Ignacio Ellacuría, teólogo y filósofo de la liberación Juan José Tamayo
La España plural, el caos institucional y una investidura ‘fake’
Nos encontramos en un momento político especialmente enredado. El resultado electoral ha dejado fijado en la actualidad un único eje en el debate político. La división en los dos bloques de izquierda y derecha carece de sentido. PP y Vox, en los últimos años, han convertido la cuestión territorial en su punta de lanza. Destruir como sea la idea de una España plural con Pedro Sánchez en el gobierno es su principal fuerza argumental. Su política de confrontación abierta en defensa de una España en singular les llevó hasta rozar la mayoría absoluta, pero fracasaron en la recta final.
El PP, con Vox de pareja de hecho, ha perdido la guerra territorial que él mismo ha promovido desaforadamente. Ahora, choca contra sus propias actuaciones y le resulta imposible promover acuerdos con fuerzas de centro derecha como PNV o Junts. Con esa limitación, la aspiración de Feijóo a gobernar resulta inviable en la actualidad. Su única alternativa es forzar cuanto antes una repetición electoral que le permita volver a intentarlo. En el PP, hay quienes creen que en una repetición electoral inmediata podrían de paso asestarle un buen mordisco a Vox, que se ha convertido en su principal lastre de cara a afrontar cualquier crecimiento.
El enigma Puigdemont
El PSOE es la locomotora que tira del bloque de la España plural. El problema lo representa Puigdemont. No está claro que el expresident de la Generalitat, perseguido por la justicia y refugiado en Waterloo, vaya a ayudar a construir una España diversa y plurinacional. Su situación jurídica, política y personal puede llevarle a creer que su mejor carta es la de forzar una crisis institucional en un país con el que no desea mostrar el más mínimo gesto de coexistencia, mientras no le resuelvan sus asuntos individuales.
Cabe la posibilidad de que Feijóo, Abascal y Puigdemont coincidan en un mismo interés: extender un bloqueo institucional que desencadene el caos político. El líder independentista puede apostar por lanzar un mensaje de fuerza desde el callejón sin salida en el que se encuentra. O se atienden por la vía que sea sus inaceptables exigencias o seguirá dañando en todo lo que pueda y hasta donde pueda la estabilidad del nuestro modelo democrático. Evidentemente, frente a esa opción hay un importante sector independentista en Cataluña que ve como una oportunidad de oro la actual coyuntura para resetear y empezar un período de reubicación de las piezas en juego, pensando más a medio y largo plazo.
Inicio de sesiones
Esta semana se reanuda la actividad política oficial tras las elecciones del 23-J en el Congreso de los Diputados. La constitución de la cámara y la elección de la presidencia y de los componentes de la mesa van a visualizar la realidad política en la que nos movemos, más allá de las declaraciones, más o menos creíbles, que los diferentes partidos han ido lanzando estas semanas. Hasta ahora, la interpretación de los resultados de las elecciones ha estado abierta a todo tipo de conjeturas. A partir de ahora, las cartas empiezan a estar boca arriba.
El arranque de la legislatura va a poner a cada uno en su sitio, al menos temporalmente. El jueves podremos empezar a vislumbrar la complejidad de la aritmética parlamentaria que ha quedado configurada. Las negociaciones entre las diferentes formaciones van a ser la norma habitual de ahora en adelante. Desde el fin del bipartidismo en 2015, las complicaciones para conformar mayorías de gobierno han sido la tónica general. En estos momentos, el peso decisorio que va a acabar por tener el independentismo catalán convierte el proceso en imprevisible.
Tres únicas vías
De aquí en adelante, vamos a empezar a observar por cuál de las tres únicas vías imaginables va a iniciar su recorrido la legislatura. La primera de ellas parece absolutamente descartada una vez que la alternativa PP+Vox fracasó en las urnas, al no conseguir la mayoría parlamentaria. Esa carretera parece cortada de partida. La segunda es la más probable, pero no parece fácil, ya que conlleva un endemoniado proceso negociador entre todas las fuerzas que, de una forma u otra, han posibilitado el gobierno de Pedro Sánchez hasta ahora. Les unen los votos más que suficientes para superar a PP+Vox. Les puede separar la necesidad de Puigdemont de definir su posición en la actual coyuntura.
