Sobre la fiesta nacional
El miércoles día 12 se celebró la fiesta nacional. Cuando puse la televisión por la mañana me encontré a la ministra de Defensa hablando con las distintas misiones militares destacadas en el extranjero, la necesidad, utilidad, conveniencia y ética de esas misiones internacionales podría dar para otro artículo, pero hoy prefiero centrarme en el aspecto de la celebración oficial que consistió, como todos los años, en un desfile militar. ¿Eso es la nación? ¿Eso es nuestra nación?
Recuerdo que en España existe un día dedicado exclusivamente a las fuerzas armadas, en el que se realiza un desfile de forma itinerante por las distintas comunidades autónomas.
El 12 de octubre es día de fiesta nacional, no entro a valorar si la fecha es la mejor, eso sería otro debate, lo que sí afirmo es que España es mucho más que las fuerzas armadas y la clase política, únicos protagonistas de la celebración.
¿Por qué no se celebra una gran manifestación de unidad y convivencia de los ciudadanos que sacamos adelante la nación con el trabajo de cada día? Sería bonito realizar una gran manifestación en cada pueblo o ciudad, de trabajadores de la salud, de la educación, de los cuidados, de los agricultores, los ganaderos, los estudiantes, los comerciantes grandes y pequeños, los obreros industriales, los intelectuales, los periodistas, los parados, los que preparan oposiciones, los trabajadores de la cultura, los que cuidan de su casa, los transportistas, los barrenderos, los deportistas, los científicos, los funcionarios públicos, los jubilados, las kellys, los riders, los banqueros y los bancarios, los conductores de autobús y de taxi, los jueces y abogados, y sí, también las fuerzas de seguridad y el ejército y los políticos y así todos juntos los que cada día con su esfuerzo sacamos adelante este país.
Las fiestas nacionales basadas en desfiles militares son cosas del pasado, son muestras evidentes de los nacionalismos del siglo XIX que tanto sufrimiento trajeron a la humanidad en el siglo XX y ahí seguimos, son muestras evidentes de la razón de la fuerza, en vez de la democrática fuerza de la razón.
Se consideran los únicos auténticos españoles, el resto somos malos españoles y algunos incluso han manifestado su deseo de fusilar a la mitad de sus compatriotas
¿Por qué no grandes manifestaciones o eventos en los que se enseñen y se practiquen los grandes valores democráticos, la tolerancia, la diversidad, el respeto? ¿Por qué no grandes manifestaciones en las que se siembre la utopía de la razón y el entendimiento frente a la sinrazón de la fuerza y la exclusión?
En vez de todas esas buenas esperanzas, como cada año, hemos vuelto a ver cómo el presidente del gobierno de España es abucheado por los asistentes, hemos vuelto a ver a lo más intolerante de nuestra sociedad manifestándose en uno de los barrios más ricos de nuestro país. Son ellos, las derechas de siempre las que se niegan a compartir la nación con todos los españoles, básicamente porque la consideran de su propiedad y se consideran los únicos auténticos españoles, el resto somos malos españoles y algunos incluso han manifestado, sin consecuencias, su deseo de fusilar a la mitad de sus compatriotas.
Hemos vuelto a ver al rey y al resto de autoridades rindiendo homenaje católico de Estado a los militares muertos en acto de servicio, obviando el artículo 16 de la Constitución sobre la no confesionalidad del Estado y a que en los ejércitos puede haber militares de todas las creencias, incluso ateos. Lo que no se ha visto en la fiesta Nacional es rendir homenaje a 751 fallecidos en accidentes de trabajo. ¿Acaso para los 47 millones de españoles son más importantes unos muertos que otros muertos?
Es por tanto una Fiesta Nacional que no une, que separa, las autoridades del Estado deberían plantearse otro modelo.
Como dijo Unamuno, “me duele España”
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Ángel Díez es socio de infoLibre