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Contra la censura, cultura

La periodista Lydia Cacho ha denunciado que su obra 'La Infamia' ha sido censurada por el Ayuntamiento de Toledo, gobernado por Pp y Vox desde las elecciones municipales y autonómicas del 28 de junio. La obra es autobiográfica y relata el secuestro que sufrió en México, su país natal, tras destapar una red de pederastia a la que pertenecían políticos e importantes empresarios. Fue la propia policía la que la tuvo retenida durante más de un día. 24 horas en las que la torturaron y amenazaron. Resulta paradójico aunque no sorprendente: quien tenía que protegerla fue quien la agredió. Cuenta Cacho que escribiéndola quiso denunciar la corrupción de un país en el que la vida poco o nada vale. Y mucho menos la de las mujeres. Por eso, la activista quiso darles voz a todas las que se levantan contra el patriarcado y denuncian la violencia política que sufren en América Latina. Por increíble que parezca es en España donde también tratan de acallar la suya. 

Desde que el PP les abrió las puertas de las instituciones, como socios de gobierno o tras haber firmado acuerdos de gobernabilidad, la cruzada de la ultraderecha contra la cultura ha sido una constante. Le tienen miedo porque saben que es fundamental en una sociedad democrática. Es el ladrillo con el que se construye la casa. Y a la vez abre puertas y ventanas. Amplía nuestra mirada. La cultura nos convierte en ciudadanas y ciudadanos poderosos porque nos muestra otras realidades o aquellas que están invisibilizadas. Y eso hay quien no lo soporta. Cómo sino explicar que sean capaces de censurar la película infantil 'Lightyear' por un beso entre dos personajes femeninos. Sería cómico sino fuera tan preocupante.

Lo cierto es que no se puede acusar a Vox de ocultar sus planes. En su programa electoral, el partido de ultraderecha dejaba claro cuál sería su camino a seguir: impulsar una ley de protección de la tauromaquia como parte del patrimonio cultural español y fomentar la protección de la caza. Entre sus grandes logros - con el beneplácito de sus compañeros de gobierno- está colocar a un extorero y amigo de Francisco Camps como vicepresidente de la Comunitat Valenciana. Hace tan solo unos días, Nuevas Generaciones del PP de Madrid afirmaba que “la tauromaquia es una herramienta para hacer del mundo un lugar mejor”. Sus socios han sido transparentes pero quizá sea el momento de aclarar con qué tipo de cultura se siente más cómodo el partido que preside Alberto Nuñez Feijóo.

La cruzada de la ultraderecha contra la cultura ha sido una constante. Le tienen miedo porque saben que es fundamental en una sociedad democrática. Es el ladrillo con el que se construye la casa. Y a la vez abre puertas y ventanas. Amplía nuestra mirada

Hace algunas semanas, infoLibre organizó un acto contra la censura. En una sala del Círculo de Bellas Artes llena a rebosar, parte de la redacción junto a actores y actrices como Juan Diego Botto o Ruth Gabriel, el director del instituto Cervantes Luis García Montero o el magistrado Baltasar Garzón, leímos, con emoción, algunos fragmentos de la obra Orlando de Virginia Woolf. Lo hicimos como respuesta a la cancelación que había sufrido en el Ayuntamiento de Valdemorillo que consideró que la temática -habla de la homosexualidad e incluye una escena en la que un hombre se transforma en mujer- no era lo suficientemente apropiada para el público. No hace falta que les diga por quién está gobernado dicho consistorio. Alegaron problemas de presupuesto. Aunque cuesta creerlo teniendo en cuenta que no desprogramaron otras actividades. También ocurrió con 'La Villana' de Lope de Vega en Getafe. En este caso, parece que al partido ultra no le gustó la presencia de un falo y una vulva en el escenario y aprovecharon para cargar contra el adoctrinamiento sexual de la izquierda. En Burgos, el ayuntamiento de Briviesca canceló la obra 'El mar: visión de unos niños que no lo han visto nunca' sobre un maestro republicano fusilado. Son solo algunos ejemplos de lo que ha ocurrido en poco más de dos meses. Tengan por seguro que alzaremos la voz cuantas veces sea necesario para denunciar el recorte en derechos y libertades.

Es esa misma derecha que hoy censura -o que mira hacia otro lado cuando la extrema derecha lo hace- la que lleva años denunciando que el movimiento feminista promueve la cultura de la cancelación. Lo hicieron cuando las feministas pusieron el foco en artistas acusados de violencia machista como Plácido Domingo, Johnny Depp o Woody Allen. El primero, a pesar de haber reconocido un comportamiento inapropiado con muchas de sus compañeras, es recibido con ovaciones en sus conciertos. El segundo denunció una caza de brujas contra los hombres recogiendo el Premio Donostia en San Sebastián. Y el tercero sigue rodando, como mínimo, una película al año. Cancelación ¿dónde?

En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida, escribió Lorca. Sus palabras siguen hoy más vigentes que nunca. Ante los ataques de las derechas a la cultura solo cabe más cultura. Y más libertad. Porque la una no existe sin la otra y hay que grabarse a fuego que una sociedad sin ambas es una sociedad ciega, infeliz y alejada de la realidad.

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