Lucie Castets, candidata del Nuevo Frente Popular: “Barnier es la continuación de Macron e incluso peor”
Ahora que Emmanuel Macron acaba de nombrar primer ministro a Michel Barnier, Lucie Castets explica por qué el Nouveau Front Populaire (NFP) se prepara para censurarle. La ex directora de finanzas de la ciudad de París, cuyo nombre fue propuesto por la coalición de izquierdas y ecologista el 23 de julio, ha puesto fin a sus funciones para dedicarse plenamente a su papel de candidata a primera ministra.
Anuncia a Mediapart que no estará en “posición de espera” durante los próximos meses: “Hay que hablar con los franceses. Dejo mi cargo en el Ayuntamiento de París y voy a intentar prolongar este impulso”, declaró, anticipando que el NFP podría ser llamado a gobernar “después de la censura o en 2027”.
Mediapart: Emmanuel Macron acaba de nombrar para Matignon a Michel Barnier, ex ministro de Jacques Chirac y de Nicolas Sarkozy, miembro del partido Les Républicains (LR), que obtuvo alrededor del 6% de los votos en las elecciones legislativas. ¿Cuál es su reacción?
Lucie Castets: Es una decisión que va en contra de la lógica de nuestras instituciones. Es muy problemático que Macron haya tardado tanto en tomar esta decisión, muy difícil de explicar dados los resultados de las elecciones legislativas. No veo cómo nuestros conciudadanos podrían entenderlo mejor que yo.
Macron parece haber dejado que la Agrupación Nacional (RN) haga de árbitro. Esto es bastante pernicioso cuando los franceses han dicho que quieren dar la espalda a la extrema derecha y a su programa en las elecciones legislativas anticipadas.
No veo qué mejoras significativas podría aportar Michel Barnier a la vida de los franceses con esta configuración. No sé qué tipo de conversaciones ha mantenido con el presidente de la República y los demás grupos políticos, pero no augura nada bueno. Estoy muy preocupada, tanto por el fondo como por la forma. Envía un mensaje democrático muy malo.
¿Debe el NFP censurarle a priori o esperar a conocer su hoja de ruta?
Reaccionaremos todos juntos, pero todo indica que su política será una continuación de la de Macron. Peor aún: ha hecho concesiones a priori a RN.
¿No lamenta la hipótesis Bernard Cazeneuve?
La cuestión no es el nombre, sino el programa y el margen de maniobra para que un primer ministro se aleje de las políticas aplicadas por Macron durante siete años, y a fortiori de lo que propone RN. En este caso, se dan todos los ingredientes para que continúen las políticas del presidente, e incluso para que adopten más de las grandes señas de identidad de RN.
Barnier votó contra la despenalización de la homosexualidad en 1981. ¿Eso para usted, que ha sido blanco de ataques por su orientación sexual desde que la reveló, no es shock? ¿Un síntoma del giro a la derecha de Emmanuel Macron?
No sé si necesitábamos un síntoma más de su inclinación a la derecha. Lo veo como una señal negativa para todos los que sufren este tipo de discriminación. Y en general, una señal de su falta de esfuerzo para promover la renovación de la política. Michel Barnier, no sólo no son ideas nuevas, sino que son ideas reaccionarias.
Tras su reunión con Macron el 23 de agosto, usted creyó que él había entendido que era necesario un cambio de rumbo político. ¿Creía realmente que este presidente, que lleva siete años aplicando políticas liberales, permitiría a la izquierda llegar al poder?
Al salir del Elíseo, no podía dejar de transcribir el mensaje que habíamos escuchamos de Macron, y fue ése. Como hablaba mucho de “estabilidad”, le preguntamos qué quería decir con eso –en ese momento no sabíamos qué fuerza tendría ese término–. Dijo: “He comprendido que la gente espera otra cosa, que quiere un cambio de línea política”.
Emmanuel Macron temía que yo deshiciera lo que él había hecho. Pero eso se llama democracia
Me pareció algo inesperado por parte del presidente de la República y entiendo que es alguien que controla sus palabras. No digo que me sorprenda, pero trato de ser una interlocutora de buena fe y he optado por transcribir lo que me dijo con ese espíritu. Sin embargo, en el momento de esta consulta estaba muy claro que quería jugar a presidente, a primer ministro y a líder del partido, todo al mismo tiempo. Pude ver que tenía intención de mantener sus políticas y de formar su propio gobierno.
Ahora sabemos que la “estabilidad institucional” no era más que un pretexto para mantener a la izquierda fuera del poder. Temía que yo deshiciera lo que él había hecho. Pero eso se llama democracia.
Para poner todas las posibilidades de gobernar de su lado, ¿no era necesario hacer concesiones en el programa del NFP para encontrar un acuerdo de no censura con los demás grupos de la Asamblea Nacional?
Una vez más, creo que el presidente de la República y su coalición actúan de muy mala fe cuando promueven la idea de que nosotros siempre hemos dicho: “El programa, nada más que el programa, todo el programa”. Eso no es lo que yo he defendido. Yo he dicho que queríamos “romper con la lógica de un bando contra otro”. Queríamos demostrar que respetábamos el trabajo inter-partidos. Pero nadie quiso verlo. No es que Macron no se haya enterado, simplemente no quiere que gobernemos, no quiere que cambiemos la vida de la gente.
