Crisis del coronavirus
La variante ómicron se presenta en sociedad: 32 mutaciones peligrosas y rápida propagación
Este jueves, los servicios de Salud Pública de Sudáfrica advirtieron de una nueva variante del SARS-CoV2 que no tiene buena pinta, aunque la comunidad científica mantiene muchas más dudas que certezas. Su nombre científico es B.1.1.529, ha recibido el sobrenombre de "variante ómicron" por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y no, aún no vale referirse a este conjunto de mutaciones como "cepa". Como suele pasar con estos descubrimientos, el interés y la preocupación son legítimas, así lo reconocen virólogos, inmunólogos y expertos en secuenciación genómica: la alarma, la histeria o la asunción de que va a desatar un nuevo golpe pandémico no lo son tanto.
La variante ómicron se ha ganado por derecho propio ser seguida de cerca por los investigadores de todo el globo, según los datos que ha compartido el Instituto Nacional de Enfermedades Contagiosas de Sudáfrica. Cuenta con 32 mutaciones en el código destinado a su proteína "spike", que es la que se engancha a las células para multiplicarse y la que utilizan los anticuerpos para identificar y detener al agresor.
El catedrático de Genética y codirector del consorcio SeqCovid-Spain Fernando González Candelas se corrige a sí mismo en el transcurso de la conversación con infoLibre: los virus "no hacen", porque no son seres vivos (aunque el debate está abierto), no tienen agencia. Al especialista y uno de los mayores expertos en secuenciación genética de coronavirus del país le ha sorprendido el número de mutaciones en la espícula identificados. "Estábamos acostumbrados a cuatro, ocho, doce mutaciones... lo de ahora es un récord que la sitúa muy por encima de otras. Es una variante muy novedosa, muy diferente".
Por otro lado, como explica el director del Centro de Respuesta Epidémica e Innovación de Sudáfrica, Tulio de Oliveira, "esta nueva variante parece propagarse muy rápido". "En menos de dos semanas", explica el especialista, ha copado todos los análisis genómicos a una velocidad incluso superior a la registrada por las variantes beta y delta. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que estas mutaciones sean ya predominantes (es decir, que causen la mayoría de contagios en una población determinada), pero sí que se transmite con facilidad, teniendo en cuenta que en números absolutos han sido analizados muy pocos casos.
Hasta aquí las certezas. ¿Podría imponerse a delta como la variante fuerte en medio mundo, haciendo aún más fácil el contagio? Podría, pero no sabemos si pasará: la anteriormente conocida como variante india ha logrado ser muy resistente y otras mutaciones no han logrado desbancarla. ¿Podría escapar a las vacunas? Es improbable que por completo, pero esas modificaciones en la proteína spike podrían hacer más común el contagio entre inmunizados. "Antes de la llegada de la variante delta, las vacunas reducían la transmisión en un 60% aproximadamente. Con delta, eso ha bajado a cerca del 40%", declaró este miércoles el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus.
Sin embargo, y como incansablemente recuerdan los inmunólogos, los anticuerpos juegan un papel muy importante a la hora de reducir la transmisión, pero a la hora de evitar lo cuadros graves (la principal misión de las vacunas), tanto estas glucoproteínas como los llamados linfocitos T participan en la batalla. La respuesta celular al patógeno es constantemente minusvalorada y es la que permite que, hasta el momento, todas las vacunas sigan funcionando bien a la hora de reducir las tasas de hospitalizaciones. No tiene por qué cambiar.
Por lo tanto, por ahora, atención, trabajo y cautela. "Sin caer en alarmismos, hay que seguirla y ver si estamos en un escenario como el de delta de hace unos meses o si es una falsa alarma. Lo importante es tener en todo el mundo la capacidad de identificar estás amenazas potenciales, seguirlas y valorarlas", asegura el investigador del Instituto de Biomedicina de Valencia y el otro codirector de SeqCovid-Spain, Iñaki Comas.
La injusticia detrás del episodio: el Sur alerta y el Norte cierra la puerta
Los escasos pero relevantes datos sobre la variante ómicron han impulsado a la Unión Europea a vetar los vuelos procedentes del sur de África. Concretamente, los que despeguen desde Sudáfrica, Botsuana, Esuatini, Lesoto, Namibia, Mozambique y Zimbabue, al menos durante 15 días. El Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, siglas en inglés) ha calificado la variante como "de interés" (no "de preocupación", el siguiente estadio en base a la jerga oficial, que sí ha otorgado la OMS) y ha advertido de que la transmisibilidad parece "muy alta", aunque eso no implica que vaya a imponerse sí o sí en todo el mundo. El organismo liderado por Tedros Adhanom Ghebreyesus, además, ha añadido que podría implicar un mayor riesgo de reinfección.
En el caso de que la variante ómicron sea ya frecuente en el sur de África y casi inexistente en el resto del mundo, esta medida podría retrasar, pero nunca impedir, la llegada de estas mutaciones, considera el experto en gestión sanitaria, médico de familia y diputado de Más Madrid Javier Padilla. Sin embargo, que haya sido detectada en Sudáfrica no quiere decir que circule más allí. Influye que el país tiene de los mejores sistemas de secuenciación genómica del mundo, comparable a los de Reino Unido y Dinamarca, líderes europeos.
"Es de los países que mejor sistema tiene establecido. No es de extrañar que la hayan encontrado. Todos miran, pero ellos lo hacen de manera más eficaz", afirma Candelas. Por lo tanto, no hay certeza de que la restricción de vuelos vaya a servir de algo: la variante podría estar ya en Europa en niveles considerables, solo que no la detectamos.
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Otros especialistas han remarcado durante la jornada del miércoles la injusticia de que Sudáfrica, gracias a su excelente mecanismo, alerte de una variante y los países ricos le cierren fronteras por precaución, pero sin conocer todos los datos sobre el efecto de las mutaciones. Su Gobierno ya ha tildado de exagerada la situación. La medida puede ser también contraproducente: si los Estados que secuencian son castigados, tendrán menos incentivos para compartir la información, como asegura la doctora Alexandra Phelan, de la Universidad de Georgetown (Washington, EEUU).
La injusticia también es palpable por la evidencia de que las variantes tienen más probabilidad de surgir en países con escasos niveles de vacunados con pauta completa: Sudáfrica está en torno al 30%, al igual que varios países de la zona. No por negacionismo, sino por incapacidad: de conseguir suficientes dosis y de acceder a las poblaciones más pobres, desconectadas e inaccesibles para el sistema sanitario.
Como nadie está a salvo si no estamos todos a salvo, los epidemiólogos llevan meses recordando que la "vieja normalidad" no será alcanzable del todo hasta que todo el planeta cuente con tasas de inmunización aceptables. Sin embargo, la Unión Europea sigue bloqueando la liberación de patentes que exigen, precisamente, países como Sudáfrica. La Comisión insiste en que se debe apostar por mecanismos voluntarios de transferencia de tecnología, como C-TAP: sin embargo, la herramienta solo ha recibido una aportación hasta el momento, la del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha compartido el manual de instrucciones de un test de antígenos.