Civilización o barbarie
El 24 de julio Benjamin Netanyahu habló en Washington al Congreso de los Estados Unidos. La invitación formal fue realizada el 31 de mayo pasado por los cuatro líderes de sus dos Cámaras, dos republicanos y dos demócratas. En la invitación se afirmaba que ésta se hacía para “resaltar la especial relación de los Estados Unidos con Israel y expresar el apoyo parlamentario a la lucha conjunta contra el terrorismo global que amenaza la estabilidad regional y global”.
Al parecer, no todos los congresistas eran partidarios de la invitación pues cerca de la mitad de los demócratas no asistieron al acto promovido por esos cuatro anfitriones. El día anterior al acto del 24 de julio, el respetable senador demócrata por Vermont, Bernie Sanders, se dirigió al hemiciclo en estos términos: “Señor presidente: mañana tendrá lugar un momento único en la historia del Congreso. Traer al primer ministro Netanyahu a dirigirse al Congreso significará que por primera vez en la historia americana a un criminal de guerra se le ha concedido tal honor. Esta invitación a Netanyahu es una desgracia que lamentaremos y que impedirá a los Estados Unidos dar lecciones a país alguno en la tierra sobre derechos humanos y dignidad humana. El primer ministro ha sido creíblemente acusado por el Tribunal Penal Internacional de crímenes de guerra. Los cargos del fiscal de dicho tribunal están bien fundados. Se refieren a la utilización de la hambruna contra civiles como método de guerra, así como a los ataques intencionadamente dirigidos contra la población civil. En concreto, el fiscal afirma que Netanyahu es responsable de ‘privar a los civiles de lo necesario indispensable para su supervivencia, incluido el suministro intencional de la ayuda humanitaria, contemplada en las Convenciones de Ginebra’”.
Por otra parte, no parece que la mayoría de los congresistas presentes en el acto y que al final de su intervención aplaudieron al criminal de guerra resultaran satisfechos por sus propuestas. Serias y concretas no las hubo. Probablemente muchos esperarían concreciones sobre cómo terminar la guerra de Gaza, ideas sobre el futuro, alto el fuego, paz. ¿Dos Estados, israelí y palestino? Ausencia de visión política, no solo para terminar la guerra sino también para poner fin al conflicto de décadas.
En realidad, no se refirió a los palestinos, salvo para afirmar que las muertes civiles en Rafah fueron “prácticamente ninguna”. Como ha escrito Noa Landau en el diario israelí Haaretz: “Netanyahu no fue a Washington para terminar la guerra de Gaza. Fue para obtener los medios para prolongarla”. De ahí que tras elogiar a Biden como “un orgulloso sionista, firme al lado de Israel”, pidió al Congreso que acelerara la entrega de armas para “terminar el trabajo más rápidamente”, argumentando que la guerra contra Hamas es en realidad la guerra de los Estados Unidos, implícitamente sugiriendo que hace la guerra en nombre de los Estados Unidos.
Esa guerra, según Netanyahu es “una lucha entre la barbarie y la civilización“. Ignoro cuántos en la audiencia compartían esa aseveración. Sé que ni el Tribunal Penal Internacional (TPI) ni el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) -a quienes Netanyahu tiene por norma vituperar- la comparten. Como he descrito líneas arriba, el parecer del TPI lo ha resumido Bernie Sanders. El TIJ lo hizo cinco días antes del discurso de Netanyahu en Washington. Y ambos le hacen a él responsable de la barbarie.
El Tribunal Internacional de Justicia en su opinión consultiva sobre “Las consecuencias jurídicas de las políticas y prácticas de Israel en el territorio palestino ocupado, incluido Jerusalén Oriental” (19-7-2024). Y lo hace clara y contundentemente: “El abuso continuado por parte de Israel de su posición como Potencia ocupante, mediante la anexión y la afirmación de un control permanente sobre el Territorio Palestino Ocupado y la continua frustración del derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, viola principios fundamentales del derecho internacional y hace ilegal la presencia de Israel en el Territorio Palestino Ocupado”.
Contesta así el Tribunal a la resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas de 2022, que le preguntaba: “¿Cuáles son las consecuencias jurídicas que se derivan de la actual violación por Israel del derecho del pueblo palestino a la autodeterminación, de su prolongada ocupación, asentamiento y anexión del territorio palestino ocupado desde 1967, incluidas las medidas destinadas a alterar la composición demográfica, el carácter y el estatuto de la Ciudad Santa de Jerusalén, y de su adopción de legislación y medidas discriminatorias conexas?”.
Es innegable que Benjamin Netanyahu tiene firmes partidarios en el Parlamento norteamericano. La Cámara de Representantes aprobó (3-6-2024) una moción contra el TPI por la emisión de la orden de arresto contra el premier israelí. Por otro lado, doce senadores republicanos enviaron una amenazante carta al fiscal del TPI, Karim Khan (24-4-2024), conminándole a no emitir orden de detención contra Netanyahu: “No hay equivalencia moral entre el terrorismo de Hamas y la justificada respuesta de Israel. El TPI se convertiría en el mayor patrocinador del terrorismo”. Alineándose con la proclama de Netanyahu de que lleva a cabo la guerra en nombre de los EEUU, los doce senadores proclamaron que se trata “no solo de una amenaza contra la soberanía de Israel, sino también contra la soberanía de Estados Unidos”. Y añadían: “Elija como blanco a Israel y nosotros lo elegiremos a usted “.
