La Palma, el paraíso canario con temperatura de playa todo el año que sobrevivió a un volcán

Playa de Echentive, en el extremo sur de la isla de La Palma.

Llegamos a la última semana de agosto con la penúltima entrega de Apaga el aire, en la que salimos por primera vez de la península para viajar a la isla de La Palma (provincia de Santa Cruz de Tenerife), que está a punto de cumplir tres años desde la erupción del volcán del Parque Natural de Cumbre Vieja. Más allá de sus espectaculares paisajes, la segunda isla más occidental de Canarias ofrece un clima estable durante todo el año de entre 20 °C y 25 °C, con un verano ligeramente más cálido. Como está en el extremo oeste del archipiélago, también es la menos expuesta junto a El Hierro a los episodios de calima que llegan desde el Sáhara.

Mientras la península registra termómetros de 35 °C o más prácticamente cada día, la temperatura máxima que ha alcanzado este año La Palma (en su estación del aeropuerto) fueron 27,6 °C, y se midieron en enero. Estos días el calor no pasa de los 26 °C, con una temperatura ligeramente superior en el extremo de la isla, donde el clima es más seco. Este verano no es una excepción, ya que según el histórico de los últimos 15 años, la temperatura máxima media entre junio y agosto es de 25,3 °C, y la mínima de 20,4 °C, con una variación térmica mínima entre el día y la noche. Además, la lluvia no es una preocupación porque es casi inexistente, con 0,4 días al mes de precipitaciones entre junio y agosto en la capital de la isla.

Ese clima subtropical convierte a La Palma en un paraíso natural con una veintena de enclaves incluidos en la Red Canaria de Espacios Naturales Protegidos. Las playas de arena negra son su otro atractivo turístico, que pueden disfrutarse todo el año y se encuentran mayoritariamente en la mitad sur de la isla. Allí destacan la playa de Charco Verde —una cala rodeada de pequeños acantilados—, La Zamora o la de Puerto Naos, la más turística de la isla. En el centro y el norte también hay playas muy famosas como la de Nogales o la de Los Cancajos, a apenas cinco kilómetros de la capital, Santa Cruz de la Palma.

La isla saltó a los telediarios en septiembre de 2021 tras el estadillo de Cumbre Vieja, la erupción más larga de la historia de España —duró 85 días—, y la economía de La Palma sigue recuperándose del shock que supuso, unido al agujero que dejó la pandemia un año antes. Según los datos del cabildo, en 2023 llegaron 148.000 visitantes a la isla, un 42% menos que en 2019. De hecho, de las cinco principales islas de Canarias, La Palma es la única que ha perdido turistas, mientras que Tenerife ha crecido un 13,6% y el año pasado rozó los 6,5 millones de visitantes.

Saray González, concejala de Turismo de Santa Cruz de La Palma, reconoce que el volcán supuso un golpe muy duro tras la crisis de la pandemia, pero también subraya que este verano ya han comenzado a despegar. "Han sido años difíciles, pero este verano hemos mejorado frente al pasado y las zonas afectadas por el volcán ya están reabriendo", afirma. La arquitecta y ahora política destaca el regreso el pasado julio del icónico Hotel Sol, en Puerto Naos, un hito que representa la vuelta a la normalidad de la zona más turística de La Palma. Allí fueron desalojados cientos de turistas hace tres años porque el lugar quedó incomunicado por la colada de lava, y ahora ha vuelto a reabrir —playa incluida— gracias al estricto control de los gases volcánicos que emanan de la tierra.

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El turismo natural es tan atractivo como el de costa, con tres parques naturales como máximos exponentes: el de Caldera de Taburiente, el de Cumbre Vieja y el de Las Nieves. La enorme cordillera del centro de la isla genera una gran diversidad de biomas diferentes en la isla, con zonas más húmedas y más secas, y más frías y más calurosas, en los 50 kilómetros que mide La Palma. Hay tanto caminos selváticos repletos de helechos como el Bosque de los Tilos, como paisajes más secos de matorral y pino canario, como Caldera de Taburiente. El estallido volcánico también empieza ya a dejar nuevas rutas de travesía sobre cenizas que por ahora tiene un recorrido reducido y que solo se puede hacer bajo reserva con una empresa autorizada.

La climatología constante durante todo el año permite a la isla explotar el turismo durante todo el año, y si el verano está dominado por los viajeros peninsulares, el invierno es de los alemanes, según relata Manuel Negro, del Centro de Iniciativas y Turismo Insular La Palma, la organización de empresas del sector. "En verano llegan vuelos diarios de Madrid y varias veces por semana desde Barcelona, mientras que en invierno se cuadruplican las llegadas desde Alemania, con 12 conexiones semanales", explica. El portavoz del sector reconoce que la erupción ha sido un golpe duro para la economía local, pero recalca que la isla es segura y que lo único que quieren es volver a la normalidad. 

Como en otras zonas de canarias, el sector turístico también ha generado asperezas en La Palma, aunque allí el problema no es tanto la masificación como el boom de los pisos turísticos. El fenómeno que se ha dado en zonas rurales de la isla es que turistas europeos se han hecho con terrenos o viviendas para realquilar a otros extranjeros, encareciendo la vida de los locales. El pasado abril, cuando estallaron las manifestaciones en el archipiélago, Pablo Díaz, uno de los portavoces de Ben Magec, la federación de Ecologistas en Acción en Canarias, relató a infoLibre que en Tijarafe, un municipio de apenas 2.500 habitantes, ya 1.000 camas para viajeros, y el propio ayuntamiento publicita en su web las viviendas turísticas. "Los barrios están cambiando, las familias tienen que desplazarse y todo ese dinero no se traduce en una riqueza local", dijo entonces el activista.

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