La nueva legislatura

El segundo tiempo de negociación se inicia con el blindaje del pacto entre PSOE y Ciudadanos

El segundo tiempo de negociación se inicia con el blindaje del pacto entre PSOE y Ciudadanos

Dos meses y medio después de las elecciones del 20 de diciembre, comienza la segunda fase de las negociaciones para formar Gobierno. Tras el intento fallido de investidura del líder del PSOE, Pedro Sánchez, se abre un periodo de dos meses en los que los partidos negociarán para tratar de evitar la repetición de los comicios. El plazo se presenta repleto de interrogantes: ¿se mantendrá el pacto entre PSOE y Ciudadanos? ¿Seguirá siendo Sánchez el candidato? Y, si finalmente no hay acuerdo, ¿a quién benefician unas nuevas elecciones?

El fracaso de Sánchez en su primera votación de investidura el pasado miércoles supuso que comenzara a correr el plazo de dos meses que establece la Constitución para convocar la repetición electoral si ningún candidato consigue la mayoría necesaria para acceder a la Presidencia del Gobierno. Los expertos consultados por infoLibre son cautos a la hora de interpretar cómo pueden desenvolverse los acontecimientos en las próximas semanas, aunque sí coinciden en señalar que el pacto de PSOE y Ciudadanos será la base en torno a la que se debatan otros posibles acuerdos y en que el escenario sigue siendo extremadamente volátil como para estimar qué ocurriría en unos nuevos comicios. Este mismo sábado, el PSOE y C's dieron un paso más en el blindaje de su pacto al asegurar que a partir de ahora negociarán de forma "conjunta" con los demás partidos. Ello complica cualquier acuerdo con las fuerzas de izquierdas –Podemos y sus confluencias, IU, Compromís–, muy reacias a sentarse en una mesa de negociación junto a Ciudadanos y que han rechazado con rotundidad el pacto alcanzado entre Pedro Sánchez y Albert Rivera.

La endiablada aritmética parlamentaria del Congreso hace complicados los pactos, ya que no existe una mayoría absoluta ni del bloque de izquierdas ni del de derechas. Por ello, el segundo tiempo comienza con muchas más incertidumbres que certezas. Aunque, según los expertos, el único acuerdo que hoy por hoy hay encima de la mesa seguirá en pie tras la segunda votación fallida de este viernes. "Dudo que se haga tabla rasa y se descarte el pacto, me parece mucho más posible que el documento se utilice como punto de partida" para cualquier negociación, sostiene Ignacio Jurado, profesor de Ciencia Política en la Universidad de York.

"PSOE y Ciudadanos han escenificado tanto la firma del pacto y su unión que no pueden descartar el pacto así como así. Que luego el acuerdo aguante los dos meses es otra cosa", apunta sin embargo el experto, que no ve "sencillo" que no haya modificaciones en un acuerdo que, al menos por ahora, únicamente recoge 131 apoyos (90 del PSOE, 40 de C's y la diputada de Coalición Canaria). En opinión de Jurado, lo más probable es que tanto PSOE como Ciudadanos se dediquen en los próximos meses a "estirar el documento en direcciones contrarias, el PSOE para acercarse a Podemos y Ciudadanos para intentar sumar al PP".

La misma opinión manifiesta Jorge Galindo, investigador de la Universidad de Ginebra, que señala que el pacto "no se romperá a corto plazo, aunque quedará claro que no ha conseguido la confianza de una mayoría", por lo que tendría que sufrir modificaciones para sumar a otros actores. Quien más reservas muestra es Lluis Orriols, profesor de Ciencia Política en la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M): "Las negociaciones están muy verdes, son muy incipientes, y realmente falta por acordar el grueso de un pacto postelectoral", argumenta el experto.

