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Caminando Fronteras y Regularización Ya: "España es racista y ya no se oculta, está socialmente aceptado"

Helena Maleno (Caminando Fronteras) y Silvana Cabrera (Regularización Ya).

Ambas dedican su día a día al activismo. Defienden, a toda costa, los derechos de las personas migrantes. Su bagaje en ello es amplio, pero su experiencia no siempre ha sido un camino fácil. Y menos ahora cuando, también ambas, detectan un incremento del odio. Sin embargo, eso no va a ser suficiente para acallar sus voces. Y por eso este jueves Helena Maleno, de Caminando Fronteras, y Silvana Cabrera, de Regularización Ya, recogerán el cuarto Premio infoLibre concedido al Compromiso Social.

Ha sido este, quizás, el año en el que su labor ha estado más en el centro que nunca. Las negociaciones políticas en torno a la crisis migratoria canaria, la aprobación del Pacto Europeo de Migración y Asilo, los centros de internamiento italianos en Albania, el cada vez mayor poder de la extrema derecha en Europa o la victoria de Donald Trump en Estados Unidos son sólo algunas de las evidencias de que los derechos humanos están cada vez más en cuestión. Por eso el trabajo de las dos premiadas tiene ahora más sentido que nunca.

Cabrera lleva años reclamando, como el propio nombre de su organización indica, una regularización extraordinaria inmediata. Empezaron a recoger firmas en diciembre de 2021 y consiguieron el apoyo de más de medio millón de personas. Llevaron sus avales al Congreso, donde el pasado 9 de abril todos los grupos, excepto el de Vox —"el del odio", como lo define ella—, dieron luz verde a tramitarlo. Tras meses de espera, un acuerdo de PSOE y Sumar consiguió desbloquearlo. Pero el trámite no ha terminado, ni mucho menos. Es más, para Cabrera ha pasado tanto tiempo que el texto debería ser enmendado. En su totalidad. "Lo que pedimos ahora es que la ley abarque a todas las personas que se encuentren en situación irregular cuando sea aprobada", explica, en conversación con infoLibre.

La dana ha dado de hecho un motivo más para exigirlo así. Y Cabrera, que descuelga el teléfono desde València, lo sabe bien. "Los migrantes irregulares afectados por esta catástrofe no pueden quedar fuera. Ahora mismo ni siquiera tienen acceso a las ayudas del Estado", lamenta. Pero en cualquier caso ahí no acaba todo. Porque también reclama que se dote "de los recursos necesarios a las Oficinas de Extranjería", aunque sabe que no es fácil. Porque el migrante no suele ser un colectivo que logre sus objetivos. "Parece que hay voluntad para trabajar, pero es verdad que los partidos políticos no terminan de convencerse. Parece que cuando se da un paso adelante, luego hay dos hacia atrás", lamenta.

Racismo, discurso del odio y extrema derecha

Maleno coincide. Y tiene claro el porqué. "España es un país racista", lamenta. Y en el que, además, cada día hay menos pudor y vergüenza en demostrarlo. "Tenemos un racismo institucional de base, pero antes se intentaba ocultar. Ahora está socialmente asumido y aceptado, no se recriminan ese tipo de posiciones", señala. Todo eso, advierte, hace que vivamos un momento "bastante delicado" provocado, diagnostica, por la "inacción" de las autoridades. "No ha habido políticas antirracistas claras en un momento en el que son claramente necesarias. Cuando por ejemplo tienes una infancia a la que denominas mena [menores extranjeros no acompañados], lo que estás haciendo es deshumanizarla", argumenta.

Su previsión, además, es que la situación vaya a peor. "Son las personas migrantes las que están poniendo la resistencia. Los movimientos sociales del Estado español ni han estado ni están a la altura para llevar a cabo esa lucha", apunta.

Son por tanto personas como Cabrera, que también vive en sus carnes ese fenómeno que explica Maleno. "Estamos viendo ese incremento del racismo en València. Ha habido personas, por ejemplo, que se han negado a repartir comida a mujeres musulmanas. Hay gente que ahora mismo tiene miedo a salir a la calle en las poblaciones afectadas porque están completamente militarizadas y sigue habiendo controles policiales en función del perfil racial", expone.

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En cualquier caso, la pregunta es obvia: ¿por qué cada vez hay más racismo? Para Cabrera es relativamente fácil que este discurso cale. Porque la desigualdad enfrenta, dice. "El mensaje de 'el Estado no hace nada por nosotros' funciona para señalar a los otros", lamenta. Maleno lo ve de forma similar. "Los delitos de odio son una justificación para sostener un sistema donde tú puedes sostener tus privilegios sobre la esclavitud y la servidumbre de otros colectivos", dice. Así se justifica, por ejemplo, que sean las mujeres extranjeras las que sostienen sobre sus espaldas el trabajo del hogar y de los cuidados.

La criminalización

Denunciar todo esto, claro, tiene consecuencias. Para las dos. Cabrera ve día a día cómo hay "grupos de neonazis" que campan a sus anchas por las calles de València. Y Maleno estuvo inmersa en un procedimiento judicial que incluso reclamó la cadena perpetua para ella en Marruecos por un presunto delito de tráfico seres humanos por las llamadas que realiza a los servicios de Salvamento Marítimo alertando de pateras con migrantes en peligro. "Siempre he tenido señales de persecución, pero fue ahí donde descubrí que había investigaciones contra mí. Nunca supe si se habían respetado todas mis garantías", recuerda ahora.

Todo terminó en 2019 con un archivo, pero nunca lo olvidará. Cree, de hecho, que el suyo fue una especie de "caso ejemplarizante". Por eso sigue la "criminalización", dice, de quienes trabajan en la frontera como ella. "El Estado español ni siquiera me ha protegido. Lo que hacemos es protegernos entre quienes trabajamos en esto", lamenta. Nunca nadie le pidió perdón.

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