Colau afronta sus horas más difíciles: una alcaldía con fecha de caducidad y un futuro político incierto
"Está por ver quién será el alcalde el sábado o los próximos meses, pero seguro que yo no volveré a presidir el pleno durante los próximo cuatro años y me quiero despedir". Así zanjaba Ada Colau sus ocho años al frente de la alcaldía de Barcelona en el último pleno de su mandato celebrado este miércoles. Colau también cerraba la puerta, así, al acuerdo que ella misma propuso al PSC y ERC para tener una alcaldía compartida a tres bandas con Jaume Collboni y Ernest Maragall. "Estamos en campaña y ese acuerdo es kryptonita para ERC y PSC", resumen fuentes de los comunes en conversación con infoLibre, que lamentan que el candidato socialista no haya querido reunirse con Colau y Maragall para acercar posturas.
Los comunes insisten en que quieren negociar hasta "el último momento" con ambas formaciones —este sábado 17 de junio se celebra el pleno de investidura— para tener un gobierno progresista, pero son conscientes de que a menos de 48 horas de que se celebre el pleno de investidura el candidato de Junts, Xavier Trias, es quien tiene más papeletas de gobernar en la ciudad condal. Lo que sí descartan por completo es llevar a cabo "ningún acuerdo que implique al PP", en palabras del número dos de Colau, Jordi Martí. En las últimas horas la formación de Alberto Núñez Feijóo —que obtuvo cuatro actas— ha abierto la puerta a apoyar a Collboni para evitar un gobierno de Trías, a condición de que los comunes no entren en el consistorio.
Pero sin el PP las cuentas no salen, ya que ERC se ha descolgado también del acuerdo. Collboni y Colau — el primero se impuso por solo 347 votos a la actual alcaldesa— suman 19 votos, pero el PSC necesita 21 concejales para llegar a la mayoría absoluta y desbancar a Trias. En los ayuntamientos la lista más votada, que en el caso de Barcelona fue Junts, sale elegida automáticamente si la mayoría absoluta no respalda a un alcalde alternativo, por lo que Trias, con 11 concejales, lo sería sin tener que pactar con ninguna fuerza. Sin embargo, el convergente quiere el apoyo de ERC para dar más estabilidad al futuro gobierno
Es más, según adelanta El Periódico de Cataluña los republicanos tratan de arrancar de Junts una cláusula de exclusividad por la que, en caso de que se logre un acuerdo entre ambas fuerzas, Trias no se apoye en otras formaciones para aprobar partidas. La dirección de ERC interpretó el resultado del 28M, y en concreto el batacazo republicano en la mayoría de ciudades, como una demanda de unidad del electorado independentista. Como consecuencia, Maragall se puso "a disposición de Trias" para formar parte de un gobierno municipal "fuerte y estable" y desde entonces han ido negociando en la sombra. Sin embargo, no todos en ERC opinan del mismo modo y hay voces como la de Joan Tardà, exportavoz de los republicanos en el Congreso, que defienden que Maragall apoye a Colau. El debate dentro de la formación no es nuevo y se basa en si priorizar una alianza independentista o una de izquierdas. De momento, van ganando los primeros.
Los comunes han tratado de abrir una brecha en ERC para que se impusiera la visión de Tardà, pero no es respaldada por su máximo líder, Oriol Junqueras, ni por su candidato. Sobre Maragall todavía pesa el hecho de que le ganara a Colau en las elecciones en 2019 pero la alcaldesa de Barcelona lograra gobernar tras recibir el apoyo de Manuel Valls. Ahora, los comunes no quieren repetir la jugada con el PP, y por ese motivo rechazan de plano la posibilidad de que dar su apoyo a Collboni si los conservadores están en la ecuación. Una postura que van a mantener aunque los populares rebajen el cordón sanitario que les han hecho, tal y como apuntan fuentes del partido.
