Liebre por gato
Lengua y recuerdo
La sección de microrrelatos inéditos 'Liebre por gato' está coordinada por Fernando Valls y Gemma Pellicer. Esta nueva entrega recoge dos textos de Paz Monserrat Revillo.
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La que habla
Cuando la azafata me ofrece jugar a un Rasca y Gana solidario, la señora de delante continúa haciendo eso que ella hace con el lenguaje. Ráfagas de palabrería ametrallan a la pobre desconocida que el azar ha depositado a su lado. Arma más jaleo que las cotorras y los atascos de tráfico. Su voz de alta frecuencia perfora el mapa de sonidos ambientales, incluso el rugido del avión queda silenciado tras la retahíla de argumentos que le propina a su víctima. Sin pausa, sin posibilidad de réplica, sin respiro.
Su boca se abre para vomitar un exuberante catálogo de lugares comunes ensartados por conectores de reality televisivo: A fin de cuentas, Tú ya me entiendes, Esta sí que es buena, Cojo y le suelto…
A través del espacio entre los respaldos, veo cómo se eleva su busto cuando comenta que lleva camiseta térmica, cómo se le mece el flequillo al explicar que sus nietos viven en Inglaterra y hablan tres idiomas porque los niños son esponjas. Carnosa y rubicunda, vibra como un diapasón metido en un flan.
Solo deseo aterrizar. Aunque sé que volveré a encontrármela. En otro viaje, en el trabajo, en la calle. Encarnada en otros sujetos. Clones que se consumen quemando palabras de baja calidad, robando atención, invadiendo el sistema nervioso de los demás.
Y entonces, ocurre. Cuando su voz ocupa todo el espacio en mi cabeza, suena la alarma y salen disparadas las máscaras de oxígeno. O quizá sea debido al alarido que surge de mi garganta y deja a todo el mundo en silencio. Bueno, a todo el mundo, no. Ella se vuelve, me dedica unos morritos fruncidos de color fucsia, y continúa explicándole las ventajas del sistema educativo inglés a su sufrida compañera de viaje, que asiente como un autómata atascado.
Polo Sur
Nona no recuerda haber pedido otro café, pero se acuerda del nombre de su padre y del italiano que hablaba de niña. Quizás envejecer se parezca a hacer el pino: todo se ve del revés. El árbol genealógico da un vuelco, y cuando Nona ve llegar a su hijo con aspecto de señor maduro le saluda con un efusivo: «¡Hola, papá!».
No es raro que un momento antes nos haya enseñado una fotografía en sepia de ese mismo hijo de pequeño. Asegura que es su nieto. Insiste. ¿Cómo va a tener ella, tan mayor, un hijo tan pequeño?
–¿Hijos? Los hijos no sirven para nada, lo único que vale la pena son los nietos –añade.
Aunque no queramos admitirlo, seguro que todas las abuelas –desinhibidas ante una buena taza de chocolate– lo confiesan cuando se juntan a merendar.
Mientras, alguien propone la adopción de nietos para abuelas que no hayan tenido la suerte de serlo.
Mujer friega
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Nona no recuerda qué desayunó, pero sí se acuerda de aquel patio de su infancia que olía a leña y a pipí. Simplemente alguien ha dado la vuelta al reloj de arena y hay pequeñas turbulencias en las partículas del tiempo. No lo entendemos porque ya no somos ágiles como niños. Ya no sabemos hacer el pino y ver el mundo al revés, con el sol abajo y el suelo arriba. Como en el Polo Sur.
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Paz Monserrat Revillo (Tortosa, 1962) es bióloga de formación y trabaja como profesora de instituto. Sus microrrelatos han sido recogidos en la antología Paz Monserrat RevilloMar de pirañas (Menoscuarto, 2012) y en Los pescadores de perlas (Montesinos, 2019). A finales del 2015 la editorial Nazarí publicó su primer libro de relatos: Hormonautas. En el año 2019 publicó en Enkuadres el libro de microrrelatos Jardinería de interior, quedando finalista en la última convocatoria del premio Setenil al mejor libro de relatos. Desde enero del 2013, publica en su blog Crónicas desenfocadas.Crónicas desenfocadas