La reacción ante la opinión consultiva del TIJ, bien fundada jurídicamente, de quienes dentro de Israel apoyan, por ahora, al primer ministro, es significativa. Superfluo valerse de calificativos gruesos. Son, simplemente, extravagantes y ridículas. Juzguen ustedes: reacción de Netanyahu dos días antes de volar a Washington: “El pueblo judío no es un ocupante en su propia tierra, ni en nuestra capital eterna Jerusalén, ni en la tierra de nuestros antepasados en Judea y Samaria. Ninguna decisión falsa en La Haya distorsionará esta verdad histórica, del mismo modo que no se puede cuestionar la legalidad de los asentamientos israelíes en todos los territorios de nuestra patria”. En paralelo, el ministerio de Asuntos Exteriores: “El documento del Tribunal es parcial y sesgado, descalificado por su odio al Estado de Israel”. El ridículo lo profundiza el Jerusalén Post cuando el 30-7-2024 escribe: “Parece como si la comunidad internacional, liderada por una organización de élite, las Naciones Unidas, y su inmensamente reputado sistema judicial internacional se hubiera dejado engañar una y otra vez, y hubiera abusado de sus valores y principios, de una manera que está poniendo en peligro todo el orden internacional basado en normas”.
Netanyahu no fue a Washington para terminar la guerra de Gaza. Fue para obtener los medios para prolongarla
¿La ONU, con sus 193 Estados miembros, una organización de élite? En efecto, el sistema judicial internacional es reputado y el problema para Israel es precisamente que ese sistema hace gala de principios y valores y no se deja engañar por las falaces argumentaciones que acabo de reproducir. Es Israel, quien, desprovisto de valores y principios, agrede el orden internacional basado en normas.
¿Odio al Estado de Israel? Yo no lo profeso. A raíz de los terribles atentados del 11-S del fundamentalismo islámico contra las neoyorquinas Torres Gemelas, diversos analistas norteamericanos se hicieron esta pregunta: ¿Por qué nos odian? Y extrajeron consecuencias y razones. Desde el fallo del TIJ del pasado 19 de julio, Israel ha intensificado los bombardeos contra la población civil palestina en Gaza y sus escasos recursos naturales. ¿Por qué nos odian?
Sin duda, la mayoría de la comunidad internacional apoya la opinión consultiva del TIJ. Desde luego, la no perteneciente al mundo occidental. Y gran parte de éste, con vergonzosas excepciones, también lo hace. ¿Cuáles son esas excepciones? Aparte de los Estados Unidos, sostenedor con escasos matices de la barbarie que Netanyahu practica (lo digo con tristeza y también con la esperanza de que a no mucho tardar la gran potencia americana emprenda el camino de Damasco y se reconvierta a la mayoritaria postura internacional), el Reino Unido y Países Bajos son las principales excepciones.
En las audiencias celebradas en febrero de este año en La Haya para que los Estados que lo desearan pudieran expresar su posición ante la opinión consultiva, entre otros muchos, España, Francia, Irlanda, Bélgica y Luxemburgo consideraron competente al TIJ. El Reino Unido apoyó los argumentos contrarios de EEUU y pidió al Tribunal que no emitiera dictamen alguno. Países Bajos sostuvo que “la ocupación de un territorio puede ser legítima en el marco del derecho de legítima defensa, en respuesta a un ataque armado”. Obviando que, según el derecho internacional, esa legítima defensa debe ser llevada a cabo proporcionalmente al mal recibido, lo que no casa con la actuación de Israel desde el 7 de octubre, que ha asesinado a miles de civiles palestinos, destruyendo gran parte de la Franja y sus infraestructuras, incluidos hospitales, universidades y escuelas de la UNRWA.
El Consejo de Derechos Humanos de la “elitista” ONU acaba de pedir que los Estados miembros cumplan con el dictamen del TIJ sobre la presencia de Israel en los Territorios Palestinos ocupados. Pide asimismo que los Estados revisen sus vínculos políticos, diplomáticos, comerciales y económicos con Israel.
Es significativo que el TIJ dedique una sección de su opinión consultiva a las obligaciones internacionales que terceros países deben asumir derivadas de los actos ilegales de Israel en Palestina. Significativo es asimismo que el Alto Representante de la UE, Josep Borrell, declarara inmediatamente que “las conclusiones de la opinión consultiva están en gran medida de acuerdo con la posición de la Unión”. Relacionado con el hecho de que varios Estados de la UE han exigido sanciones contra Israel y que se revise el Acuerdo de Asociación con este país. Precisamente el artículo 2 de este Acuerdo indica que la Unión y sus Estados miembros deben basar sus relaciones en el respeto a los derechos humanos. Borrell, persona sensible y comprometida con la defensa de los derechos humanos y la exigencia de que estos sean eficazmente respetados, ha declarado que la próxima reunión de la UE con Israel “no puede ser un rutinario encuentro del Acuerdo de Asociación”.
A la espera quedamos.
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Emilio Menéndez del Valle es embajador de España.
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