En el caso de que el embrollo se manifieste de forma palmaria, empezaremos a asumir como posible la tercera vía, con destino a la repetición electoral. Lo llamativo del caso es que el mismo resultado del lío que se atisba para este jueves puede ser indicativo de una cosa o de la contraria. Sin lugar a dudas, la atención principal va a centrarse en quién va a ocupar la presidencia de la cámara baja. A partir de ahí, se declinarán todos los demás puestos. La complejidad del proceso de designaciones en sucesivas votaciones puede acabar mostrando la dificultad de gestión de la negociación simultánea a varias bandas.
Desde el fin del bipartidismo en 2015, las complicaciones para conformar mayorías de gobierno han sido la tónica general. En estos momentos, el peso decisorio que va a acabar por tener el independentismo catalán convierte el proceso en imprevisible
Próxima parada, la investidura
Finalmente, lo que ocurra el jueves no será más que el prólogo de la auténtica negociación que será la de investir o no a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Mientras, el PP intentará como pueda entorpecer el proceso de cara a conseguir su único objetivo real en la actualidad, que es el de que se llegue a una repetición de las elecciones tras un posible bloqueo político. Aunque digan lo contrario, es lo único a lo que aspiran. De forma evidente, vamos a comprobar esta semana que la victoria electoral del PP en las urnas fue manifiestamente insuficiente para ejercer poder alguno.
Su única disparatada opción pasa por contar con el apoyo de PNV o Junts. Ambos escenarios son claramente descartables mientras Feijóo siga caminando políticamente hombro con hombro junto a Abascal. La agotadora estrategia del PP de plantarse estos días atrás en la reivindicación mañana, tarde y noche de su victoria electoral va a contrastar con la verdad. El único milagro que pudiera cruzarse es que Puigdemont decidiera coincidir con ellos con el fin de promover el caos institucional.
Los populares conviven en un doble territorio entre sus argumentaciones públicas y los hechos reales. El PP lleva desde el día 23 de julio proclamando su triunfo electoral a la espera de gobernar en España de forma natural. Desgraciadamente para Feijóo y los suyos, las urnas lo que han mostrado de verdad es su fracaso en el intento de conseguir en solitario o junto a Vox una mayoría parlamentaria. Curiosamente, en lugar de reconocer la derrota de su propuesta de ”derogación del sanchismo”, han decidido presentarse como ganadores virtuales a la espera de la entrega de un reconocimiento que, en el mundo real, nunca le llegará.
La investidura fake de Feijóo
Tal y como parece previsible, las complicaciones que van a derivarse de las conversaciones con Puigdemont y los suyos tendrán como primera consecuencia que Feijóo se presente como candidato a una investidura fake con el fin de acelerar los tiempos para forzar la repetición de las elecciones. El PP sabe que no tiene posibilidad alguna de gobernar en la actualidad. También sabe que no existe un plazo limitado en las negociaciones para construir una mayoría progresista a no ser que una investidura fallida lo marque.
Cabe especular con que el PP puede intentar promover con la máxima urgencia posible una investidura fake. Podría desear hacerla ya mismo, con el fin de que las sesiones parlamentarias tengan la menor repercusión posible, en pleno verano. Feijóo no va a salir beneficiado de un debate en el que debe someterse a juicio público. Allí verán la luz sus continuadas mentiras, sus manifiestas contradicciones y su extraña relación con su amigo narcotraficante. La película de terror termina además con la plasmación de su derrota en la votación. Tienen que comerse el marrón de una investidura fake, así que si fuera a puerta cerrada y en sesión abreviada sería su ideal.
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