Reforma fiscal y el virtuosismo parlamentario Pilar Velasco
Un día 40-9, otro 3-33
En política es lógico intentar sacar rédito de algunos resultados, en concreto los beneficiosos, otra cosa es que nos lo creamos. También es costumbre ofrecer una lectura interesada; la que me viene a mí bien para mi proyecto. Por eso oímos con insistencia: la derrota de Sánchez en Galicia, la necesidad de que dimita, que es un voto contra la amnistía y que hay que retirarla. Pero lo cierto es que en Galicia, en todo caso, se han frustrado las expectativas e ilusiones (más o menos fundadas) de la izquierda para gobernar después de 15 años de administración del PP. Nadie hace unos meses podía presumir que unos días antes de las elecciones el eje de izquierdas pudiera siquiera pensar en tener la opción de alcanzar el gobierno, que era posible, que había partido como se suele afirmar cuando el resultado se presenta ajustado.
Hemos escuchado también frases redondas y muy gráficas del tipo: Feijóo 40, Sánchez 9, intentando fijar la idea de que Sánchez está acabado y el Partido Socialista se derrumba y tiende a desaparecer. Y la principal conclusión: Sánchez es perdedor frente a Feijóo, aunque gobierne Sánchez y Feijóo esté en la oposición. En definitiva, el deseo acariciado y soñado por el líder popular, hecho interpretación de los datos de Galicia.
Pero lo cierto es que, si una se acerca con rigor y amplía un poco el ángulo de mira, resulta que es fácil ver que los dos grandes partidos nacionales tienen dificultades cuando se presentan en un ámbito donde existe algún partido fuerte propio de carácter autonómico. En Galicia no hay un partido de derechas gallego diferente al PP, mientras que en el bloque de la izquierda sí. Además, la candidata del BNG lleva trabajando varias legislaturas en Galicia, tiene muy buena valoración y ha aglutinado el voto útil en el ámbito de la izquierda, mientras que el PSdeG siempre apareció como segunda opción.
Se trata de separar el polvo de la paja; de reconocer el oportunismo, legítimo, eso sí, o al menos al que nos acostumbran los partidos; de separarnos de la hiperbólica lectura de un hooligan de lunes por la mañana
Es correcto afirmar que el PP ha aguantado bien y que los resultados entre bloques son muy semejantes a los anteriores, de tal manera que la que conformó con la suma a sus diputados de las de Vox y Ciudadanos ha retrocedido 1,2 puntos. Por tanto, el equilibrio izquierda - derecha se ha movido poco, por no decir prácticamente nada, se trata de un diputado más para el bloque de la izquierda, en un ámbito en el que, a pesar de la ruptura del bipartidismo, el PP lleva 40 años sin bajar del 40%.
Se trata de separar el polvo de la paja; de reconocer el oportunismo, legítimo, eso sí, o al menos al que nos acostumbran los partidos; de separarnos de la hiperbólica lectura de un hooligan de lunes por la mañana, que en este caso queda resumida en el eslogan deportivo 40–9, porque es la misma que se podía haber realizado en las últimas elecciones al Parlamento de Cataluña, donde ambos partidos sí tienen opciones ideológicas en su ámbito y donde el Partido Socialista alcanzó los 33 escaños mientras el Partido Popular se quedó en 3, es decir un 33–3, en este caso a favor del Partido Socialista.
Nótese que en el caso de Galicia hay que multiplicar el resultado del PSOE por 4,4 para alcanzar al PP y en el caso de Cataluña hay que multiplicar por 11 el resultado del PP, y ello a pesar de que en ese ámbito los dos partidos nacionales tienen alternativas en su ámbito ideológico. De hecho, lo más parecido a la diferencia en Galicia es lo ocurrido en las últimas elecciones en la Comunidad Foral de Navarra, donde el Partido Socialista ganó al PP 11–3, y ello a pesar de que en ese territorio también existen alternativas ideológicas tanto en la derecha como en la izquierda, cosa que no sucede en Galicia.
Por tanto, felicitaciones al PP por conservar la mayoría absoluta en Galicia y reflexión en el PSOE para fortalecer, trabajar, creerse los ámbitos territoriales, los problemas propios, los liderazgos distintos y así dotar de estabilidad y capacidad de gestión a las personas que representan a sus siglas y que de otro modo caminarán hacia la irrelevancia. Lo de Podemos y Sumar lo dejo para otro día, por incapacidad de análisis seguramente y porque me duele la cabeza de tanto número y de tan poco resultado, siendo yo de letras.
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María José Landaburu Carracedo es Doctora en Derecho, experta en derecho laboral y autora del ensayo 'Derechos fundamentales, Estado social y trabajo autónomo'.
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