Una reflexión autocrítica: un compromiso con el futuro
Un artículo publicado en abril de este año puso en el punto de mira a uno de los grandes sociólogos portugueses, Boaventura de Sousa Santos, que fue señalado como acosador sexual por varias investigadoras del Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra. Boaventura de Sousa renunció a continuar al frente del centro que había fundado en 1978 y su caso despertó una tormenta mediática en Portugal. Unas 250 personalidades del mundo académico y cultural firmaron el manifiesto 'Todas sabemos' en apoyo de las autoras del artículo.
Dos meses después de la publicación del citado artículo, Boaventura de Sousa Santos escribe este texto que en España reproduce infoLibre:
A lo largo de mi vida personal y profesional, junto con mi actividad como intelectual, docente y activista, siempre he defendido los derechos humanos, especialmente los derechos de las mujeres, los pueblos indígenas y las minorías más desfavorecidas en el contexto social, cultural, económico o de cualquier otro tipo.
El fenómeno del machismo, como problema social e interpersonal con profundas raíces en nuestro espacio cultural, nos afecta a todos en nuestras relaciones humanas, especialmente a medida que nos alejamos de los tiempos actuales, en los cuales la conciencia es mayor, aunque todavía insuficiente.
Nacido en 1940, pertenezco a una generación en la que el comportamiento inapropiado, si no sexista, ya sea a través de la convivencia o del lenguaje, era aceptado por la sociedad. No siempre es fácil darse cuenta de forma consciente de que se están adoptando comportamientos que antes no se consideraban inadecuados. No se trata de justificar comportamientos pasados, sólo de comprobar algo que puede ocurrir y dar lugar a acciones poco constructivas. Reconozco que en ciertos momentos pude haber sido protagonista de algunos de estos comportamientos. En ese sentido, lamento que algunas personas hayan sufrido o sentido malestar y por esto les debo una retractación.
Este reconocimiento no implica en modo alguno que asuma la práctica de los graves hechos de los que se me acusa y nunca dejaré de defender la dignidad e integridad que he construido a lo largo de más de 50 años de esfuerzo y dedicación. En este contexto, no puedo sino seguir dedicando todos mis esfuerzos para profundizar en la promoción de una cultura institucional e interpersonal de prevención, detección, condena y eliminación de las conductas machistas en sus más diversas manifestaciones.
Los intelectuales que, como yo, han reconocido desde hace mucho tiempo que una de las dimensiones de la dominación en las sociedades contemporáneas es el heteropatriarcado, tienen una obligación especial de vigilancia, no solo epistemológica sino también práctica, emocional e interpersonal, de no caer en contradicción entre lo que defienden teóricamente y sus acciones concretas en las relaciones interpersonales e institucionales.
Hasta que la cultura feminista no se consolide plenamente, debe tenerse en cuenta que, en la inmensa mayoría de los casos, las mujeres no han encontrado herramientas institucionales y de comunicación adecuadas para presentar sus quejas, ver reconocido su sufrimiento injusto y obtener la reparación que se considera adecuada.
Reconozco que en ciertos momentos pude haber sido protagonista de algunos de estos comportamientos. En ese sentido, lamento que algunas personas hayan sufrido o sentido malestar y por esto les debo una retractación
Debemos estar siempre vigilantes, ya que la violencia contra las mujeres puede manifestarse de muchas maneras, por lo que es necesario seguir estudiando en profundidad el fenómeno, los factores que lo promueven, sus impactos y las acciones para erradicarlos. Los casos particularmente graves de violencia machista deben ser rigurosamente identificados y castigados eficazmente por la justicia penal, con pleno respeto del derecho de defensa y otros principios de justicia democrática; los casos menos graves deben ser tratados de acuerdo con los principios de justicia restaurativa que implican el reconocimiento del sufrimiento injusto, iniciativas conjuntas (intermediadas o no por terceros) para el cuidado y la curación. Lo importante es que de la evaluación y resolución de todos los casos salga reforzada, y no debilitada, la cultura feminista.
Como en todos los procesos interpersonales, existen complejidades y excepciones, se deben evitar los procesos de linchamiento y cancelación, garantizando los derechos ampliamente reconocidos de la justicia democrática. Siempre he argumentado que, debido a que los principales modos de dominación moderna son, además del heteropatriarcado, el capitalismo y el colonialismo (racialización de cuerpos y culturas o prácticas que se desvían de la cultura eurocéntrica dominante), se debe buscar una articulación entre la cultura y las luchas feministas, por un lado, y la cultura y las luchas anticapitalistas y anticolonialistas, por otro.
Si en algún momento no estuve a la altura de cumplir y difundir estos principios o no hice todo lo que debía, esta omisión solo refuerza mi compromiso, ahora más que nunca, de promoverlos y defenderlos. Mi compromiso futuro es estar cada vez más vigilante para evitar liderar o contribuir, aunque sea involuntariamente, a situaciones que puedan generar malestar u opresión en cualquier eje de dominación, con especial atención al heteropatriarcado. No se trata de un nuevo compromiso, sino de su consolidación a través de un proceso de maduración y aprendizaje que acentúa el deber de ser sociólogo en mi circunstancia y de leer el mundo a través de los instrumentos de que disponemos en 2023.
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Boaventura de Sousa Santos, sociólogo portugués, experto en globalización y descolonización y referente para los movimientos sociales y las nuevas izquierdas europeas y latinoamericanas.