ENTREVISTA
Alberto Garzón: “Mi posición sobre las macrogranjas será la línea de trabajo de todos los países occidentales”
Es martes por la mañana y los miembros del Consejo de Ministros llegan a su cita semanal tras una semana de polémica. Ocupa espacio en todos los informativos y estalla en las redes sociales. Las macrogranjas amenazan con convertirse en el tema estrella de la campaña electoral en Castilla y León y dividen al Ejecutivo.
El ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, ofrece una entrevista en Onda Cero justo antes de entrar a la reunión del gabinete. La última pregunta es en realidad un comentario del periodista Carlos Alsina, que concluye que Alberto Garzón parece, tras escuchar a Planas, “la persona menos indicada” para ser ministro de Consumo. El titular de Alimentación se queda callado. Son tres segundos cargados de elocuencia que parecen muchos más. “Ningún comentario por mi parte”, dice sin defender a su compañero en el Gobierno, al que verá sólo unos minutos después.
Ha pasado ya la reunión del Consejo de Ministros y Alberto Garzón (Logroño, 1985) recibe a infoLibre en su despacho para una entrevista cuya transcripción literal (se han puesto de moda) puedes leer aquí. Está tranquilo. Parece, al menos, muy tranquilo. Se expresa con firmeza pero también con serenidad. “Estoy muy seguro de lo que te voy a contar”, avanza antes de entrar en faena. Lo deja claro desde la primera pregunta.
¿Se arrepiente de algo? “No, en absoluto. Lo que yo dije fue impecable, lo mantengo y se convertirá en línea de trabajo de todos los países occidentales. De hecho, ya lo es, pero lo será en mayor medida en el futuro inmediato”.
Nadie en el Gobierno me ha dicho: “Alberto, lo que dijiste es mentira”. Nadie
¿Yolanda Díaz, Pedro Sánchez o alguien lo han llamado al orden? “No, en absoluto. Es evidente que ha habido polémica por cómo mis compañeros, los socios de coalición, se han tomado estas declaraciones o, más bien, las declaraciones que no dije. Pero en cuanto a lo sustantivo, yo no he visto a nadie que me haya dicho: “Alberto, lo que dijiste es mentira”. Nadie”. ¿Tampoco un ‘estoy de acuerdo contigo pero no lo digas de esta manera’? “No, tampoco me lo han dicho”. ¿Yolanda Díaz o Pedro Sánchez no han pedido su renuncia? “No, no, no”, contesta tajante.
Garzón tiene muchas ganas de entrar al fondo del asunto, los peligros que él advierte en las macrogranjas. Por el camino, las formas (qué dijo, qué no, qué quiso decir y qué consecuencias tiene que lo diga) y las desavenencias internas dentro del Gobierno se han convertido en otras dos categorías y con mucha miga también.
“Se trata de un bulo”, explica. “Son unas declaraciones que se habían producido con anterioridad en una entrevista el 14 de diciembre en The Guardian. Se publica el 26 de diciembre y no es hasta el 3 de enero cuando una empresa del lobby cárnico construye un bulo, una tergiversación dirigida de esas palabras, con falsedades y mentiras. Se las manda al sector y a [Alfonso Fernández] Mañueco, el candidato de las macrogranjas en el PP de Castilla y León, para que ataque a este ministro y al Gobierno. Ocultan de esa manera el fondo del asunto, que era lo que verdaderamente había hecho yo: una defensa encendida de la ganadería extensiva, familiar, social, que es la que genera puestos de trabajo”, reivindica.
El bulo ocultó lo que yo hice: una defensa encendida de la ganadería extensiva, familiar, social, que es la que genera puestos de trabajo
Es más, en el artículo del rotativo inglés, Garzón alaba literalmente la ganadería extensiva hecha en Castilla y León y se abstiene de nombrar las comunidades donde están las macrogranjas que tan poco le gustan. “Construyeron un bulo para que pareciera que yo mismo atacaba al conjunto del sector cuando en realidad lo defiendo de su amenaza más inmediata”, según él.
Pero, ¿quiénes son ellos? Si se trata de una operación, ¿quién la promueve? “Está el lobby cárnico, que desde el primer momento opera para frenar las políticas de transformación social de este ministerio. Nosotros aprobamos una norma para favorecer la ganadería extensiva, social y familiar y que [estas explotaciones] pudieran vender sus productos en competición con los de macrogranja. Al lobby cárnico no le gusta ese tipo de políticas y por lo tanto construye el bulo. Luego hay quienes se aprovechan para sus propios propósitos partidistas, como las diferentes derechas, pensando en las elecciones”.
Garzón se reafirma punto por punto en sus declaraciones y cree que, “cuanto más se sepa de qué iban” más se pondrá de manifiesto “el peligro social, público y medioambiental que suponen las macrogranjas”. El también coordinador federal de Izquierda Unida cree que “el negacionismo climático” se le puede volver en contra al PP porque “incluso grupos municipales” del partido de Pablo Casado se han manifestado contra las macrogranjas en diversos puntos del país, según él. ¿Y del PSOE? Ni una palabra. Más allá de reafirmarse en sus argumentos de fondo, Garzón evita comentar las desautorizaciones de sus compañeros o entrar al cuerpo a cuerpo.
¿Por qué son perjudiciales las macrogranjas?
