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Fútbol es fútbol... ¿seguro?

Antonio García Gómez

Mientras las chicas futbolistas juegan y muestran sus habilidades balompédicas, el resto del mundo “futbolero” sigue, como de costumbre, con los colores nacionales. Prestas, dispuestas y habilidosas para poder entregarse a su pasión favorita, deportiva y humana.

¿Demasiado alejadas de la realidad futbolera de toda la vida, en cualquier caso? ¿Erradicado el machismo consustancial propio del mundo del fútbol?

Ha sido detenido el exmandatario supremo de la FIFA, el legendario que lo fue, jugador excepcional galo, Michel Platini, acusado de haber intervenido alevosamente en el apaño torticero del nombramiento de Catar como futura sede del Campeonato del Mundo de fútbol, en 2022.

Por cierto, este martes la temperatura en Catar superaba los 45º, una temperatura inadecuada para realizar grandes esfuerzos físicos.

Aunque la pela sea la pela, la razón fundamental, vía comisiones millonarias, para que el despropósito haya tomado carta de naturaleza. Por mucho que Catar nade sobre el petróleo como gran razón decisoria.

Esta semana, en Málaga, estando celebrándose un partido de fútbol de alevines, estos deportistas, tan jovencitos como grandes y ejemplares futbolistas, detuvieron su juego para ir a “afear” a sus familiares enzarzados en unas vergonzantes diferencias mostradas de manera airada, cuasi violentas, maleducadas…

Una lección moral y emocionante, digna, ejemplar de los niños redimiéndose de sus mayores.

Simultáneamente, en medio del interín veraniego, entre competición y competición, se mantienen las expectativas nauseabundas por asegurarse la victoria aplastante sobre la derrota del adversario. Y así se exhiben, se firman contratos megamillonarios, como ofrecer a un joven de 19 años un contrato por 120 millones de euros y un sueldo astronómico. Como para exigirle más tarde que “tenga los pies en el suelo real”.

Mientras, se erigen iconos deportistas y millonarios sobre la ciudadanía que apenas llega a final de mes, en aras de un deporte llamado fútbol en el que sólo vale el disparate del dinero como gran triunfador. Se ha convertido en un inmenso negocio muy alejado del fútbol que yo practiqué y amé de pichichi gritando a los suyos : “¡A mí el pelotón, que los arrollo!”

A la vez, las casas de apuestas se abren en los barrios más deprimidos. ¿Pura casualidad? _____________________

Antonio García Gómez es socio de infoLibre

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