Cinco meses después, lo peor es hoy

Alberto Ibáñez

La huella del barro, los gritos, el miedo en los ojos, la humedad clavada en los huesos, la ansiedad y el penetrante olor del pasado 29 de octubre marcará generaciones enteras del pueblo valenciano. Pero, obviamente sin contar el dolor de las familias y amistades de las 227 víctimas mortales evitables, si algo marcará el presente y futuro de las valencianas es la lamentable estrategia trumpista impulsada por el gobierno de Carlos Mazón. 

La DANA no cayó del cielo. Los episodios climáticos extremos cada vez son más habituales y violentos. El programa de gobierno de Mazón centrado en la desprotección del territorio, la barra libre a nuevos pelotazos urbanísticos y eliminación de la legislación verde antes del 29 de octubre era una auténtica temeridad cimentada en el integrismo capitalista. Aquel día, más allá del comportamiento irresponsable de El Ventorro, no se tomaron las medidas oportunas por no poner en riesgo los beneficios de la patronal turística del puente de todos los santos ni retrasar la legalización en Les Corts de poder volver a construir a 200 metros de la playa. 

Las víctimas no pueden ni empezar su duelo porque el Partido Popular, como ya hizo con el atentado del 11M o el accidente del metro en València, protagoniza una estrategia de manipulación, mentiras y traición a la memoria de los muertos. Estos meses hemos visto audios recortados, fotos manipuladas con inteligencia artificial, mentiras para intentar equiparar la responsabilidad del Consell con la del resto de Administraciones, acusar a familias concretas de estar aprovechándose para medrar políticamente, insultar a la oposición, amenazar a los sindicatos, negar la posibilidad de preguntar a los periodistas y beneficiar con los contratos públicos de emergencia a empresas amigas que ya financiaron al PP ilegalmente antes. 

De nuevo, lo hizo semanas antes de las elecciones generales del 23J, Mazón, como hombre fuerte de Santiago Abascal, se avanza a su partido y pacta con VOX

A pesar de la deriva autoritaria, racista y negacionista de nuestro gobierno, los y las valencianos ocupamos las calles masivamente cada mes para recordar que las muertes eran evitables y exigir la dimisión de Carlos Mazón

Desgraciadamente, cinco meses después de la tragedia, lo peor es hoy cuando Mazón para salvarse propaga el odio y señala a adolescentes migrantes que huyen de la guerra y del hambre, recorta drásticamente la cooperación internacional, retira las ayudas a la UNRWA mientras Israel perpetúa el genocidio al pueblo palestino, ataca la lengua, menosprecia la ciencia negando las evidencias del cambio climático y recorta los servicios públicos privatizando hospitales y residencias de personas mayores. Mazón, a pesar de no poder ir por la calle, se aferra al cargo asumiendo las tesis racistas y negacionistas de VOX, reduciendo la actividad parlamentaria a una comisión de investigación fake y sin conceder entrevistas a nadie que no sea tabloide amigo.

Efectivamente, el debate público, como pretendía el Partido Popular, está crispado, embarrado, polarizado e incluso violento. La estrategia, a pesar de que, como ha dejado claro la jueza de Catarroja la responsabilidad de la emergencia era autonómica, es que parezca que la culpa era de todos, y por tanto de nadie. Una discusión más entre partidos políticos y que él, máxima víctima de un contubernio socialcomunista, no entra a desmentir los ataques (por lo que evita dar cualquier explicación a la oposición, periodistas o asociaciones de víctimas) porque está centrado en la dura tarea de la reconstrucción. Mazón, y absolutamente todos los que de una forma u otro lo mantienen en su cargo, es mala gente, indolente y cruel. No merecemos un gobierno de miserables.  

Pero, después de la peor catástrofe que ha vivido nuestro pueblo, también podemos tener esperanza. A pesar de la deriva autoritaria, racista y negacionista de nuestro gobierno, los y las valencianos ocupamos las calles masivamente cada mes para recordar que las muertes eran evitables, exigir la dimisión de Carlos Mazón y que la reconstrucción se base en políticas rigurosas y justas que garanticen la no repetición.

La emergencia democrática que vivimos nos obliga a buscar diferentes alianzas comunes que sitúen en el centro la defensa de los Derechos Humanos, que devuelvan la dignidad a nuestras instituciones y la palabra al pueblo. Un pueblo que nunca votó para que les abandonaran, humillaran ni mintiesen. Un pueblo que hoy todavía se siente orgulloso de haber acogido a las 629 personas que iban a morir a la mediterránea mientras el resto de Europa miraba para otro lado. La buena gente somos más, solo nos tenemos que organizar mejor. 

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Alberto Ibáñez es diputado de Compromís-Sumar en el Congreso de los Diputados.

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