Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
General Francisco Franco VC (I)
VC es el acrónimo de Victoria Cross, la más alta condecoración británica al heroísmo y valor militares. Suele situarse detrás del nombre de quienes la ganan. Servidor la utiliza aquí de tal forma, pero con otro significado que explicaré más adelante. Ruego paciencia a los amables lectores.
Esta exposición, en tres partes, es un adelanto sobre las fechas en torno a la antigua fiesta nacional que conmemoraba la sublevación contra la República el 18 de julio de 1936. Una sublevación que llevaba preparándose desde hacía largo tiempo, y no como nos lo habían contado.
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Un amigo me ha hecho llegar a mitad del mes pasado un artículo. Por él se observa que la Fundación Nacional Francisco Franco ha convocado el I Certamen Literario sobre la figura del extinto Caudillo con el fin de que su excelsa figura “llegue sin tapujos ni veladuras a las nuevas generaciones”. El certamen está en consonancia con el propósito de “promover la realización de estudios sobre su obra”. Un jurado de “cinco prestigiosas personalidades”, cuyos nombres todavía no se han dado a conocer, juzgará la calidad de los originales presentados antes del 1º de octubre. (Para acceder al anuncio original hay que dar los datos personales en la website de la Fundación o, mejor, suscribirse a su boletín). Servidor no lo ha hecho.
Muchos ciudadanos recordarán que antaño el 1º de octubre se denominaba “Día del Caudillo”. Se hizo para conmemorar, quizá por los siglos de los siglos, su “exaltación” a tan altísima magistratura. Fue la responsabilidad de un grupo de generales y jefes sublevados que dijeron obrar en nombre de los españoles, incluidas las Fuerzas Armadas. El tema ha dado lugar a numerosas investigaciones e incluso a una película (Mientras dure la guerra) dirigida por Alejandro Amenábar. Con gran éxito.
Sorprende un pelín que la FNFF no hubiese caído en la cuenta de convocar un premio de tales características. El que ahora lo haga, especulo, tal vez sea porque la oleada de “nacional-populismo”, “nacional-autoritarismo” o, simplemente, neofascismo más o menos azucarado, se ha introducido en el Parlamento, amén de en la dimensión autonómica. Cortada, por fortuna, en Andalucía. Cabe, desde luego, suponer que con tal Certamen también podría desearse conmemorar la fecha en que el general Francisco Franco VC vino al mundo (1892).
Es, pues, congruente con esta evolución evocar, de nuevo, la figura que sin la menor duda gravitó más que ninguna otra sobre cuarenta años de la historia reciente de España. Como es notorio, su exhumación de Cuelgamuros dio lugar a controversias sin cuento y no cabe olvidar que la FNFF se opuso a ella con todas sus fuerzas. Tal señor, tal honor.
Los historiadores nos acercaremos sobre las contribuciones que se presenten al certamen en cuestión. Hay que esperar que la Fundación no tendrá inconveniente en publicar (al menos en su website) las más importantes y no solo la que resulte ganadora. Sería una buena forma de dar a conocer al público tanto general como especializado cómo en los concursantes habrán calado más de cuarenta años del sistema democrático introducido por la Constitución Epañola. También cómo subsisten, quizá, los principios de lo que solía denominarse con cierto pudor “el anterior régimen” y que hoy se califica habitualmente de dictadura pura y dura. Existen otros términos adicionales que varían según los autores.
Por supuesto, los escritos presentados al certamen no se tratarían de un indicador fiable. Existen otros. Ya no suelen hacerse encuestas sobre la imagen del dictador, aunque siguen publicándose numerosos libros en los que es la figura central. Una profesora de la Universidad Carlos III de Madrid, Matilde Eiroa San Francisco, ha publicado este mismo año Franco, de héroe a figura cómica de la cultura contemporánea, Tirant lo Blanc, Valencia. En él examina cómo ha aparecido en la historia y en la literatura e incluye un vibrante capítulo sobre cómo asoman su figura y su recuerdo hoy en los memes. Quien esto escribe la recomienda vivamente y no vaciló en escribir el prólogo que me solicitó.