Discursos en una doble clave

Sea como fuere, el acuerdo entre PSOE y Ciudadanos ha centrado las declaraciones de los dirigentes políticos en los últimos días, y fundamentalmente las de Iglesias y Sánchez. Orriols pronostica que, en las próximas semanas de negociación, tanto Podemos como los socialistas seguirán insistiendo en el mismo discurso que hasta ahora, y explica que todas las formaciones están midiendo con mucha cautela los mensajes que envían porque se enfrentan a una situación con dos posibles finales: o acuerdo, o la repetición de las elecciones.

"Es muy difícil que los partidos tomen ciertos riesgos en la mesa de negociaciones, porque cualquier cosa que firmen o hagan puede ser munición en una futura campaña", sostiene el politólogo, que sin embargo afirma que, de cara a alcanzar un acuerdo para la formación de Gobierno, Podemos y el PSOE están manteniendo alegatos coherentes para con sus electorados. "El de decir que sólo existen dos alternativas, o nosotros o el PP, puede ser atractivo para la gente con una fuerte preferencia de que no gobierne el PP", explica el politólogo.

En el caso de Podemos, señala Orriols, es coherente que actúen como lo están haciendo porque "sería difícil pensar que aceptasen el acuerdo sin entrar en una negociación donde puedan sacar muchísimos más réditos". "Para ser un buen negociador tienes que ser capaz de hacer creíble la amenaza de que, si no se llega a un acuerdo en la mesa, uno se puede levantar, haya las consecuencias que haya", argumenta el politólogo, que señala que, para sus intereses, "Podemos tiene que dar la sensación de que está dispuesto a que gobierne el PP si no hay buen acuerdo".

Máriam Martínez-Bascuñán, profesora de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), también hace referencia a la doble vertiente –de cara a las negociaciones y también a unas posibles elecciones– de los mensajes que están transmitiendo PSOE y Podemos. "De cara a sus votantes quizás sea eficiente, pero eso significa que ninguno de ellos está pensando en llegar realmente a un acuerdo, sino que más bien se habla en clave electoral, y esto es ineficaz desde el punto de vista de funcionamiento del sistema", plantea la politóloga.

"En los sistemas parlamentarios multipartidistas hay dos momentos claramente diferenciales: el tiempo del enfrentamiento electoral y un tiempo institucional en el que las partes que hasta ahora se han presentado como irreconciliables deben buscar el entendimiento. Los discursos necesariamente, en este tiempo institucional, deben cambiar", afirma Bascuñán, que sin embargo señala que "la anormalidad política que estamos viviendo estos días tiene que ver con esto; con superponer estas dos lógicas discursivas porque ninguno de los partidos sabe bien qué va a ocurrir". 

La politóloga, no obstante, no coincide con que los argumentos utilizados por PSOE y Podemos estén funcionando bien. "El argumento de que votar no es votar como el PP no funciona cuando a esa pinza se suma prácticamente todo el Congreso, y el argumento de que el PSOE se ha vendido a la derecha tampoco funciona cuando ha establecido como línea roja la práctica imposibilidad de llegar a un acuerdo con el PP", sostiene Bascuñán, que insiste en que "lo interesante es que son relatos construidos y pensados desde una lógica electoral, más que pensados para el tiempo institucional en el que se debe buscar la gobernabilidad".

Las elecciones, inciertas

Sin embargo, la dureza dialéctica con la que se están empleando unos portavoces contra otros no tiene por qué afectar en unas negociaciones posteriores, sostienen los expertos. "La sesión de investidura del miércoles fue pura expresividad retórica, pura teatralidad", afirma Bascuñán, quien asegura que "por supuesto" que se puede conversar después de este viernes. "La tensión, los desacuerdos, las riñas, suelen ser muy intensas al principio, se rebajan cuando hay pacto, y vuelve a escenificarse la ruptura justo antes de unas elecciones", explica por su parte Orriols, que señala que si ahora los partidos están confrontando duramente es porque saben que estas semanas podrían ser previas a un adelanto electoral. "Pero se me hace difícil pensar que esto imposibilite pactos posteriores", zanja.