¿Por qué son perjudiciales las macrogranjas que pueden concentrar a muchos cientos o incluso miles de cabezas de ganado casi inmovilizado para su explotación? “Contaminan los suelos y el agua, tienen una emisión desproporcionada de gases de efecto invernadero –por lo que contribuye al cambio climático– y no generan puestos de trabajo [...] Hay que tener en cuenta la gravedad del asunto. El impacto ecológico de una macrogranja es absolutamente desproporcionado. Ese es el motivo por el que tenemos tantos problemas de contaminación y la Comisión Europea nos abre un expediente. Y eso es insostenible. Es inviable absolutamente. Hay que ser tajante. Y, de hecho, como sociedad debemos estar enormemente preocupados por las personas que viven en las poblaciones cercanas, que lo sufren, incluidos los malos olores y pierden la capacidad de poder instalar actividades como el turismo rural. ¿Quién puede ir de turismo a una población de esas características?”, se pregunta.
Como sociedad debemos estar enormemente preocupados por las personas que viven en las poblaciones cercanas
Precedente: el Mar Menor. “Si lo que queremos es evitar desastres como los del Mar Menor y los miles de peces muertos que hace unas semanas veíamos sobre el agua, tenemos que considerar que eso no se gestó en un solo día. Es el resultado de políticas de contaminación durante décadas. Lo que permitió eso fue que las administraciones miraran para otro lado. Para evitar que se reproduzcan problemas como esos tenemos que actuar ya”, pide.
Las medidas en marcha dentro del Gobierno
Sobre la mesa hay varias regulaciones pendientes en las que estarán implicados Consumo, Transición Ecológica y Agricultura. Garzón defiende que su rechazo a las macrogranjas no es un desahogo ni una manera de llamar la atención sino un “diagnóstico” al que seguirán cambios legislativos. “Están en marcha en el Gobierno. Estamos en ese camino y la Comisión Europea está también encima de ese proceso. Dentro de poco [la Comisión] presentará una taxonomía para la agricultura y la ganadería igual que ha ocurrido con la parte energética [...] También está la regulación y el ordenamiento de las propias explotaciones ganaderas para poner límites a las cabezas de ganado que tienen esas macrogranjas”.
¿A cuántas cabezas de ganado deberían limitarse las explotaciones? “Corresponde a los técnicos que hacen el análisis del impacto ecológico, social y particularmente medioambiental. No puedo poner una cifra para no comprometer el resultado final que vaya a salir dentro de unos meses”, avanza.
Durante los cerca de 10 días que ha durado, de momento, la polémica, Garzón ha escuchado como algunos de sus compañeros lo dejaban solo. Los demás, callaron, salvo los de Unidas Podemos, donde Yolanda Díaz asumió su defensa. La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, dijo que hablaba “a título personal” y no como ministro. Pedro Sánchez dijo “lamentar muchísimo” las declaraciones y el propio Planas las consideró “muy desafortunadas”. ”Soy el ministro de Alimentación y si alguien habla de alimentación, lo normal es que me llamen”, dijo Planas en la mencionada entrevista, reconociendo que ni Garzón lo llamó ni él le había pedido explicaciones hasta entonces.
Lo que digo tiene la máxima aceptación en el Gobierno, más que nada porque, por ejemplo, allí donde gobierna, el PSOE está contra las macrogranjas
El titular de Consumo quita hierro. “Tenemos buena relación. Compartimos algunos espacios de gobierno y al mismo tiempo él sabe perfectamente cuál es nuestra línea de trabajo. El contenido de esas declaraciones lo había manifestado yo previamente y posteriormente. Él lo conocía”, explica, asegurando que lo que él dice está en los documentos del Gobierno. “No solo en la Estrategia España 2050, que es muy clara, sino los objetivos de la Agenda 2030, las directrices que nos está mandando en forma de normativa o recomendaciones la Comisión Europea, la evidencia científica… todo apunta en la dirección de lo que yo estoy diciendo [...] Estoy convencido de que [el planteamiento] en el Gobierno tiene una máxima aceptación, más que nada porque, por ejemplo, la política del PSOE allí donde gobierna está claramente alineada con lo que yo he dicho”. Para prueba, según él, la “moratoria a las macrogranjas” en Castilla-La Mancha.
El ministro de la polémica está seguro de estar del lado correcto de la historia. “Este debate que estamos teniendo sobre las macrogranjas se tiene en Países Bajos, donde han creado un ministerio específicamente para abordar esta cuestión. En Alemania, en Francia, en la Comisión Europea… en todas partes. Pero nunca en esos países ha estado tan envenenado como en este momento en España, porque tenemos una derecha que está compitiendo con la extrema derecha, utilizando sus técnicas y sus tácticas”. Y, según él, el PP tiene miedo a Vox y sus avances en zonas rurales, algo que pone a la derecha en el camino de Trump y Bolsonaro.
Consumir menos carne, pero que la carne que se consuma sea de mayor calidad, es una victoria para todos. Para el cuerpo, para el planeta y para la ganadería extensiva
“Creo que no les va a salir bien”, confía. ¿Por qué? Porque la conciencia verde, la preocupación por la salud y la sostenibilidad no es una tendencia urbanita. Como ejemplo, pone su polémico vídeo que motivó la desautorización del “chuletón” por parte de Sánchez. “En verano hicimos una campaña que estimulaba precisamente cambios en los hábitos de consumo alimentario. El tipo de alimentación que llevamos también tiene un impacto ecológico. Consumir menos carne, pero que la carne que se consuma sea de mayor calidad, es una victoria para todos. Para el cuerpo, para el planeta y para la ganadería extensiva, social y familiar, que es la que produce la carne de mejor calidad”.
Por si fuera poco, el covid puede haber acelerado el proceso. “La pandemia nos ha brindado la oportunidad de entender primero lo frágiles que somos. Vivimos en ecosistemas que son frágiles, vulnerables a la propia acción del modelo de producción y consumo. Por lo tanto, necesitamos protegernos colectivamente a través de medidas políticas. Tiene que haber un empuje y una protección por parte del Gobierno. Tenemos que entender que nuestro modelo de producción y consumo tiene que cambiar. Es un modelo insostenible”, según él.