Pablo Iglesias: "Estamos rodeados de mafiosos en las altas esferas judiciales, policiales y mediáticas"
Pablo Iglesias (Madrid, 1978) sabe lo que es estar en el punto de mira de las llamadas cloacas del Estado. De hecho, las sufrió en sus propias carnes desde el comienzo de su andadura política. Para la posteridad queda el tristemente famoso informe Pisa –acrónimo de Pablo Iglesias Sociedad Anónima–, aquel supuesto documento policial que deslizaba falsamente una financiación ilegal de Podemos y que abrió periódicos y telediarios en plena negociación para formar Gobierno tras las elecciones generales de diciembre de 2015, en las que la formación morada irrumpió como tercera fuerza política. O el bulo sobre un pago efectuado por Gobierno de Venezuela a Iglesias a través de una cuenta en el paraíso fiscal de Granadinas, algo que el propio banco afectado se encargó de desmentir.
Que existió una guerra sucia contra Podemos con la complicidad de algunos medios de comunicación es algo que ha ido aflorando en algunas investigaciones judiciales. Ahí están, por ejemplo, los mensajes de Whatsapp del ex secretario de Estado de Interior Francisco Martínez con Enrique García Castaño, comisario jefe de la Unidad Central de Apoyo Operativo. "Mirar los 69 –el número de diputados que tenía en aquel momento el espacio político– se saca, pero hay que mirar uno a uno y, claro, deja rastro", decía en enero de 2016 el alto mando policial. Ahora, ocho años después, la Audiencia Nacional, en el marco de una investigación abierta sobre la guerra sucia, acaba de recibir información sobre las búsquedas en bases policiales que se hicieron de medio centenar de estos parlamentarios en 2015 y 2016.
Iglesias, sobre el que se hicieron más de un centenar de consultas solo en esos dos años, responde a las preguntas de infoLibre pocas horas después de que esta documentación haya visto la luz. Sostiene que las búsquedas que se hicieron sobre él son "ilegales" porque no contaban con aval judicial. Por eso, considera que los responsables del espionaje deberían acabar en prisión, aunque se muestra pesimista: "No creo que lo veamos". Y responde con amargura a la pregunta sobre si la guerra sucia contra Podemos, en la que la pata mediática fue clave, funcionó: "Ha tenido un éxito enorme. Yo tuve que dejar la política y nuestro partido, aunque está vivo, tiene menos fuerza electoral que la que tenía hace ocho años".
Podemos irrumpió con fuerza en la política nacional en las generales de diciembre de 2015. Y solo un mes después, ya se estaba maniobrando en el Ministerio del Interior para buscar trapos sucios sobre ustedes. ¿A qué respondía ese interés del Gobierno por desacreditar a su formación?
Nos veían como una fuerza política que podía ganar las elecciones y había que evitarlo. Para eso, había una estructura mafiosa con piezas en el Gobierno, Estado, élites policiales, élites militares y, por supuesto, judicatura y medios de comunicación. Sectores mafiosos con mucho poder que conspiraron con absoluta impunidad para alterar el proceso democrático. Si tuviéramos una democracia real, estos señores acabarían en la cárcel. Pero creo que no lo veremos. Y menos después de que el PSOE haya legitimado a la derecha judicial repartiéndose el Consejo General del Poder Judicial con el PP.
¿Cree que si el PP hubiera sacado mayoría absoluta en aquellos comicios hubiese habido tanto interés por desacreditar a Podemos?
No tiene sentido imaginar si las cloacas hubieran actuado si el PP hubiera tenido mayoría absoluta. Creo que sí, pero no tiene sentido explorar una hipótesis del pasado imposible de verificar.
A medida que se han ido desarrollando algunas investigaciones policiales, quedan ya pocas dudas sobre la existencia de una guerra sucia contra Podemos con la complicidad de algunos medios de comunicación. ¿Cómo vivió usted, en lo personal, ese acoso y derribo continuo a través, entre otras cosas, de informes policiales falsos?
