sabe lo que saldrá de la reunión del domingo: a menos que la sinrazón vuelva a hacer acto de presencia, de una u otra manera el resultado será que Rajoy podrá gobernar gracias al PSOE. Es gratuito amenazar a quienes quieren votar no en la investidura, porque cuanto más se les amenace, más se reforzarán en su posición, que cuenta con mucho apoyo de los militantes, de los votantes socialistas y de la opinión pública. No nos engañemos: todos los diputados y diputadas socialistas querrían votar no a Rajoy.no Es la posición tradicional de los socialistas. En ninguna investidura se ha producido abstención del PSOE frente al PP. El Partido Popular es el adversario ideológico de los socialistas desde hace medio siglo y lo sigue siendo.
Votar no, además, nos reconcilia con el amplio electorado progresistano, por el que compite nuestro verdadero enemigo electoral, que es Podemos. Votar no impide que Pablo Iglesias salga a rasgarse las vestiduras despotricando falazmente contra nosotros.
Pero, por supuesto, no podemos votar al unísono no y llevar a España a unas terceras elecciones. No sólo por responsabilidad, sino porque no podemos ir a una campaña en las condiciones actuales. Nos arrasarían. De manera que solo queda la opción menos mala: que Rajoy gobierne y los socialistas ejerzamos el lugar que ahora nos corresponde como segunda fuerza política: el liderazgo de la Oposición. Una Oposición dura contra el partido más corrupto de la democracia y el Gobierno formado por él.
Tan absurdo es plantear un no total del Grupo Parlamentario que llevaría inexorablemente a esas terceras elecciones (ya nadie con un poco de cabeza cree que sea posible un gobierno progresista con Podemos, que en realidad desea nuestra destrucción), como empeñarse en mantener una disciplina parlamentaria en la abstención. En consecuencia, la opción razonable es la que muchos hemos defendido en público y en privado desde las elecciones de diciembre del año pasado. Un no del Grupo Parlamentario Socialista. Porque no nos gusta el PP ni sus políticas. Porque creemos que España necesita una política progresista que proteja a los débiles y ponga límites a los poderosos. Porque nos repugna la corrupción que ese partido ha exhibido y su impúdica arrogancia.
Pero no podemos permitir que España siga sin gobierno y no queremos, por razones ideológicas y estratégicas, que a los españoles se les convoque por tercera vez a las urnas. Por eso once diputados del PSOE (o alguno menos si el PNV u otro partido actuaran también con algo de responsabilidad) deberían abstenerse. Lo más elegante sería que lo hicieran el portavoz (que podrá explicar su posición en la tribuna) y otros miembros de la dirección del Grupo. Mucho más chusco sería, si nos empeñamos en marcar las diferencias ridículas y letales entre los socialistas y los catalanes, que se abstuvieran unos cuantos andaluces. O que se abstuvieran los diputados imprescindibles al azar. O, no digamos, que se diera libertad de voto.
Yo no veo otra solución que esa abstención imprescindible y consensuada, que evite una nueva ruptura dentro del PSOE. Si la gestora del PSOE y los andaluces que la soportan ahora se empeñan en imponer una abstención general, quizá para hacer valer internamente su supuesto poderío, se tratará de obligar al PSOE a asumir una indicación que produce urticaria a la mayoría de los votantes socialistas y, más aún, a sus representantes en el Congreso. Es probable que ni siquiera todos hicieran caso. No me imagino a Pedro Sánchez o a los catalanes absteniéndose.
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Como en este PSOE nuestro ya casi cualquier cosa es posible, sin embargo, puede que el Comité Federal apruebe por empecinamiento la abstención de todos los diputados y diputadas. Cumpliremos así con la profecía errónea de Pablo Iglesias Turrión, que anunció hace más de un año que los socialistas se dividirían ante la decisión de apoyarle a él para la presidencia del Gobierno, o apoyar al PP. Iglesias se equivocó porque el sorpasso no se produjo, pero aún estamos a tiempo de regalárselo.
O podemos darle la razón también al presidente de nuestra gestora, Javier Fernández, y demostrar a toda España que lo único que nos queda a los socialistas es ya un solar.
Mucha suerte, compañera; mucha suerte, compañero.