Cada vez menos y más solos: los amigos de la austeridad y los recortes se refugian en Alemania y Países Bajos

La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca está ahondando las brechas abiertas entre los 27 Estados miembros por un nuevo contexto internacional que exige a la UE revaluar políticas y paradigmas instalados desde hace décadas. La invasión de Rusia contra Ucrania forzó la integración de Suecia y Finlandia, dos socios comunitarios tradicionalmente neutrales, a ingresar en la OTAN. La respuesta militar de Israel sobre Gaza, Cisjordania y Líbano provocó la ruptura de una posición común en apoyo de Tel Aviv y que países como España o Irlanda reconociesen el Estado Palestino.
El notable aumento de sus inversiones en defensa que han realizado los países de la Unión Europea desde 2022 para responder a la agresión de Moscú no es suficiente para la nueva Administración en Washington. Y la obtención de nuevos recursos empieza a dividir al tradicional bloque de países austeros, los socios de Alemania a la hora de exigir el cumplimiento del déficit y de rechazar integraciones fiscales o emisiones conjuntas de deuda.
Finlandia y Dinamarca, dos de esos países, ya abren la puerta a mayores fondos desde Bruselas hacia los países, financiados por algún tipo de deuda común o con el presupuesto general de la Unión. Esta postura era una anatema hasta hace pocos meses en un grupo del que forman parte también Países Bajos, Austria o Suecia y que ya tragaron con los Fondos de Recuperación de la pandemia, por la gravedad del momento y a cambio de programas concretos de reformas.
La austeridad no es para los tiempos modernos
Abrió fuego la primera ministra de Dinamarca, una socialdemócrata. En su discurso de Año Nuevo, Mette Frederiksen pidió “repensar la economía europea” porque “necesitamos más empleos y eso requiere significativamente más inversiones, públicas y privadas”. Frederiksen reconoció que “las ayudas de Estado son necesarias”, una demanda no dirigida a sus propias inversiones públicas sino al marco regulador europeo, presionando a Bruselas para abrir la mano en la financiación de empresas y la permisividad con las capitales.
Por si fuera poco, Frederiksen explicaba que en Dinamarca, y la UE, no habían aplicado reformas adheridas a las presupuestos o decidido aumentar la edad de jubilación para sentarse callados y ver cómo otros continentes prosperaban. Una crítica implícita a los recortes y ajustes que Bruselas y ciertas capitales, también la suya, impusieron entre los 27, los cuales han situado a Europa a la zaga de Estados Unidos y Asia por una falta estructural de inversión.
El grupo de los países austeros impuso dogmas económicos durante la crisis del euro y los rescates de países del Sur en base a conceptos como el de la responsabilidad. Griegos, portugueses o españoles no habían sido responsables con sus presupuestos ni sus ciudadanos al manejar sus finanzas. Frederiksen se abre a derribar ciertos dogmas. “Siempre aplicaremos políticas económicas responsables, pero la responsabilidad no se limita a los resultados. El desarrollo debe ser socialmente justo... y debemos preguntarnos, ¿ganaremos o perderemos empleos? ¿Desarrollaremos nuestras propias industrias y tecnologías o seguiremos dependiendo de otros?
Pero no sólo en la bancada socialista escandinava se cuestiona la política de la austeridad presupuestaria. Un conservador del Partido Popular Europeo, el primer ministro finlandés Petteri Orpo, ha profundizado en la reflexión de Frederiksen. Orpo ya “no descarta la opción de usar fondos comunes europeos, incluida deuda, para aumentar las defensas, que el dinero se use donde se protege a Europa”.
El debate en Europa es relevante porque los 27 abrirán con la Comisión este año las primeras negociaciones sobre los próximos presupuestos de la UE, los correspondientes al 2028-2034 que le corresponderá diseñar al nuevo equipo de la presidenta Von der Leyen. Francia se está haciendo eco de la nueva mentalidad que surge en los dos países nórdicos con el objetivo de aprovecharla en el futuro debate comunitario. Su ministro de Asuntos Europeos, Benjamin Haddad, insiste que “las necesidades en defensa son tan grandes que no las podemos financiar sólos”, en referencia los países. La demanda de eurobonos volverá a estar sobre la mesa en Bruselas.
Más gasto común en la UE, pero militar
Andrius Kubilius, de los cristiano demócratas lituanos, también miembros del grupo de los austeros, es ahora comisario de Defensa y Espacio y trabaja en la idea de proponer un fondo común de hasta 500.000 millones de euros en créditos y transferencias a los países para que aumenten su gasto militar en la próxima década. En Bruselas se habla de un escudo antimisiles europeo financiado por la Unión, una iniciativa que de plasmarse entraría en el próximo marco presupuestario de la UE.
El actual gobierno de Estonia, dirigido por liberales de centro-derecha y con el conservadurismo fiscal como una de sus premisas, reconoció hace unos días que apoyaría la creación de ese fondo de inversiones militar, con el que no sólo financiar el escudo antimisiles sino también compras conjuntas de armamento a la industria europea para los ejércitos de los 27. Estonia se sumaría a las tesis galas sobre europeos específicos al respecto.
España cierra 2024 consolidada como el nuevo motor económico de Europa
Ver más
“Europa debe ser capaz de hacer más por sí misma. En esto estoy de acuerdo con los recientes presidentes de Estados Unidos, incluido Donald Trump”, concluyó Frederiksen en el cambio de año, dejando la puerta abierta a, como mínimo, usar las cuentas comunitarias para gasto en Defensa y aliviar así a las haciendas nacionales.
En Alemania, el presidente del Instituto IFO acaba de defender abiertamente la introducción en su país de recortes para financiar los gastos en Defensa. Para llegar al 2,5% de inversión militar respecto al PIB, Berlín debería, según Clemens Fuest, “limitar a un 1% anual” el crecimiento de las pensiones, limitar las llegadas de refugiados “restringiendo sus beneficios”, “reducir los subsidios federales planeados de 14.500 millones de euros en un tercio mediante reformas en la cobertura sanitaria” y, según este economista liberal, “aumentar un unto el IVA, lo que podría generar unos ingresos adicionales estimados de 17.000 millones de euros”.
Los amigos de la austeridad y los recortes siguen vivos en Alemania o en Países Bajos pero el estancamiento económico les hace rebuscar ahora en las partidas de sus presupuestos y en las costuras de su Estado de Bienestar para obtener los fondos con los que financiar el creciente gasto militar. Y mientras, en Europa su grupo de aliados a favor de la austeridad, contrarios a la deuda común y una mayor integración fiscal se está resquebrajando por la nueva realidad geopolítica.