El rincón de los lectores

Abril, el mes más cruel, canta en los libros

Portada de Diré tu cuerpo, de Maria-Mercè Marçal.

El mes de abril nos ha reconciliado con la fiesta del libro, aunque hayamos tenido que protegernos con mascarillas y distancias y evitar los abrazos. Ha coronado con el Cervantes al poeta Francisco Brines (Oliva, Valencia, 1932) y nos ha arrebatado a otro poeta, el canario Justo Jorge Padrón (1943-2021). El género poético sigue de espaldas al mercado y paradójicamente genera tantos libros al año y en tantas editoriales que es imposible abarcarlo todo porque los nuevos títulos ocultan a los que no habíamos tenido tiempo de mirar. Este mes recuperamos a Maria-Mercè Marçal en castellano, miramos pasar el tiempo con el vasco Kirmen Uribe, nos asomamos a la primavera con los sentidos afinados de la valenciana Susana Benet, indagamos en lo más inadvertido del presente con el zaragozano Juan Marqués, salimos en busca del mundo que nunca acaba de nombrarse con el andaluz Pedro Macías.

Diré tu cuerpo

Maria-Mercè Marçal

Ultramarinos

Barcelona

2020

"Al azar agradezco tres dones: haber nacido mujer, / de clase baja y nación oprimida. / Y al turbio azur de ser tres veces rebelde". Este verano se cumplirán 23 años de la muerte de María Mercè Marçal (1952-1998) y de pronto su obra ha rebrotado con fuerza. Parte del mérito es de Jordi Cornudella que ha editado Llengua abolida, su poesía completa en (Labutxaca, 2017). Pero también por vez primera aparecen dos traducciones al castellano de otros tantos poemarios de los ocho que compuso esta mujer que fue catedrática de Literatura, traductora de poetas como Ajmátova, editora en Ediciones del Mall, política nacionalista catalana, feminista de referencia y en definitiva figura indiscutible del panorama cultural de Barcelona que le concedió su Medalla de Honor poco antes de que el cáncer se la llevase con 45 años. Precisamente uno de los libros traducidos, Diré tu cuerpo, recoge su poemario póstumo Rao del cos (Razón del cuerpo, 2000) donde volcó su experiencia con la enfermedad: "Que tu llanto trence con el mío la red / bajo mis pies vacilantes / en el trapecio / donde me contorsiono / cogida de la mano del espanto / de la sombra". La versión de Noelia Díaz Vicedo añade un libro anterior, Terra de Mai (Tierra de Nadie, 1982) un poemario de amor homosexual, escrito en sextinas, con imágenes apasionadas que recuerdan las del García Lorca de los Sonetos del amor oscuro: "Y, ya sin esperarte, te espero en la alta orilla / de la noche, ebria de estrellas, verde y menta / y de mi aliento cautiva". Curiosamente el otro volumen aparecido en castellano recoge estas mismas sextinas que Marçal dedicó a su compañera Mai Cobos Álvarez. En este caso la versión es de Ana Martín Puigpelat y Meri Torras. Son poemas luminosos, aunque presos del corsé de la sextina. Más libres son los versos de La hermana, la extranjera (Polibea, 2020) que Marçal dedicó a su hija Heura: "la luna quiere / anegarse / dentro del cubo / vencido por el lastre / de tu llanto...". Tan importantes como los versos son unas reflexiones que Marçal compartió en entrevista con Eva Piquer en 1986, y que se recogen en Diré tu cuerpo.