Y estas eventuales elecciones, ¿a quién beneficiarían? Los expertos coinciden en que la enorme volatilidad de la que adolece el tablero político en los últimos tiempos no se ha disipado, por lo que es imposible hacer un pronóstico cuando quedan casi cuatro meses para una posible repetición de los comicios (que se celebrarían el 26 de junio). Pero sí que pueden plantearse algunas claves, como que la participación, en opinión de Orriols, descendería, y eso –a su juicio– perjudicaría fundamentalmente a los partidos con electores menos ideologizados.

"Hasta ahora se ha dicho que la convocatoria de elecciones interesaría a los partidos que están en los extremos, PP y Podemos", explica por su parte Bascuñán, que argumenta que "esto es cierto y no". "Se puede pensar que los votantes de Ciudadanos tienen más incentivos ahora para votar directamente al PP si saben que 'Rivera va a entregar el gobierno a Sánchez', y se puede pensar que los votantes socialistas tienen más incentivos para votar a Podemos si saben que el sorpasso es posible y que votar al PSOE es abrir la posibilidad de un gobierno de izquierda y centro derecha, porque los votantes socialistas siguen prefiriendo un pacto con Podemos", contrapone la experta.

La situación, sostiene por su parte Ignacio Jurado, se aclarará cuando se acerque la fecha límite para la repetición de las elecciones, tal y como sucedió hace unos meses en Cataluña. "El problema que hay ahora es que los partidos no saben qué situación les beneficia más", explica el experto, que interpreta que las formaciones "están intentando posicionarse muy duramente para negociar con fuerza, y la decisión final sobre cuánto pueden ceder la tomarán cuando tengan una idea muy clara de cómo les iría en unas elecciones".

Galindo pone el ejemplo de Podemos para explicar cómo pueden evolucionar las preferencias de un partido según pasen los días. "Hay una parte de Podemos y las confluencias que yo creo que tiene incentivos para pactar con el PSOE, no con este documento, pero sí antes de que se repitan las elecciones: son básicamente los que dependen del PSOE para gobernar", asevera el politólogo, que pone como ejemplo las declaraciones de la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, o el pacto que mantienen en la Comunidad Valenciana PSOE, Compromís y Podemos. Por el contrario, en otro sector de la formación puede, según Galindo, primar el deseo de convertirse en fuerza hegemónica de la izquierda. Las encuestas tendrían, en este supuesto, mucha importancia para dilucidar qué ocurriría.

El rey tendrá un perfil bajo

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Lo que no parece probable es que el rey nombre un nuevo candidato si no tiene los apoyos necesarios para ser elegido presidente del Gobierno. "Vuelve a ser un territorio inexplorado, pero yo creo que el rey no tiene incentivos para hacer otra cosa que no sea esperar y nombrar candidato al primero al que le den los números", señala Galindo, que afirma que el jefe del Estado "sabe que cualquier movimiento suyo puede ser utilizado políticamente", por lo que lo más lógico es que no se arriesgue.

"El rey debería abrir nueva ronda de consultas para ponerse al día con la visión que tiene cada uno de los partidos, pero los ciudadanos no verían con excesivos buenos ojos que hubiera un excesivo protagonismo del rey", coincide Ignacio Jurado, que descarta la opción de que el monarca "nombre a un independiente o una figura externa" como candidato para solucionar el bloqueo. "En una democracia parlamentaria más rodada en este tipo de situaciones, como pudiera ser Holanda o Bélgica, sería razonable, pero aquí es la primera vez que ocurre algo así", compara Jurado.

Lo que ven remoto los expertos consultados es que sea Albert Rivera el nominado, aunque existen matices entre ellos. "Podría suceder en un escenario tan insólito, pero sería complicado explicar desde la lógica democrática procedimentalista por qué se propone a Rivera antes que a Iglesias, por ejemplo, aunque hasta ahora sí es cierto que Rivera ha demostrado ser más hábil en el terreno del consenso", calcula Bascuñán. "A mí me parece altamente exótico", sostiene Orriols, mientras que Jurado circunscribe esta opción a que el líder de Ciudadanos "sumara los apoyos necesarios".

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