Paula Mattheus: "Es un acto reflejo, soy incapaz de no reírme cuando alguien se cae, no lo puedo controlar"

La cantautora Paula Mattheus durante su concierto el pasado 6 de marzo de 2024 en Las Ventas, Madrid.

Nada más escuchar las letras que dan forma a cada una de las piezas discográficas de la cantautora Paula Mattheus, donde sus historias de vida son las principales protagonistas, uno se da cuenta de que su especialidad es exponer sus emociones y sentimientos. Y, aunque parezca que no tiene hueco para el humor, recurrir a la risa es habitual para la vizcaína, pues considera que es una actividad fundamental para "curar" muchas cosas. Una "buena medicina", en definitiva, como tanto suele decirse, pero haciendo uso de ella siempre desde el "respeto" (y quizás después de haber leído el correspondiente prospecto). Así lo expone en distendida conversación al fresco con infoLibre.

Aunque actualmente esté en plena gira estival y a partir del 8 de noviembre abra las puertas a una nueva etapa musical con su futuro álbum, Bailando bajo la tormenta, que tendrá dos importantes conciertos de presentación los días 16 y 17 de enero en el Teatro Circo Price de Madrid, dentro de la programación de Inverfest, saca la cantante cualquier excusa para poder echarse una buena carcajada, ya que, aunque en ocasiones su trabajo le exija cierta seriedad, los ataques de risa son inevitables, y más si está en su ámbito privado.

Un caso reciente es cuando estaba recordando junto a una amiga momentos absurdos que habían vivido y, con un toque jocoso, suelta que esa conversación, más que una charla entre amigas, parecía "una competición de fracasos". Para mantener ese toque estival tan presente en el ambiente, la artista recuerda sus memorables y graciosas vacaciones el año pasado en Menorca junto a un grupo de amigos: "Fue muy divertido porque todos teníamos el mismo plan y las mismas ganas de disfrutar de nuestra compañía y de planes tranquilos".

Sin perder la sonrisa, Mattheus se sincera y relata que, aunque puede ser una acción maléfica, le es misión imposible aguantar la risa cuando ve que alguien se cae. (No es la única y, aunque por lo general sea algo que no se suele confesar, hay quien sí lo hace sin problemas, como igualmente nos confesó Carme Portaceli). "Es un acto reflejo, no lo puedo controlar", aclara a carcajada limpia.

En el extremo opuesto, tiene bien claro que no está dispuesta a soportar "bromas machistas o de violencia de género". Asimismo, considera que para hacer ciertos chistes, es fundamental saber "leer el ambiente". "Hay determinadas bromas que no deberías hacer, y más cuando hablamos de humor negro. Creo que la gracia termina cuando para alguien puede suponer algo doloroso o traumático", añade.

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Además de ser clara con que sí y con que no hay que hacer chistes, también lo es cuando no es capaz de pillar una broma supuestamente graciosa, ya que se considera una persona incapaz de reírse de algo que no comprende o no le parece divertido, ya que es bastante expresiva y se le nota mucho "todo". Y dicho esto, se lanza a compartir con nuestros lectores un chiste terriblemente malo, que seguramente no haga gracia a más de uno o más de dos, aunque precisamente sea esa la intención principal: "¿Qué beben los pingüinos? Licor del polo". Lo dicho, jocosamente terrorífico.

Aunque la comedia no sea la afición que más le guste a la artista, sí que le encanta consumir contenido cultural de todo tipo. Y por aquello de la deformación profesional, tira para el lado musical para recomendar escuchar a Reno Renardo o Mojinos Escozíos, dos populares grupos de rock españoles con unas letras divertidas, disparatadas o surrealistas, cuando no directamente enfermizas. Pero esa es la cosa en este combo de música y humor: una buena carcajada con una buena canción.

Tras hablar un poco de cultura humorística, sale el tema de la política y si hay alguien al que vea con buen humor dentro del sector. Mattheus es tajante y declara, tras echar un profundo suspiro: "Estoy muy descontenta con toda la política en general. Me cuesta encontrarle la gracia a alguno". Como traca final, la madrileña se moja y cree que, aunque los andaluces son unos "salaos", los gallegos "tienen una gracia distinta". "Las cosas más cómicas a mí siempre me ocurren cuando giro en Galicia. Así que me quedo con los gallegos", concluye.

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