Corrupción en el PP
Feijóo y Cospedal: de “es una persona limpia” a son “grabaciones de hace una década”
En 2013, cuando María Dolores de Cospedal pedía ayuda al entonces comisario de Policía José Manuel Villarejo para neutralizar a Luis Bárcenas y tapar el escándalo de los sobresueldos en el PP, Alberto Núñez Feijóo llevaba cuatro años al frente de la Xunta y siete en la presidencia del partido en Galicia.
El dirigente gallego, que en aquellos días estaba muy ocupado intentando acallar sus propios escándalos —el diario El País había publicado pruebas gráficas de su larga amistad con el contrabandista y narcotraficante Marcial Dorado—, era en 2013 cualquier cosa menos un cargo de segundo nivel dentro de la estructura de poder del PP. Pero eso no le ha impedido ahora, ya como líder de la organización y máximo responsable del comportamiento de sus miembros, desde los altos cargos hasta los militantes, tratar de desmarcarse de aquellos hechos restándoles importancia con el argumento de que se trata de “grabaciones de hace una década”.
Para Feijóo no hay en este asunto otra medida que lo que digan los jueces. Da igual que en las grabaciones la entonces secretaria general del PP, con la que él mantuvo pública afinidad política, pronuncie frases y haga afirmaciones que comprometen gravemente su comportamiento. Mientras no haya reproche judicial, él no tiene nada que decir.
“Nuestro partido es absolutamente respetuoso con el Estado de Derecho, respetuoso con cualquier investigación judicial y respetuoso con las decisiones judiciales”. Y nada más. A menos, claro está, que las acusaciones afecten a otros partidos.
El nuevo presidente del PP, que este martes estaba de visita en Ceuta, se estrenó hablando de corrupción en su partido sin ni siquiera tratar de marcar la misma distancia con la que amagó su antecesor. Cuando salió a la luz el Caso Kitchen, en septiembre 2020, y salpicó directamente al exministro Jorge Fernández Díaz e indirectamente a Cospedal y al expresidente Mariano Rajoy, Pablo Casado anunció que sería intransigente con las malas prácticas: “Caerá quien tenga que caer”, enfatizó.
Entonces Feijóo fue tibio en sus declaraciones, como acostumbra, salvo para hablar de Rajoy, sobre cuya “honorabilidad” afirmó no tener ninguna duda. “Estoy a favor de que se investigue todo y a todos”, afirmó cuando le preguntaron por Fernández Díaz y Cospedal.
Pocos meses después, en junio de 2021, sí se mojó. En un acto de partido y en respuesta a las preguntas de los periodistas, se mostró “convencido” de que las cosas se aclararían y de que Cospedal “es una persona limpia”.
Sintonía política
Lo cierto es que la sintonía política entre Feijóo y Cospedal es bien conocida y viene de lejos. La exsecretaria general del partido no confirmó su candidatura a las primarias que decidieron la sucesión de Rajoy hasta que el presidente de la Xunta anunció que no se presentaría. Y el propio Feijóo, aunque oficialmente no apoyó a ninguno de los aspirantes —la terna de favoritos se completaba con Pablo Casado y la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría— apenas disimuló sus preferencias durante las dos visitas que, durante la campaña, realizó Cospedal a Galicia en el verano de 2018.
Son elogios que hoy, sabiendo el valor que Feijóo otorga a determinados perfiles, resultan muy reveladores. En Ourense destacó la experiencia de Cospedal, expresidenta de Castilla-La Mancha, exministra de Defensa, ex secretaria de Estado de Seguridad y exsecretaria general del PP. “No viene a aprender a gobernar”, alabó el entonces presidente de la Xunta, porque “ha gobernado ya, sabe ganar elecciones” y también “sabe estar en la oposición, algo necesario para tener una carrera política completa”. Exactamente las mismas virtudes que se ha atribuido a sí mismo para presentarse como el líder ideal del PP en estos momentos.
En A Coruña, poco después, repitió sus buenas palabras. Cospedal “no viene aquí a aprender, esta se lo sabe”, tras “servir a España tanto en el Gobierno como en la oposición”. Y subrayó su buena opinión sobre el eslogan de campaña de la exministra —“El partido, primero”—, tan “claro y diáfano”, según él, como el suyo en las autonómicas de 2016. “Si este eslogan es votado por la mayoría, hay que cumplirlo”, advirtió en el mitin de la candidata.
La relevancia de Cospedal dentro del PP está fuera de toda duda. Su presencia al frente del partido, como número dos de Rajoy, se extendió durante una década (2008-2018) y sus cargos en Interior y Defensa le dieron acceso a información sensible en una época en la que las fuerzas de seguridad investigaban las prácticas corruptas de su partido.
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Su peso en el PP fue decisivo hasta en la derrota. En el congreso extraordinario de 2018 fue ella quien inclinó la balanza a favor de Pablo Casado a pesar de que Soraya Sáenz de Santamaría —su máxima rival— gozaba del favor de la mayoría de los militantes.
La exsecretaria general también optaba a la presidencia del partido, quedó tercera y acabó decidiendo la sucesión y el mandato de casi cuatro años de Casado que concluyó se forma abrupta a finales de febrero cuando todos los barones —con Feijóo a la cabeza— se conjuraron para obligarle a convocar un congreso extraordinario y ceder el mando.
Entre los seguidores de Cospedal que siguen vivos en la dirección del PP destaca un nombre: Cuca Gamarra, que la apoyó en el congreso de 2018, se hizo un hueco en el equipo de Casado y supo sobrevivir a su caída convirtiéndose a su vez en secretaria general del PP con Feijóo ya instalado definitivamente en la calle Génova.