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Lecturas infalibles

Ángela Segovia y la “monstruosa” '2666' de Roberto Bolaño

La poeta Ángela Segovia.

Aquí, un trozo de Ángela Segovia (Navas del Marqués, 1987):

 

"entre flechas luminarias, carne cuantificadano se preocupa el puma agazapado del cuantioso sobornomás horas y proseguirá su búsqueda oscuralo que desconoce es: dónde está su soledad ahoraentre todas las voces ajedrécicas?"– de paso a la ya tan (2013)

Estos versos pertenecen a su poemario de paso a la ya tan (2013),  que empezó a gestarse alrededor del 2010 durante la estancia de la escritora en París. Por ese entonces, un amigo le prestó un libro que habría de “conmocionarla” por “su  valentía”.  Es 2666, de Roberto Bolaño. Una novela inmensa que narra diferentes historias: un grupo de críticos europeos en busca de un autor, un periodista estadounidense que investiga una serie de asesinatos, un profesor chileno que enseña literatura, y la vida del misterioso escritor Benno von Archimboldi. Pero hay un punto donde todas estas líneas convergen, el centro gravitacional de la novela: la ciudad mexicana de Santa Teresa (inspirada en Ciudad Juárez), asolada por una ola de feminicidios. Todo esto hace que Ángela Segovia elija 2666 para la lista de Lecturas infalibles, la sección donde diferentes autores recomiendan el clásico ideal para devorar durante estos meses de calor.

 

“Es un libro monstruoso. Se nota que está escrito con urgencia, es decir, con necesidad, y se nota que está escrito poniendo todo cuanto traía Bolaño para dar. Cuando lo lees tienes la sensación de que Bolaño se sacó uno a uno los órganos y los puso sobre la mesa, no se guardó nada, pero lo hizo a toda prisa, sin tiempo de recolocarlos. La combinación entre la urgencia y la ambición desmedida producen un engendro errático y a la vez incuestionable. Y el sacrificio a la literatura de una persona nos redime a todos, de alguna manera”, cuenta la autora de ¿Te duele?.

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Con urgencia, sí. El escritor y poeta chileno Roberto Bolaño terminaba la monumental obra con la idea de que su enfermedad ya lo conducía al final del camino. Tal como se explica en la primera edición de 2666, el autor dejó instrucciones de dividir sus 1128 páginas en cinco tomos que –publicados uno cada año– pudieran dejar resuelto el futuro económico de sus hijos pequeños. Bolaño falleció un 15 de julio de 2003 en Barcelona, esperando un trasplante de hígado, y con su novela sin publicar. Tenía 50 años. Y en ese momento, a medio millar de kilómetros, una joven Ángela Segovia ya había empezado a leer poesía.

Para la ganadora del Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande 2009, la novela de Bolaño, publicada al año siguiente de su muerte, es un “clásico contemporáneo”. “Siempre me ha parecido una buena lectura veraniega porque pide muchas horas de dedicación, y si son seguidas mucho mejor. Yo sigo volviendo a él muchos veranos, releo alguna de las partes y a veces me engancho y vuelvo a leerlo casi entero”, explica la poeta. Otras sugerencias en el menú de la escritora, más recientes, son Materiales para un derribo, del poeta Carlos Bueno Vera, y el primer volumen de la Poesía reunida de Chus Pato.

Pero los secretos del plato fuerte, 2666, todavía no han sido desentrañados. “Creo que aún no hemos asimilado del todo las enseñanzas que la obra de Bolaño traían consigo. Por otra parte, el problema del mal ligado al problema de la literatura, que son los nudos de toda la obra de Bolaño, son también y todavía nudos de nuestro presente. ¿Cómo hacer arte hoy, en la cola del capitalismo? ¿Si la poesía solía ser una forma de exorcizar el mal del mundo, qué hacer si es tomada por el mal?”, se pregunta la autora de La curva se volvió barricada(2016). Con más o menos respuestas, lo cierto es que la “espiral” de obras del escritor, de las cuales 2666 es “el ojo del huracán”, han influido mucho en la amante y estudiosa de la literatura latinoamericana que es Ángela Segovia.

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