Urge volver a València Pilar Portero
El negacionismo también mata
Puede que no falte tanto tiempo para que los ciudadanos señalen la crisis climática como la mayor preocupación y el problema más importante del país en las futuras encuestas del CIS, incluso por detrás de la economía y la inflación. Sobre todo, porque arrastrará a ambas. Sin irnos a ese futuro próximo, estamos en una España ardiendo, desértica, con sequías desconocidas, tormentas intensas arrasando cultivos y Vox sigue negando la evidencia científica. No es una anécdota que la ultraderecha cargue contra el cambio climático, es un peligro para la supervivencia.
Esta semana el warning ha sido global. “El cambio climático mata” de Pedro Sánchez desde los incendios de Extremadura ha tenido su réplica en el ex vicepresidente Al Gore. “¿Cuántos récords más tendrán que romperse y cuántas comunidades más tendrán que ser devoradas por las llamas antes de que tomemos las acciones necesarias para evitar los peores impactos de la crisis climática?”, escribió en Twitter. Los hitos de la destrucción del fuego se han acumulado en menos de una semana. 70.000 hectáreas, el doble de la media de la última década. Solo en Galicia se ha quemado en cuatro días más terreno que en todo 2021. En Gran Bretaña lo han llamado un “apocalipsis de calor” mientras se derretía una pista de aterrizaje y los británicos se preguntan cómo han llegado hasta aquí. Lo mismo ha ocurrido en Francia, Portugal y en una Europa paralizada por las altas temperaturas.
Hemos visto el lado más doloroso del impacto del clima en la muerte de José Antonio González, empleado de la limpieza de Madrid, desplomado en plena calle a las cinco de la tarde. Con su muerte y la pelea de su hijo por señalar a sus responsables se ha abierto un debate fundamental. La responsabilidad de la administración cuando un trabajador muere por motivos climáticos. El alcalde, José Luis Martínez Almeida, quiso sacudírselo de encima, ninguna sorpresa. Negó incluso que fuera un trabajador municipal para terminar reconociendo indirectamente que su obligación política y moral es evitar un turno de trabajo incompatible con la vida.
Hemos visto a un hombre salir de entre las llamas en Zamora a punto de ser engullido. Salvó su vida tras intentar ayudar con su tractor a otros vecinos y los animales atrapados en el fuego. En esta comunidad, para el vicepresidente aupado por el PP, Juan García Gallardo, “no hacen falta zonas de bajas emisiones sino de altos nacimientos”. En la línea de otro diputado de la formación ultra: “Que se caliente un poquito el planeta evitará muertes por frío”, dijo durante el debate de la aprobación de la primera Ley del Cambio Climático. No son declaraciones aisladas. Santiago Abascal definió la línea del partido en el debate del estado de la nación: “¿Nadie tiene la honradez de preguntarse por qué los discursos más enloquecidos del fanatismo climático que hemos escuchado en esta tribuna son los mismos de banqueros, CEOs y fondos de inversión?”.
El negacionismo de Vox no es una anécdota, es una amenaza. Es preocupante que nieguen la ciencia empírica, el mapa del observatorio de la NASA con medio globo ardiendo, pero más grave es la dejación política consecuencia del negacionismo allí donde son socios de gobierno del PP. Y cabe preguntarse si la mala gestión del popular Alfonso Fernández Mañueco, denunciada por bomberos y efectivos, está relacionada con el frenazo de su socio de gobierno.
El alcalde de Madrid ha tenido reflejos (tarde y mal) para no sacudirse la responsabilidad política y asumir el cambio de turnos de quienes trabajan a pleno sol. Ahora es evidente que había una responsabilidad sobre la muerte del empleado de la limpieza. Habrá que definir una nueva arquitectura legal para quienes se oponen a la acción política contra la emergencia climática. El Gobierno está para impulsar y materializar las acciones políticas que protejan el clima, la primera ley nacional fue un paso. Esta semana con España ardiendo hemos visto que está casi todo por hacer. Lo que hay no es suficiente para la fuerza de las temperaturas extremas. Falta mucho por definir en materia de derechos sobre el clima, pero también sobre las consecuencias del terraplanismo climático. En algún momento tendrá que escribirse el marco penal y las responsabilidades de quienes nieguen la evidencia.
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