Es muy desagradable, hace mella en cualquier ser humano y funciona en dos direcciones. Por una parte, haciendo que quieras dejarlo y no quieras volver a tener responsabilidades políticas por las implicaciones que eso tiene en tu familia y en tu vida personal. Cuando me preguntan si alguna vez regresaré, una de las razones por las que digo que no es porque no querría someter a mis hijos a una presión semejante, porque sé que eso volvería a ocurrir.
Nos veían como una fuerza política que podía ganar las elecciones y había que evitarlo
Y por otro lado, la acción de las cloacas también buscaba fabricar una izquierda distinta, dócil al sistema y que, por lo tanto, tiene el privilegio de no ser atacada, de no aparecer en portadas, de no ver que su vida personal es escudriñada. Hay una promesa de vida tranquila si se va por otro camino, si no se hacen determinados planteamientos. En este sentido, no hay que olvidar que la fuerza política más mimada por una cadena de periodistas corruptos como es La Sexta es Sumar y Más Madrid. Esto es una evidencia. Es imposible encontrar a nadie de ellos criticando los audios de Ferreras con Villarejo, Casals y el jefe de la unidad antiterrorista.
La violencia que recibió y recibe Podemos no la sufren otros sectores de la izquierda. Vistas las investigaciones prospectivas que llevaron a cabo los agentes, todo el mundo sabe que si hubieran investigado a otras organizaciones como a nosotros les hubieran reventado. Pero eso es algo que nunca ocurrió.
¿Cuándo fue consciente usted de la existencia de esa guerra sucia? ¿Hubo algún hecho que le hiciera pensar, en algún momento, que se podían estar utilizando recursos policiales en su contra?
No era difícil de imaginar. Era bastante obvio cuando le robaron el teléfono móvil a Dina Bousselham y su contenido apareció en un ordenador de Villarejo. Y resultaba evidente que podía haber sectores policiales cuando salió la noticia fake de Granadinas que difundió Ferreras.
Como sabe, la Unidad de Asuntos Internos de la Policía Nacional acaba de remitir a la Audiencia Nacional un listado de consultas que se hicieron sobre usted y sobre otros compañeros de partido en las bases de datos policiales. En su caso constan, en total, más de un centenar de búsquedas. ¿No resulta preocupante que se pueda espiar con esa impunidad en democracia?
Lo es. Y todo el mundo es consciente, además, de que probablemente no haya ninguna condena, a pesar de que deberían estar en la cárcel los responsables políticos y policiales.
¿Cómo se puede concebir que Ferreras dirija una cadena de televisión que disfruta de una licencia pública después de los audios que hemos escuchado? Pues porque manda la mafia y hay verdadero miedo. ¿Cuántos periodistas se atreven a criticar a Ferreras? Contadas excepciones. Estamos rodeados de mafiosos con licencias de televisión y radio, con posiciones estratégicas en las altas esferas judiciales, policiales, empresariales o militares.
Esto revela la verdad del poder: del periodismo, de la judicatura, de las élites policiales...
Cuando nosotros hemos dicho que gobierna la mafia, el PSOE, al que ahora le preocupa mucho la esposa del presidente, sostenía que España era una democracia plena y que no existían cloacas policiales. Bueno, pues esto revela la verdad del poder: del periodismo, de la judicatura, de las élites policiales... La verdad de un sistema democrático con un nivel de poder escandaloso sobre el que prácticamente nadie se atreve a hablar. Nosotros sí nos atrevimos. Y lo hemos pagado de la manera que todo el mundo conoce.
Esta clase de consultas tienen que estar perfectamente justificadas. En su caso, ¿cree que podían guardar relación con alguna investigación que pudiera estar en curso o las sitúa todas ellas fuera de la legalidad?
Es evidente que son ilegales porque no están avaladas por ninguna autoridad judicial. Que ya sería grave que se hicieran con algún tipo de aval judicial, pero al menos ahí habría que leer la motivación o la justificación. En este caso, hablamos de algo que debería llevar a sus responsables a la cárcel. Pero ya le digo que no creo que eso ocurra.
