LA PORTADA DE MAÑANA
Ver
El fiasco de Bruselas y el desafío permanente de Mazón desnudan el liderazgo de Feijóo en el PP

Caso Bárcenas

El caso del falso “padre Enrique” o los enigmas sobre el asalto al domicilio de los Bárcenas

Agentes de la Policía Científica ante el domicilio de Luis Bárcenas, el pasado miércoles.

Encarcelado desde el viernes en la prisión madrileña de Valdemoro, Enrique Olivares Garcíael asaltante del domicilio de los Bárcenas es en sí mismo un enigma. A falta de que los forenses lo sometan a examen para determinar su estado mental, el caso presenta varias incógnitas sin resolver.

Las principales son tres: ¿decidió el asalto en soledad y precisamente porque es un perturbado o, como sugieren los allegados al extesorero Luis Bárcenas, actuó como sicario en un plan pergeñado para amedrentar al hombre que conoce los entresijos de financieros del PP? ¿Es Enrique Olivares un chorizo de poca monta o su oscuro pasado en Latinoamérica eleva su estatura delictiva? Y la tercera y no menos importante: en qué consiste su proclamada discapacidad física grave, sin síntomas visibles, y en concepto de qué cobra una pensión pública alguien que, como Olivares, pasó dos décadas fuera de España y se empadronó de nuevo en Cuenca en 2007. El jueves, fuentes oficiales del CNI negaron a infoLibre cualquier relación con el asaltante de los Bárcenas.

1. ¿Un perturbado o el sicario histriónico de un tercero?

Si el miércoles 23 de octubre, sobre las cinco de la tarde, Enrique Olivares García franqueó la puerta del piso de los Bárcenas, en el corazón del madrileño barrio de Salamanca, fue por un solo motivo. Cuando el timbre sonó, el sesentón enjuto que aguardaba al otro lado de la puerta, pantalón negro y camisa de cura, se presentó como “el padre Enrique”, procedente de la cárcel de Soto del Real y decidido a dar a la familia noticias sobre el extesorero del PP, preso desde julio. De hecho, y según el relato de quienes conocen el episodio, una vez dentro entabló con la dueña de la casa, Rosalía Iglesias, una charla sobre religión, aunque este diario ignora la materia religiosa exacta que abordó. Metido en su papel, Olivares llegó a preguntar si alguna vez habían visto a Bárcenas beber en exceso.

Según fuentes de su defensa, el asaltante le contó al juez que compró a última hora, y cuando ya iba de camino hacia la calle Príncipe de Vergara, el atuendo clerical. Contó algo más que añade color al retrato de verdadero o imaginario perturbado: que, una vez perpetrado el asalto y con los famosos e hipotéticos pendrivees, discos duros y demás papeles de Bárcenas ya en su poder, se proponía pedir asilo en cercanísima Embajada de Perú.

El delirante plan de asilo, si es que existió, abunda en la idea de que Olivares no estaba en sus cabales. Pero hasta que los forenses dictaminen cuál es su verdadera condición mental, el hecho cierto es que eligió el disfraz más efectivo y asumió el papel que mejor le servía. Y el hecho cierto es que el hombre que el 3 de noviembre de 2006 se empadronó en Cuenca tras una larga ausencia de España, el mismo que según distintas informaciones fue atendido en esa ciudad por “riesgo de exclusión social”, tenía los más de 20 euros que cuesta una camisa sacerdotal con alzacuellos. Y, a tenor de su relato, la encontró sin dificultad.

Metido en el papel de cura, fue Olivares quien se interesó durante la charla con Rosalía Iglesias por si había alguien más en la vivienda. Y fue quien, tras recibir una respuesta afirmativa, pidió con éxito que Guillermo, hijo de la pareja, se incorporase a la conversación.

Entonces, sonó otra vez el timbre, relatan fuentes del caso. Ya nadie abrió: Olivares sacó la pistola de la cartera donde se suponía guardaba los papeles de la cárcel, encañonó a la madre, al hijo y a la asistenta, los maniató con bridas de plástico y, según la defensa de Bárcenas, pronunció la amenaza definitiva: “Venga, venga, que quien me manda me dice que aquí están los pendrives”.

2. ¿Un delincuente de poca monta?

En su declaración ante el juez, Olivares remarcó que había actuado por iniciativa propia y no tanto para “salvar España” –primera y sorprendente versión del móvil del asalto- como para hacerse con material sensible que le pudiera resolver la vida.

