POLARIZACIÓN
De Kamala Harris a Pedro Sánchez: ¿el optimismo funciona en política o es sólo humo?
“You think you just fell out of a coconut tree?”. Y la risa de Kamala Harris inunda todo. Esas carcajadas que ponen de los nervios a los republicanos. Vídeos, tiktoks, memes. Y se inserta la música de Charli XCX. Filtros verde lima. Es el brat summer. El apoyo a la candidata demócrata desbordaba así las redes y fiestas este verano de miles jóvenes en Estados Unidos. Frente al odio, la reivindicación de la alegría y la sonrisa cañera.
Harris le ha dado la vuelta a la batalla por la Casa Blanca. Y se ha anotado ya una importante victoria en el debate contra Donald Trump. Una de sus principales armas: el discurso del optimismo. Ella lo defiende, los demócratas hacen bandera de ello y los medios lo llevan a los titulares. Es un giro en el polarizado escenario político que domina Estados Unidos. Ella vende una gran sonrisa frente al catastrofismo. Carcajadas versus el caos.
La reivindicación de la palabra optimismo se abre camino no sólo en Estados Unidos. Desde el arranque del curso político, también el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, la ha colocado con sus nueve letras en el epicentro de sus discursos. En su intervención el pasado sábado ante el Comité Federal del PSOE enfatizó: “Reivindico el optimismo. Creo que son malos tiempos para los agonías. Hay muchos en política. Y son buenos para los optimistas. Para algunos el optimismo es mala prensa. Ya veréis mañana los medios de comunicación de la derecha... Lo que domina ahora en cierta prensa publicada es centrarse en los problemas y pasar de puntillas sobre las soluciones. Parece que da audiencia y retuits vaticinar tragedias que, al final, no acaban produciéndose. Pensemos que España vive uno de los mejores momentos de las últimas décadas. Debemos volver a poner de moda el optimismo en nuestro país. Un optimismo informado y realista".
Cómo se combaten los discursos de odio
Esta actitud de líderes progresistas pretende hacer frente de otra manera al discurso del odio que se apodera de las derechas, que ahondan principalmente sus críticas en minorías para colocarlas como enemigos. En el último informe hecho por el Comité Director sobre la lucha contra la discriminación, la diversidad y la inclusión (CDADI) del Consejo de Europa se refleja que a raíz de la pandemia se ha incrementado este tipo de relatos de odio. El documento contempla que “las personas migrantes y refugiadas siguen siendo uno de los principales objetivos del discurso de odio en tiempos de crisis en todo el continente”. “Los atentados terroristas en varios lugares de Europa han avivado los sentimientos xenófobos. El odio contra las personas lesbianas, gay, bisexuales, transgénero e intersexuales (LGBTI) -y en particular contra las personas transgénero- se refuerza durante las crisis, lo que exige intervenciones institucionales efectivas. Las grandes crisis suelen también alimentar el discurso de odio antisemita”, incluye el texto.
Los discursos del odio también están muy dirigidos hacia las mujeres, que son sus principales víctimas en Internet, a tenor del estudio Moderación de contenidos en línea. Retos actuales en la detección de la incitación al odio, desarrollado por la Agencia de la UE de Derechos Fundamentales (FRA), que se centró en los mensajes en Reddit, Telegram y Youtube. Más de la mitad de los mensajes abusivos detectados iban destinados hacia mujeres. Los siguientes grupos más afectados eran afrodescendientes, judíos y gitanos.
"El miedo no puede ser el único elemento"
El optimismo, en cambio, se abre paso en los discursos de líderes progresistas. La gran pregunta es si pueden calar en la sociedad en un momento tan polarizado y si tienen la fuerza suficiente para vencer los mensajes más oscuros. ¿Y pueden tener rédito electoral? Ramón Mateo, director de Análisis e Impacto Regulatorio de beBartlet, subraya: “Existe esa coincidencia del discurso del optimismo. No es algo exclusivo de Estados Unidos y España. Desde una perspectiva general, los partidos más comprometidos con los valores de la democracia liberal están en esta reflexión de cómo enfrentarse a esas fuerzas contra el sistema y esta oleada reaccionaria que se da en Europa, EEUU y América Latina, bajo el auspicio de Rusia”.
Añade Mateo: “Este tipo de movimientos reaccionarios utilizan emociones muy primarias como el miedo al diferente y al cambio. Frente a este tipo de argumentario, el arsenal de las otras fuerzas ha estado girando en torno a la alerta y a la amenaza de lo que representan. Ha sido una dialéctica de miedos y amenazas”. Pero, prosigue, esto tiene “un recorrido corto”.
“Cuando las amenazas no se materializan de la forma que uno se esperaba o acaban siendo contemporizadas como en Italia por razones de geopolítica, al final se acaban desgastando los discursos de movilización para resistir y los cordones sanitarios”, hilvana. “El miedo no puede ser el único elemento. Por eso, hay que movilizar a través de programas y de visiones del mundo que generen ilusión. Es la ilusión la que genera adhesión, no el miedo. Se trata de un fenómeno global”, resume.
"¿Un discurso positivo es contrario a la polarización? No"
El fenómeno también lo aborda Gabriela Ortega, consultora política y profesora de la Universidad Camilo José Cela, que señala que, a nivel técnico, el discurso positivo y el tono esperanzador juega en el “eje continuidad-cambio” en política. “Si desde la continuidad no das la percepción de un ambiente de crecimiento y de que todo va hacia mejor, lo que hace es dar dar paso a la opción de cambio, que intenta generar la sensación de esperanza”, retrata.
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“Lo contrario a lo positivo es el miedo. ¿Pero un discurso positivo es contrario a uno de polarización? No, porque ese discurso positivo puede elevar el tono a un argumento de yo lo hago mejor y el otro lo hace peor o mal”, aprecia Ortega, que también es vocal de la Asociación de Comunicación Política (ACOP). En este punto, subraya que el gran desafío de un discurso muy optimista son las grandes expectativas que se pueden generar, “ya no tanto en comunicación gubernamental, sino de manera electoral”. “Fijas cotas muy altas en la gestión”, apostilla.
Condicionar "los estados de ánimo"
Toni Aira, politólogo y director del Máster de Comunicación Política de la BSM-UPF, pone en conexión directa la actuación de Kamala Harris de explotar esa vía con el trabajo de su asesora Karen Dunn, que ha estado ligada a los demócratas y colaboró también con Barack Obama y Hillary Clinton. Para él, es un acierto que la candidata fije “ese marco, esa mirada y ese tono”. La política, continúa, trata de condicionar “estados de ánimo”. Una imagen frente a ese Trump “adusto y que representa al pasado”.
“Pone una sonrisa, el contraste ya es evidente”, reitera. Para, además, elevar que ahora los ciudadanos buscan “superar una etapa “de crispación”: “Siempre lo positivo puede mucho más que las expectativas de confrontación y de odio”. “Los sentimientos son lo que ahora más activa a la gente. Si puedes hacer una campaña con la bandera de lo positivo, tienes las de vencer a lo negativo. Es el enfoque que quiere darle también Sánchez en los últimos tiempos a sus discursos frente a los agonías”, concluye Aira.