¿Por qué no lo cree?
Por la judicatura que tenemos. ¿Cree que apellidos como Marchena, como García-Castellón, como Aguirre o como Peinado, a pesar de lo que conoce todo el mundo, tendrán alguna vez no ya algún tipo de responsabilidad penal, sino responsabilidad administrativa? ¿Alguien se puede imaginar al CGPJ sancionando a jueces como estos a pesar de lo que sabemos? ¿Alguien se imagina a Ferreras en la cárcel? ¿O a la Asociación de la Prensa de Madrid criticando sus audios? ¿O a algún periodista, cuyo sustento dependa de salir en La Sexta, haciendo la más mínima crítica por esto? ¿O a un tertuliano de Terradillos criticando que publicara el informe Pisa en la Cadena Ser?
Desde que comenzó a aflorar todo lo relativo a las llamadas cloacas del Estado, ¿cree que se han tomado todas las medidas necesarias para evitar que vuelva a repetirse algo similar?
No se ha tomado, de hecho, ninguna. Todo lo contrario. Las que se toman son para garantizar que esto se pueda seguir repitiendo con absoluta impunidad. Anteayer publicábamos en Diario Red que la ministra de Defensa ha nombrado como mano derecha al hermano del ultraderechista de Manos Limpias que fabricó las pruebas falsas contra Begoña Gómez.
¿Qué medidas tendrían que tomarse para evitar que esto vuelva a ocurrir?
Primero, limpiar de corrupción los estamentos judiciales que debería hacerse es limpiar corrupción en los estamentos judiciales. Y eso sería tan sencillo de hacer como a través de una ley orgánica que cambie el sistema de mayorías para el CGPJ, de forma que no sea más difícil nombrar a un vocal que a un presidente del Gobierno, exactamente lo contrario a lo que ha hecho el PSOE.
Claro que tienen éxito las cloacas. Siempre ganan
Luego, habría que limpiar de corrupción el periodismo. Y eso pasa, básicamente, por que las licencias públicas no puedan acabar en manos de la familia Berlusconi o de las familias que gobiernan el grupo Atresmedia, con algunos imputados por delitos de corrupción como el señor Creuheras. Pero no parece que eso esté en la voluntad del Gobierno.
¿Y a nivel policial?
Se deberían tomar las medidas judiciales oportunas, pero para eso debería haber jueces que estimaran que puede ser objeto de delito lo que hacía la autodenominada brigada patriótica. ¿Va a ir a la cárcel alguno de los subordinados de Fernández Díaz? ¿Va a ir a la cárcel Eugenio Pino? ¿Va a ir a la cárcel Fuentes Gago? Me sorprendería que así fuera. Aquí los que van son los seis de Zaragoza o [el rapero] Pablo Hasél. ¿Los policías corruptos van a la cárcel? No.
¿Considera que la guerra sucia contra Podemos ha tenido éxito? A pesar de que todas las acusaciones que se hicieron contra ustedes se vinieron abajo, ¿hasta qué punto todo aquello terminó dejando un poso en la sociedad?
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No solo un poso, la guerra sucia ha tenido un éxito enorme. Yo tuve que dejar la política y nuestro partido, aunque está vivo, tiene menos fuerza electoral que la que tenía hace ocho años. Han logrado romper el espacio electoral de la izquierda, dividiéndola entre una dócil y la que nosotros representamos. Y han logrado chamuscar a figuras políticas.
Independientemente de que ahora se sepa todo, ¿quién se entera? Solo dos de las grandes cabeceras han llevado hoy a portada el espionaje: El País y La Vanguardia. El resto de basura corrupta, desde El Mundo o el Abc a La Razón, ni siquiera informan de ello, como tampoco lo hacen las televisiones de la derecha que disfrutan de licencias públicas.
Claro que tienen éxito, por tanto, las cloacas. Las cloacas siempre ganan. Y Ferreras entrevistando a Pedro Sánchez después de decir en unos audios que le iban a hacer sufrir con los puticlubs de su suegro es la imagen de esa victoria.