Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
2024: Temerosos pero no tanto
Empieza un nuevo año y es interesante analizar con qué ánimo lo enfrentamos. Según este estudio elaborado por Ipsos en 34 países, cada vez somos más conscientes de la crisis climática y de su manifestación en forma de fenómenos extremos y desastres naturales, tenemos claro que los movimientos migratorios irán en aumento, no acabamos de ver una mejora económica, y la seguridad global, la posibilidad de una nueva pandemia o el desarrollo de la tecnología –en especial la inteligencia artificial– nos producen miedo y desasosiego. Desde antes del coronavirus el mundo ya daba signos de haberse convertido en una sociedad global amedrentada. Hoy continúa siendo temerosa, pero no tanto.
Los matices llegan cuando comparamos cifras con el año anterior. En general el futuro se ve con menos negatividad que hace un año y hemos vuelto a niveles pre-pandemia de optimismo a la hora de encarar lo que está por venir. El “optimismo global”, como lo llama Ipsos, ha crecido un 5%, pasando del 65 al 70%, al igual que las perspectivas de mejora económica, que siguen estando bajas pero han crecido cuatro puntos. ¿Significa esto un cambio de tendencia? Demasiado pronto para saberlo, pero es interesante analizar desde un enfoque prospectivo un año en el que, como detalla aquí el periodista y analista Andrea Rizzi, más de la mitad de la población del mundo está llamada a las urnas, incluyendo Estados Unidos, la India, la Unión Europea e Indonesia, la mayor democracia musulmana del mundo.
Si centramos la mirada en España, el citado estudio refleja cómo ha crecido el optimismo en general 11 puntos respecto al año pasado y la economía se ve mejor para el 44% de los españoles, 8 puntos más que en 2022, pese a que se sigue pensando que la inflación seguirá subiendo. Una percepción más positiva tenemos los españoles también sobre el empleo. Los que creen que el desempleo será mayor en 2024 que en 2023 son un 11% menos que los que pensaban lo mismo en 2022 respecto a 2023. ¿Estará dejando de ser el desempleo el principal problema y preocupación de los españoles? Si así fuera, habría que investigar cuánto de culpa tiene la reforma laboral, aquella que estuvo a punto de no aprobarse.
Lejos de paternalismos o de condescendencias, el primer deber de un gobierno en un mundo en permanente cambio no es otro que crear dispositivos sociales de protección y ayuda mutua
En otro orden de cosas, la tecnología se ve como una amenaza y un 64% considera que hará desaparecer empleos; el 43% de los españoles temen volver a enfrentarse a una pandemia y tan sólo un 25% considera que será el año del fin de la guerra en Ucrania.
El cambio climático es algo conocido, entendido y asumido en España, por encima de la media. Un 82% de los encuestados creen que el incremento de temperaturas seguirá su inquietante crecimiento, que viviremos más fenómenos meteorológicos extremos, que el Gobierno asumirá más compromisos de reducción de emisiones y que políticas como las restricciones al tráfico privado en las ciudades irán a más. La apuesta del Gobierno de coalición por las políticas ambientales tiene su eco en la población.
En el plano social, el 79% de los encuestados opinan que los movimientos migratorios se incrementarán y tan sólo un 47% considera que se conseguirá la igualdad salarial entre hombres y mujeres. Mucho por hacer en estos temas.
Todos estos datos, que apuntan en la misma línea de otros trabajos similares, nos muestran una radiografía interesante de los países encuestados y de España en particular. En nuestro caso, se ve el futuro con algo más de esperanza que en años pasados, pero persisten miedos derivados de las tendencias más disruptivas: el cambio climático, la revolución tecnológica y la seguridad global son algunas de ellas. Conocer cómo se sienten los españoles y españolas, qué les genera esperanza y qué les atemoriza es hoy un deber ineludible de cualquier gobierno que asuma su principal reto, articular mecanismos de protección de su población.
Lejos de paternalismos o de condescendencias, el primer deber de un gobierno en un mundo en permanente cambio no es otro que crear dispositivos sociales de protección y ayuda mutua.
Vivimos y vamos a vivir con mayor intensidad todavía un tiempo complicado –¿cuál no lo fue?–, donde la crisis de la democracia, las guerras, los vaivenes de una economía dominada por el juego financiero a escala global, el desafío climático y el aumento de la desigualdad pueden incrementar las opciones de las alternativas simplistas, autoritarias y nacional-populistas. Entender lo que atemoriza, desasosiega y crea zozobra en la sociedad es clave para darle respuesta y cerrar así la puerta a la ultraderecha, especialmente hábil en olfatear las brechas y entrar en ellas con falsas promesas de seguridad volviendo a un pasado idílico que jamás existió. Para evitar esto, es necesario un rearme democrático y una regeneración ética y operativa de los estados democráticos.
Queridos lectores, queridas lectoras: Les deseo lo mejor para el año que comienza, que se cumplan las aspiraciones más optimistas, que el temor deje paso a la esperanza, y que todos y todas lo compartamos. Sin olvidar lo más importante, lo que canta aquí Serrat.
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