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Elecciones en Francia: la quiebra del Frente Republicano

La primera vuelta de las elecciones legislativas se acerca y las principales encuestadoras, Harris Interactive, Ifop, Elabe, Ipsos, Odoxa, OpinionWay y Cluster17 apuntan hacia una contundente victoria de Reagrupamiento Nacional con una mediana de 35,4% en las preferencias de voto, seguido por el Nuevo Frente Popular (NFP) con 28,1%, y Renaissance de Emmanuel Macron con 20,8%. Recordemos que para que en la primera vuelta se conozca el resultado tienen que suceder dos cosas: la primera, que la participación en la circunscripción supere el 25% y la segunda, que el candidato vencedor debe obtener la mayoría absoluta del voto emitido. Si esto no sucediera, se iría a una segunda vuelta a la que pasarían aquellos candidatos que hubieran obtenido el 12,5% del voto. Por tanto, con los datos de encuesta que existen, lo más probable es que la mayoría de las circunscripciones se jugara entre la extrema derecha y el Nuevo Frente Popular, dejando fuera a los candidatos macronistas. Si este fuera el caso, se abren varias interrogantes. La primera es ¿a quién darían su apoyo los electores de Ensemble? ¿mantendrán el Frente Republicano o votarán a la extrema derecha? 

Los resultados de las elecciones dibujan tres escenarios posibles, la cohabitación, el bloqueo institucional o la dimisión, y ninguna de ellas sería positiva para Francia. La cohabitación no es algo nuevo en Francia, sin embargo, en este caso tendría una peculiaridad que la haría diferente a las anteriores durante los mandatos del presidente Mitterrand (1981-1995) y Chirac (1995-2007). En este caso vivirán no dos de las fuerzas que impulsaron la quinta república, sino una fuerza política que, durante mucho tiempo, hasta 1986, fue una fuerza residual del sistema político francés y que, desde entonces, no ha parado de crecer entre el electorado rompiendo los nichos de clases populares blancas en los que se ubicaba a partir de 2017. Por tanto, si una cohabitación es complicada, aún lo sería más cuando una de las partes impugna parte del sistema. Esto, sin duda, hará más complicada la gobernabilidad del país. 

Sea cual sea el escenario final de este drama, lo cierto es que habrá cambios en Francia, se impondrá una nueva forma de gobernar

El segundo escenario, el bloqueo. En un escenario sin mayoría absoluta para ninguno de los grupos, los partidos necesitarían llegar a acuerdos parlamentarios para intentar gobernar ya que, como señala la constitución, no se podrían volver a convocar elecciones hasta dentro de un año. En esta tesitura y con el fin de evitar un bloqueo institucional, se podría dar el caso de la configuración de un gobierno tecnocrático similar al de Mario Draghi en Italia. Difícil, pero no imposible.

Y el tercero, sería la dimisión del propio Macron. Quizás el más improbable ya que el presidente ya ha dicho que seguiría en el Eliseo hasta 2027. Sin embargo, lo que parece cierto es que una derrota de las dimensiones a las que apuntan las encuestas sería el fin del macronismo y el principio de un nuevo sistema de partidos, o quizás la vuelta al anterior a 2017.

Sea cual sea el escenario final de este drama, lo cierto es que habrá cambios en Francia, se impondrá una nueva forma de gobernar. La propuesta tecnopopulista con la que Macron llegó al poder en 2017 de aunar al centro izquierda y al centro derecha ha fracasado de manera inapelable. Su política económica superó a los liberales por la derecha, sus propuestas en materia de inmigración rivalizan con las de Le Pen y Bardella,  una asertiva política de seguridad y defensa con la mirada puesta en la guerra en Ucrania y el desastre francés en África, y sus formas autoritarias de gobierno le han hecho merecedor del sobrenombre de Júpiter.  Este tipo de políticas lo que han conseguido es estructurar al electorado en torno a ítems muy determinados tales como la seguridad, la identidad o la laicidad, que en un contexto cada vez más polarizado apostará por los extremos. Así, en la actualidad las bases electorales del RN serán cada vez más parecidas a las que sostuvieron a Sarkozy en 2012. La ultraderecha se ha terminado por comer a la derecha gaullista y también al centro liberal. Y Macron pasará a la historia por haber sido el presidente que abrió las puertas a la normalización de la extrema derecha en Francia y, por tanto, finalizando el proceso de desdiabolización en el que Marine Le Pen llevaba años trabajando. 

En la actual Francia no se podrá hablar de cordón sanitario puesto que la principal fuerza política del sistema es precisamente RN, de lo que se tendrá que comenzar a hablar será de las causas y consecuencias de lo que, a todas luces, se va a ver durante las próximas semanas, la ruptura del Frente Republicano, algo que muchas de nosotras pensábamos que no llegaríamos a ver. Bonne chance La France!

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Ruth Ferrero-Turrión es Doctora Internacional por la UCM y MPhil en Estudios de Europa del Este (UNED). Profesora de Ciencia Política en la UCM. 

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