¿Es verosímil que alguien crea posible secuestrar a tres personas a punta de pistola, maniatarlos, conseguir el botín, escapar impune y negociar luego la venta del material sensible? En teoría, sí. Básicamente, si quien perpetra un asalto chusco de esa naturaleza tiene enajenadas sus facultades. ¿Es ese el caso de Olivares? Los hechos, al menos, plantean dudas, pese a que la toma de la casa de los Bárcenas se presenta tan descabellada que difícilmente un cerebro del crimen la plantearía así. Salvo, y eso es lo que parecen creer los Bárcenas y su entoro, el verdadero cerebro no haya salido aún a la luz.

En 2002, con antecedentes policiales por robo en España y al menos dos identidades falsas a sus espaldas, Olivares fue condenado en Salta (Argentina) a 10 meses de cárcel por estafar a 17 jornaleros con una oferta falsa de empleo en el campo de Murcia. La estafa, urdida junto con dos argentinos, incluyó la publicación de un vistoso anuncio en la prensa local y el alquiler de un piso-oficina destinado a dar al timo una aureola respetable.

Salta es la provincia del noreste argentino donde otro extesorero del PP, Ángel Sanchís, mantiene viento en popa un auténtico emporio agrícola: La Moraleja SA. Sanchís, que manejó cuentas de Bárcenas en Suiza, ha sido taxativo: ni conoce a Olivares ni jamás ha trabajado para su empresa.

Diez años antes de aquello, y aunque finalmente quedó exonerado, Interpol dejó constancia de cómo Enrique Olivares, que también posee pasaporte mexicano, se vio sujeto a investigación por el secuestro y asesinato de dos estudiantes extranjeros, uno sueco y otro finlandés, en abril de 1992. Según el rotativo El Tiempo de Bogotá, el crimen fue obra de individuos ligados al llamado Ejército Popular de Liberación (EPL), grupo terrorista que compaginó sin problema la “lucha armada” con el rentable negocio del narcotráfico.

El abogado de oficio del asaltante de los Bárcenas, Félix Bernal, subraya con razón que verse involucrado en una investigación criminal en absoluto implica nada. Respecto al episodio de estafa continuada en Argentina, Bernal alega su absoluto desconocimiento: el historial de antecedentes policiales –el de penales está pendiente– de Olivares se limita a decir que el hoy preso fue arrestado en Salta por ser “persona indocumentada”. En realidad, hubo una condena: según la Policía salteña, la cumplió. Pero el corresponsal del diario argentino La Nación en la zona, Carlos F. Pastrana, que ya en 2002 escribió sobre el suceso, asegura que las condenas de tan escaso calado como la impuesta a Olivares quedan siempre en suspenso.

En cualquier caso, el periplo americano de Olivares desdibuja el perfil de “delincuente de poca monta” que comenzó a circular en cuanto los Bárcenas se deshicieron de su asaltante. La familia no ha dado detalles más allá de lo ya conocido: que Guillermo Bárcenas logró desatarse y arrebató la pistola a Olivares. Su abogado defensor, que suscribe la tesis del delincuente de poca enjundia, no solo niega que los familiares del extesorero conservador corriesen el menor riesgo sino que asegura que fue el propio Olivares quien desató a la asistenta cuando empezó a mostrar síntomas de grave ansiedad.

La Policía confirma que el asaltante de los Bárcenas ya fue detenido en la provincia argentina de la finca de Sanchís

3. ¿Qué discapacidad sufre y qué pensión cobra?

Sobre las circunstancias personales de Enrique Olivares en Cuenca han trascendido hasta ahora pocas cosas. Que vive con su madre, a la que los hijos de Olivares han pedido que no se informe de lo sucedido, que en 2011 publicó en un periódico local una carta de queja sin síntomas de desequilibrio mental –“creímos en usted y su partido pero nos mintieron”- y en la que se quejaban de los recortes impuestos por el Gobierno de María Dolores de Cospedal.

Más allá de la queja y del dato sobre cómo esos recortes le habían dejado sin las ayudas a la dependencia, lo reseñable de la misiva es que Olivares se presentaba como afectado por una “discapacidad física del 66% desde el 3 de mayo de 2007”. ¿En qué consiste esa discapacidad?, preguntó infoLibre el viernes a su abogado. No pudo responder porque aún lo ignoraba, adujo Félix Bernal. Qué tipo de pensión cobra –300 euros es la cifra manejada– y en qué concepto es algo también por aclarar. Bernal sugiere, pero curándose en salud, que tal vez se trate de una pensión no contributiva. De qué vive Enrique Olivares continúa siendo por tanto, uno de los enigmas del caso.

Más sobre este tema
stats