Es más, el formato de las consultas, tal y como él las organizó, implicaba que todos los participantes estaban instalados en sus posiciones. En ese contexto no es posible llegar a acuerdos sobre determinados textos.
Debería haber seguido la lógica institucional y haber nombrado a un primer ministro del grupo que resultó vencedor en las elecciones. Yo habría tenido que construir acuerdos y, si no lo hubiera conseguido, habría caído. Así es el juego democrático. Pero no se nos dio la oportunidad. Cuando hablo con Charles de Courson, con otros miembros del grupo Liot [Libertades, independientes, ultramar y territorios -ndr] o incluso con MoDem, conseguimos llegar a acuerdos, incluso sobre nuevas cargas fiscales que el presidente de la República ha rechazado.
¿Qué tipo de nuevas cargas fiscales?
Por ejemplo, un aumento del impuesto sobre las transacciones financieras. Podríamos haber obtenido una mayoría al respecto. Luego está la cuestión de la tendencia. El objetivo del NFP es elevar el salario mínimo a 1.600 euros. Pero las modalidades y el escalonamiento están en fase de discusión. Pero no se nos ha dado la oportunidad. Macron no quiere que cambiemos sus políticas. Ahora habla de una coalición que quiere crear, pero eso es totalmente irreal.
Si por casualidad consiguiera reunir a todos los socios que sigue recibiendo fuera del NFP –el bloque central y el bloque de derechas–, seguiría teniendo 335 diputados en contra. Entonces, ¿de qué estamos hablando? Su coalición ya no existe. Se piden cuentas al Nuevo Frente Popular, pero los demás tampoco están en condiciones de hacerlo.
¿Preveía usted que ciertos puntos del programa del Nuevo Frente Popular –el salario mínimo a 1.600 euros y el restablecimiento del impuesto sobre el patrimonio– iban a ser polarizantes, que tendría que hacer concesiones?
Nosotros no lo razonamos así. En lugar de eso, nos preguntamos qué medidas iniciales íbamos a tomar, aquellas que tendrían un significado muy profundo para los franceses y que probablemente harían consenso. Pienso en la reforma de las pensiones. Se nos dice que se trata de un “tótem”, pero en realidad es el tótem del presidente de la República: es él quien se ha empeñado, contra viento y marea, en sacar adelante esa reforma.
Macron estaba dispuesto a dar las llaves de un gobierno sin mayoría absoluta a Jordan Bardella, que ahora se las niega a la izquierda
Las cuestiones de los servicios públicos son también muy consensuadas cuando se habla con la opinión pública. Mientras seamos capaces de superar nuestras divisiones partidistas, podremos llegar a acuerdos. Los diputados también son responsables ante sus electores.
Si el NFP responde censurando al nuevo Gobierno, la Agrupación Nacional (RN) tendrá el derecho de vida o muerte sobre él. ¿No se corre el riesgo de dar mucho poder a la extrema derecha?
No es NFP el que le da tanto poder, sino los resultados electorales. No puedo responder otra cosa. Somos conscientes de que hay tres bloques en la Asamblea Nacional. Pero el Nuevo Frente Popular censurará a un nuevo gobierno, sea quien sea, si considera que la política que sigue es injusta y no responde a las necesidades de los franceses.
Con sus 126 diputados, RN tendrá sin embargo una influencia decisiva, y su institucionalización no hará sino aumentar.
Eso me preocupa mucho, y debería preocuparle al presidente de la República. Porque lo que está haciendo, al bloquear la vida política de nuestro país, da a la gente la impresión de que vota para nada. Macron estaba dispuesto a dar las llaves de un gobierno sin mayoría absoluta a Jordan Bardella, algo a lo que ahora se niega la izquierda.
El presidente de la República desempeña, pues, un papel importante en la institucionalización de RN y lo hace de forma cínica. Estoy verdaderamente asustada por nuestro país. Los exabruptos del partido de Marine Le Pen sobre la doble nacionalidad nos recuerdan que no nos enfrentamos a una extrema derecha educada, sino a una extrema derecha dispuesta a fracturar el país y a acabar con nuestros conciudadanos.
Cualquier continuación de las políticas llevadas a cabo durante los últimos siete años, incluso con algunos cambios cosméticos, dará vía libre a RN, que podrá decir: “La próxima vez, elijan una alternativa real”. Mi esperanza era que el NFP pudiera encarnar una alternativa política. El presidente de la República ha hecho la cama a RN, porque las políticas que aplica actualmente, supuestamente por encima de la división derecha/izquierda, no tienen en cuenta la vida de la gente.
Cuando se trata de economía, Macron siempre difunde la idea de que sólo es posible una política, la suya, y que es asunto de los expertos.