17 segundos

Kirmen Uribe

Visor

Madrid

2020

"Un visitante no se detiene más que diecisiete segundos a mirar un cuadro. Diecisiete segundos de media. Nos lo dijo una guía del Metropolitan Museum of Art de Nueva York". Kirmen Uribe (Ondarroa, 1970) ha tardado diecisiete años en escribir su más reciente colección de poemas, que ha titulado 17 segundos porque dice que estos años de escritura han sido "diecisiete años tan largos como diecisiete segundos". Ha dividido el libro en siete partes que abarcan más tiempo aún. Por ejemplo evoca en el primer capítulo momentos de infancia y en el segundo su estancia en la cárcel por negarse a hacer el servicio militar ("por la ventana, / esa luna que viste / traje de rayas"). Luego vienen algunos viajes, su vida en Nueva York, reflexiones sobre la poesía, elegías por los que murieron. Al leer estos poemas imagino el viaje que han seguido los versos desde su concepción en euskera hasta desembocar en el castellano en que los puedo entender. Hay un ritmo seco y tajante que probablemente esté en el origen, y que recuerda a la poesía china. Gerardo Markuleta ha sido el traductor. Uribe nos advierte de que "el eje de la poesía es lo que ignoramos: el misterio en el sentido más antiguo y profundo de la palabra". Al mismo tiempo, asegura que desde que era adolescente se esfuerza en que sus poemas sean sencillos: "en mi habitación fijé un pos-it con esta frase: 'un poema, una metáfora". A veces combativo, Uribe concibe los poemas como pequeñas historias de las que intenta extraer la emoción con el alambique de los versos. De los miedos de su abuela, concluye: "Qué le pasaría / a la abuela en la guerra. / Nunca nos lo contó. / Ya no lo sabremos". De su madre, que le muestra cada fin de semana una novedad, dice: "suele ser que ha podado las rosas, / o que ha pintado de blanco la caseta del perro. / Para ella, el trabajo de una semana; / para mí, un momento de atención". Las palabras, las expresiones de alguien que no está, algún nombre en euskera, guardan en sus entrañas el misterio que Uribe intenta convertir en diamante con una sutileza que ha de enfrentarse luego a los laberintos idiomáticos.

Falsa primavera

Susana Benet

Libros de Cal y canto

Jerez

2021

"La trama está servida y el destino / fijado de antemano. / El tiempo que me otorgan es tan breve / que incita a la codicia". La valenciana Susana Benet (1950) se dio a conocer con el libro de haikus Faro del bosque (2006) al que siguieron otros que la convirtieron en una de las más apreciadas especialistas españolas en el género. Luego, poco a poco, fue adentrándose en la poesía convencional con La durmiente (2013) y Don de la noche (2018). Sus poemas y sus haikus comparten su mirada minuciosa, su amor por las cosas pequeñas, su condición urbana. A menudo nos sorprende con contrastes dramáticos en los que solo alguien con su entrenamiento y sensibilidad parece fijarse, como esa flor púrpura que es "tan pequeña y humilde y, sin embargo, / al fondo del abismo, el poderoso mar, / tendiéndose a sus pies, / con su elevado canto la acompaña". En este último libro, Falsa primavera, Benet profundiza en un tema que ya estaba presente en su obra, pero de forma atenuada: la sensación de que el tiempo se acorta y que el destino empuja inapelable. Es primavera, pero no del todo. "Por mucho que me esfuerce, / no encontraré la calma / de la que fui arrojada, ni podré / silenciar tantas voces / que conmigo, esta noche, han despertado". Consigue aun así sobreponerse, salvarse y salvarnos a los lectores con una habilidad que nos recuerda la de su maestro y compañero José Luis Parra, una influencia privilegiada: "Qué despacio regresan / a las ramas / las incipientes hojas, / las diminutas flores. // Y cómo crece entonces / de pronto, en mi interior, / la rara flor / de la alegría". Su voz de mujer tiene sin embargo un timbre personal atento a la luz que nos devuelve vívida la infancia: "saltando charcos / voy al colegio y vuelvo / saltando charcos". En el poema titulado "Y cada noche" amplía el mismo tema. Conviene además leer "Madre", un canto a la vida que junta tres generaciones en unas pocas palabras. "No puedo ver su rostro, / pero sé que posee / el rostro de las madres / pacientes, que se inclinan / como se inclina el árbol / al sostener sus frutos".