El incierto futuro de Colau
Colau ha entonado su adiós como alcaldesa, pero no a la política municipal. En los últimos días ha asegurado que sí cogerá el acta de concejala, aunque también ha dado a entender que no la mantendrá hasta 2027. La líder de Barcelona en Comú llegó al consistorio municipal en 2015, impulsada por la ola de los ayuntamientos del cambio tras la aparición de Podemos y fue de las pocas —junto con Joan Ribó (València) y Kichi (Cádiz) — que resistió en 2019. En su etapa previa a la política institucional fue una destacada activista antidesahucios. Y estuvo bien presente en el momento en el que dio el salto a las instituciones. Durante su primera toma de posesión, los representantes de la PAH ocuparon las primeras filas, mientras que las confesiones religiosas fueron colocadas en los últimos bancos. Otro gesto de potente carga simbólica que marcaba las prioridades.
Tras el avance de las elecciones generales por parte del presidente del Gobierno, Colau no ha tenido prácticamente tiempo de reflexionar cuál será su futuro. Muchos la han situado como el ticket electoral de la vicepresidenta Yolanda Díaz, un salto a la política nacional que ella misma siempre descartaba alegando que estaba centrada en el futuro de su ciudad. La pasada semana, con escasas opciones de liderar el consistorio barcelonés, volvió a negarlo. "Descarto completamente ir en la candidatura al Congreso. Quería dejar claro lo que dije todos días de la campaña electoral", aseguró, aunque insistió en que daría todo su apoyo a la líder de Sumar en campaña. "Ayudaré en todo lo que esté en mi mano, pero desde Barcelona", zanjó.
A falta de escasos días para que se acabe el plazo para registrar las listas ante la Junta Electoral Central (JEC), todavía se desconocen los nombres de la candidatura catalana de Sumar, más allá del de Lilith Verstrynge, la secretaria de organización de Podemos que concurrirá como número cuatro por Barcelona. Fuentes de la formación trasladan a infoLibre que las listas se conocerán en las próximas horas, pero el hecho de que no sean públicas alienta los rumores de la posible presencia de Colau, pese a que ella misma lo ha negado. "Ada estará donde ella quiera", se limitan a responder los comunes. La alcaldesa aseguró en campaña que si no ganaba las elecciones ni lograba gobernar, "valoraría" con su organización sus siguientes pasos.
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Con todo, la opción que suena con más fuerza es la de que Colau acabe abandonando la política institucional. Poco después de ser investida en el año 2019 confesó que se había planteado en muchas ocasiones dejar la política por los insultos recibidos por parte de un sector del independentismo, con gritos de "puta, zorra y guarra" al calor de las protestas por su reelección. La alcaldesa de Barcelona se emocionó al reconocerlo ante los micrófonos de Rac1: "Pienso en mis hijos", lanzó, emotiva.
Una sucesión compleja tras un liderazgo muy personalista
Su despedida también marca una etapa en Barcelona en Comú, donde en este caso la candidata es el partido. En la organización consideran que es demasiado pronto para abrir esa pantalla, ya que ahora están metidos de lleno en las negociaciones. Lo cierto es que los resultados de los comicios municipales, más allá de Barcelona, no fueron buenos. Fueron derrotados en Montcada, uno de los municipios que Yolanda Díaz visitó durante la campaña, y aunque sí mantuvieron su histórico bastión de El Prat, sus resultados fueron a la baja en la mayoría de las plazas en las que tenían representación.
No hay sucesor claro, aunque la teniente de alcalde de Urbanismo, Janet Sanz, es vista habitualmente como el relevo lógico llegado el caso. También el número dos de Colau, Jordi Martí, podría dar la batalla por la sucesión. Sin embargo, el reglamento de la organización limita a ocho años, prorrogables a 12 siempre que lo autoricen los militantes mediante una consulta, el tiempo para estar en política institucional. La actual dirección del partido, incluyendo a Colau, ya ha cumplido ese límite.