Es más, hace pocas semanas, un estimado colega y amigo, el profesor Javier Rodrigo, de la Universidad Autónoma de Barcelona, me comunicó que el próximo curso saldrá su libro Generalísimo. Las vidas de Francisco Franco, 1892-2020, que publicará Galaxia Gutenberg. Cabe esperarlo con impaciencia.
Este tipo de publicaciones es, en realidad, un chorro que no cesa. Con ocasión del 80 aniversario del estallido de la sublevación de julio de 1936, también salieron varias obras, entre ellas una biografía de dos eminentes autores (uno, historiador profesional, y el segundo, periodista exCEDADE) que prometían brindar al público un análisis objetivo, fiable y desapasionado de la figura de Franco. No fue así y servidor se vio inducido a liderar un grupo de historiadores para poner al descubierto los “desmanes” históricos y biográficos en que ambos autores habían incurrido. Es fácil consultarlo. Lo hicimos en una revista universitaria on line, para que pudiera leerse, por ejemplo, desde la Siberia oriental hasta la Patagonia.
También puede ocurrir que el I Certamen anunciado sirva para que audaces estudiosos y literatos pongan como chupa de dómine a quienes hemos tratado de acercarnos al convulso pasado español (por lo menos en tiempos de República, guerra civil, dictadura) tras indagar en archivos, recopilar críticamente testimonios personales y examinar de igual manera la literatura existente (o al menos las obras más características y representativas).
La recompensa del triunfador en el certamen será la gloria que le asegurará la Fundación Francisco Franco, la publicidad correspondiente y 5.000 euros de vellón. En las circunstancias actuales más no puede pedirse. El que después el ganador se tumbe a la bartola o bregue por un lugar en el sol que ciertos partidos guardan para sus afiliados es otra cosa. Incluso tal vez el triunfo pudiera puntuar como mérito en ciertos accesos.
Audaces estudiosos y literatos pongan como chupa de dómine a quienes hemos tratado de acercarnos al convulso pasado español tras indagar en archivos, recopilar críticamente testimonios personales y examinar de igual manera la literatura existente
En lo que a mí se refiere, prefiero aprovechar la proximidad del 18 de julio para poner en claro algunos aspectos que todavía no habían sido suficientemente documentados. Afectan de forma directa a la figura del antiguo dictador y, ¡cómo no!, Caudillo de España, Jefe del Estado y presidente del Gobierno, generalísimo de los Ejércitos nacionales en operaciones, capitán general y presidente de la Junta Nacional de Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-sindicalistas, objeto de incontables testimonios de gratitud y admiración de autoridades, ciudades, villas y pueblos que, lo que son las cosas, poco a poco han ido disminuyendo porque se las han quitado.
Al redactar este artículo y los dos siguientes no puedo, sin embargo, olvidar que precisamente fue un colaborador de la FNFF quien, en el Boletín de la misma, tuvo a bien discrepar de algunas de las consideraciones que hice años sobre la figura de Franco.
Servidor es un historiador empírico. No tengo el menor empacho en reconocerlo. Aparecen nuevos documentos y hay que echar abajo las hipótesis o tesis enunciadas antes de haberlos conocido. He, pues, desempolvado una crítica que hace ya algunos años (2018) me dirigió Don José Javier Esparza Torres. Para mi desgracia, o fortuna, no he leído nada de lo escrito por él excepto el artículo en el que se refiere a mis investigaciones.
Adelanto que a la pregunta de su título mi respuesta es afirmativa, aunque subrayo que debe matizarse por una consideración fundamental: Franco aplicó el Führerprinzip. Su voluntad fue ley. Por consiguiente, jurídica y legalmente hablando no podía actuar fuera de ella. Ahora bien, si se quita la referencia al Francoprinzip (como lo denominé un poco en guasa), el tema aparece desde un ángulo diferente, más ligado al sentido común.
En todo caso, existe otro problema fundamental: la regulación jurídica de los bienes de los jefes del Estado español durante la Monarquía y la República nunca fue muy clara. Tampoco lo fue durante la siguiente dictadura. Lo expliqué en su momento, de la mano de un catedrático de Derecho Constitucional que supongo sabe del tema algo más que el ilustre autor al que ha acudido la FNFF.
(Continuará)
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