Es fascinante, cuando no hay nada más político que la economía. Desgraciadamente, existe una hegemonía cultural e intelectual de la derecha cuando se trata de economía, como puede verse por la forma en que se tratan estos temas en los medios de comunicación. Siempre se acusa a la izquierda de ser irresponsable en materia de política económica, a pesar de que fue el presidente de la República quien ha hecho explotar la deuda. Fue él quien provocó el procedimiento de déficit excesivo de Bruselas contra Francia. ¿Seguimos siendo nosotros los locos?
Estamos lejos de conseguir invertir el estigma, y esa es una de las batallas que debemos librar en los próximos años. El Medef dice sentirse aliviado de que no gobierne el NFP, pero las empresas necesitan servicios públicos que funcionen. Hay muchas cosas que se ignoran por razones de dogma.
RN intentará obtener concesiones del Gobierno a cambio de su abstención en la moción de censura. ¿Teme usted las concesiones que podrían estar dispuestos a hacer los macronistas?
Claro. Ya vimos que cedieron en la ley de inmigración. Emmanuel Macron y Gérald Darmanin se creen estrategas inteligentes porque piensan que responden a las preocupaciones de los franceses sobre inmigración y seguridad, pero están permitiendo que RN se adjudique una gran victoria ideológica. Y eso es una bola de nieve. El hecho de que Macron pareciera dispuesto a entregar las llaves de Matignon a Bardella me lleva a pensar que estará mucho más dispuesto a negociar con RN que con la izquierda.
La gente de izquierda ha alternado momentos de desesperación y de alivio con respecto a los partidos de izquierda. Sabemos lo difícil que les resulta unirse. ¿Puede garantizar la estabilidad del NFP?
Hay mucho por hacer para mantener esta estabilidad. Habrá que apoyarse de nuevo en la sociedad civil, en los sindicatos, colectivos y asociaciones. Eso ayudará a mantenernos unidos. Es un trabajo que nunca cesa. La longevidad del NFP hasta ahora no estaba cantada. Muchos temían que se disolviera tras las elecciones.
Iré sobre todo allí donde la gente vote a RN. Probablemente será bastante desagradable, pero si solo lo hacemos entre nosotros, hay riesgo de no ampliar la base electoral de la izquierda
Yo creía que si me hubiera negado a ser candidata a Matignon, el NFP ya no existiría. Haré todo lo posible para que siga existiendo, porque eso es lo que esperan los militantes –que es interesante–, pero también y sobre todo los electores que no se sienten representados por un partido. Es una misión difícil y apasionante, y voy a poner en ella todo mi empeño. No voy a quedarme de brazos cruzados. Hay que hablar con los franceses. Dejo mi cargo en el Ayuntamiento de París y voy a intentar mantener el impulso.
También están las direcciones de los partidos. ¿Cree que están dispuestas a no repetir los mismos errores del pasado?
Percibo una voluntad sincera de preservar esta unión respetando las diferencias de cada uno. De momento es posible y espero que dure. No hay ningún deseo de uniformidad. Cuando La France insoumise (LFI) pidió la destitución, los demás partidos, que no estaban a favor, dijeron que no era la mejor opción, pero eso no es una tragedia. Relajémonos.
¿Va usted a crear un gabinete en la sombra?
Pensamos más bien en mostrar cómo vamos a gobernar. Es lo que hicimos al inicio del nuevo curso, presentando las medidas que pondremos en marcha. Creo que es muy importante que sigamos trabajando sobre el fondo, no necesariamente para que todos tengamos las mismas propuestas, pero el programa, si es una buena base común, puede profundizarse y perfilarse. También tenemos que volver a hablar con la gente para alejarla del voto de protesta a favor de RN y de la competencia de las precariedades. La izquierda se ha alejado de la clase obrera. Necesitamos renovar una forma de diálogo.
¿Irá a lugares donde no esté en terreno conquistado?
Iré sobre todo a los lugares donde la gente vota a RN. Probablemente será bastante desagradable, pero si nos limitamos a nosotros mismos, hay riesgo de no ampliar la base electoral de la izquierda. Mi idea es encarnar colectivamente lo que sería una alternativa de izquierdas dentro de unos meses, si nos toca gobernar después de la moción de censura o en 2027.
A menudo se dice que Francia se está derechizando, pero usted afirma que las propuestas del NFP son consensuadas en el país.
Porque el movimiento de derechas viene sobre todo de arriba, en particular de los medios de comunicación. Hay intereses muy claros entre la gente que no quiere que se distribuya la riqueza y que está a favor del statu quo. Pero hay ciclos en la historia. No sabemos cuándo se producirá un cambio. Hay que animar a que ocurra, y esa es la opción que estoy tomando.
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¿Asistirá a la manifestación del 7 de septiembre?
Estaré encantada de ir si van los cuatro líderes de los partidos del NFP.
Caja negra
Esta entrevista se realizó el 29 de agosto de 2024. Se actualizó el 5 de septiembre cuando nos pusimos en contacto telefónico con Lucie Castets para ver su reacción ante el nombramiento de Michel Barnier para Matignon. Se añadió una aclaración a las 18:55 sobre la participación de Lucie Castets en la manifestación del 7 de septiembre.