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Cuatro mujeres frente a Trump

Alexandria Ocasio-Cortez representa aire fresco en un sistema político viciado tras la irrupción de Donald Trump. La mayoría de los medios de comunicación no saben cómo enfrentarse a un fenómeno tóxico. Al repetir, magnificar o ridiculizar cada frase, cada tuit, se logra el efecto contrario al situar su discurso en el centro del debate político. El presidente es el que marca la agenda. Sucede en España con Vox. No es fácil, y menos en estos tiempos en los que reina el impacto, no el contenido.

Ocasio-Cortes es la congresista más joven de la historia EEUU, una millennial de 29 años que maneja las redes sociales con maestría y emplea un lenguaje rompedor, poco frecuente en la acartonada política estadounidense. Entró en su despacho bailando para burlarse de las críticas republicanas, que la tienen en el centro de su inquina.

Vivimos en una dictadura gris y uniforme; cualquier atisbo de color resulta una amenaza. Sucede lo mismo con la risa, el humor.

La congresista más joven se ha defendido con habilidad de los ataques y no parece que la fama súbita se le haya subido a la cabeza. Su discurso estaría en la izquierda de la socialdemocracia europea, es decir radical para la media en EEUU. No solo defiende la sanidad pública universal –un anatema, sobre todo para el poderoso lobby de los seguros médicos–, también ataca a los causantes de la crisis de 2008, y de la que dicen que viene este año. Es la enemiga número uno de la extrema derecha y de Wall Street.

La derecha de su partido, el demócrata, espera que se modere en su contacto con el poder. Ha pasado un mes y no hay noticias de cambio. Su único peligro es la sobreexposición, que se queme.

Falta un año para el arranque oficial de las primarias de ambos partidos. De ellas saldrán los candidatos que se disputarán la presidencia el 3 de noviembre de 2020. Será la gran oportunidad de echar a Trump del Despacho Oval. No parece que Ocasio-Cortez esté en la tesitura de declararse precandidata. Tiene 29 años y todo el tiempo del mundo para madurar y crecer. Pero sus ideas, sí. Son las de los senadores Elisabeth Warren (que se presenta a las primarias) y Bernie Sanders.

Para vencer a Trump, los demócratas necesitan la cuadratura del círculo: llevar a las urnas a la izquierda (es un decir), la que no votó a Hillary, y robar el voto moderado republicano. Sanders será decisivo. Si no se presenta debería ayudar a movilizar el voto en favor del candidato para que no se repita lo ocurrido en 2017: sus seguidores prefirieron quedarse en casa antes que votar a Hillary.

En este largo proceso de caucuses y primarias van ser claves tres mujeres, además de Ocasio-Cortez: la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, que deberá marcar la estrategia de desgaste de Trump en espera del contenido del informe del fiscal especial Robert Mueller; la senadora por California Kamala Harris, que el lunes anunció su candidatura a la presidencia de EEUU, y la senadora por Massachusetts Elisabeth Warren, de la que el presidente de todos los norteamericanos, no solo de sus fieles, se mofa llamándola Pocahontas, lo que es un doble insulto: machista y racista.

Harris ha comenzado su andadura con propuestas progresistas, pero su récord como fiscala general de California es más bien conservador. Recuerden que la diferencia entre republicanos y demócratas, al menos hasta la llegada de Trump, es la misma que existe entre Coca-Cola y Pepsi-Cola. Sucede también en la Iglesia católica. Solo tiene conservadores y muy conservadores, más las excepciones, claro.

Veremos cómo evoluciona el año político, pero Kamala, así la llaman los suyos, es una precandidata de peso que podría llegar lejos en las primarias demócratas. Tiene más posibilidades que Warren, tal vez por su perfil centrista. Su mano dura ante el delito puede darle votos. Kamala es la más próxima a las tesis de Warren y de Ocasio-Cortez. La campaña contra ella está trufada de machismo.

Ya he escrito antes que un candidato demócrata muy potente sería el ex congresista por El Paso Berto O’Rourke, que estuvo muy cerca de derrotar en Texas al poderoso senador republicano Ted Cruz. Es cierto que no ganó, pero hay derrotas que sirven para construir una imagen nacional. Es su caso.

Para participar en las primarias es necesario tener mucho dinero detrás. Beto, como le llaman casi todos en EEUU, aún no ha dado el paso de presentarse a la presidencia, pero pocos dudan de que lo hará.

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De las tres mujeres mencionadas, cuatro con Ocasio-Cortez, la más importante es Pelosi. Su trabajo en estos dos años es debilitar a Donald Trump, desmontar su discurso ante la opinión pública –como lo está haciendo en la guerra por el muro y el cierre parcial del Gobierno–, mostrar sus contradicciones y dejar en el votante norteamericano una triple impresión: los demócratas son capaces, el cambio es posible y el presidente es un peligro para la democracia. Ella marca la estrategia contra el presidente: calma y argumentos, que el enfado lo ponga él.

Pelosi no despierta unanimidades entre los demócratas. Unos la acusan de autoritaria; otros la culpan de la pérdida del Congreso tras dos años de presidencia de Barack Obama por impulsar una agenda demasiado ambiciosa (con el Obama Care). En el fondo, el problema de Pelosi es el mismo que tienen Warren y Harris, y el que tuvo Hillary Clinton en la última campaña: mujeres inteligentes con poder dan miedo a los hombres tontos, tengan poder o no.

FIN

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