Diez mil cien

Juan Marqués

Vandalia

Sevilla

2020

"El mundo sobreactúa, pero la vida no, / mientras la gente miente". El zaragozano Juan Marqués (1980) se ha desprendido un poco de la brevedad a la que nos tenía acostumbrados en anteriores entregas y en esta cuarta, titulada Diez mil cien, estira algo más los poemas, que son más discursivos, pero que siguen hablando de lo más cercano, de su cotidianeidad, que en muchas ocasiones es el libro que está leyendo, la exposición sobre Max Aub que está montando, y en otras es un policía que le indica que no vaya leyendo por la calle. Tiene algo de diario esta colección de poemas que brotan de la vida pero que no cuentan la vida, sino su interpretación, a veces desde la ironía de un homenaje bastante audaz, como en los versos que abren el poemario: "Siempre la claridad viene del cielo: / es un dron, / y tiene tanta fuerza que podría / competir con el alba, que ya llega, / tanta luz que ha podido transformar / un cielo de color mina de lápiz / en un río de leche". Otras veces los versos rascan en lo anodino, dejando constancia de que lo que no deja huella también es importante: "todos los días doy / limosnas al olvido, monedas / a Caronte, pero sigo / acumulando cosas que olvidar". En la interpretación de lo cotidiano, Marqués hace balance, se sitúa y nos sitúa en el transcurrir de la historia: se dirige a nuestros descendientes con una ironía juguetona: "está bastante bien lo de vivir / en 2018: / ¡Amigos del futuro! / sabed que por aquí nos arreglamos. / España es una trampa para pájaros / donde nadie se aburre, si no quiere". Poco después se contradice en otro poema: "pensar en el futuro es parecido / a intentar resolver un crucigrama en un idioma ajeno". Está haciendo balance con desenfado, jugando, incluso cuando mira hacia la muerte probando a componer su propio epitafio. Sobreactúa como dice que hace el mundo. "El mundo sobreactúa, pero la vida no". El poema más breve, reminiscencia de su antiguo estilo minimalista y enigmático, se llama "Estamos en días decisivos" y dice: "El corazón: un alga, / un pez venido a más, / otra bolsa de plástico en el mar".

Desde dónde, hasta cuándo

Pablo Macías

Valparaíso

Granada

2020

Viendo venir la noche

Viendo venir la noche

"También pertenecía a la ficción / el cuento que contabas de pequeño: / nunca conseguirás del futuro / nada más que arrojar rencor en versos". Pablo Macías (Arcos de la Frontera, 1979) es profesor de Lengua y Literatura, y ha publicado un ensayo sobre la poesía de Karmelo Iribarren. Desde dónde, hacia cuándo es su primer poemario, tardío si tomamos su edad como referencia. Pero nadie empieza a los cuarenta años partiendo desde cero. Hay una acumulación de lecturas, de tentativas y estudios que afloran en este libro, que transparenta además las etapas de un proceso. Los primeros poemas son esquemáticos y rotundos. Luego, poco a poco, van enriqueciéndose con simbologías y complejidades que persiguen una voz propia. Reina, eso sí, un tono común, el desencanto de haber llegado a los cuarenta y comprobar que los sueños no se cumplen, la constatación de que el mundo es una injusticia coral que cacarean los telediarios. La respuesta poética de Macías va más allá de la ironía. Alcanza a veces el sarcasmo, como en el poema "Intuición": "Lo veníamos notando / desde hacía tiempo / y no sabíamos / qué era. // Un hedor / nauseabundo / insoportable / en nuestro dormitorio. // El amor / nuestro amor / pudriéndose". En otro poema le habla a un familiar que le enseñó a afeitarse, con todo lo que eso conlleva de ritual de iniciación, un tío suyo carnal que acaba de morir: "A fin de cuentas, / todo ha sido un suspiro, tío Juanjo, / tomar aire, soltarlo, y sonreír". A medida que avanza el libro, estas certezas, directas como puñetazos, van adensándose en imágenes que persiguen la sugerencia: "Es solo el agua, / agente doble de una fantasía / que se destruye. El agua, despeñándose / hacia la primavera sin saberlo". Las últimas páginas componen una suite sonámbula de cuatro poemas que nombran los cuatro elementos, las sugerencias cuajan y marcan el camino de los próximos libros de Macías: "El mundo nunca acaba de nombrarse / ni se extinguen jamás los ecos del relato, / y son los mismos fuegos quienes arden / ―colcha, mortaja, caricia y dolor― / y son las mismas lenguas las que fingen hablar".

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Arturo Tendero es periodista y poeta. Su último libro es El otro ser (La Isla de Siltolá, 2018). Estas reseñas y otras más de poesía pueden encontrarse en su blog El mundanal ruido.

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