Pintura
Maruja Mallo, fantasía ingobernable de la vanguardia española
Independiente, ajena a los convencionalismos. Fantasía ingobernable y sin sombrero. Arrolladora creadora de vanguardia, la última surrealista. Todo eso y muchísimo más para definir a Maruja Mallo (nacida Ana María Gómez González, Viveiro, Lugo, 1902 - Madrid, 1995).
Gallega en Madrid, representante de la generación del 27, del surrealismo y de las poéticas del exilio. Supo entender de manera excepcional la cultura popular y representó singularmente el feminismo en las primeras vanguardias.
Mujer libre y poco corriente en un mundo de hombres igualmente poco corrientes: Lorca, Dalí, Ortega y Gasset (organizador de su primera exposición), Buñuel, Alberti, Miguel Hernández o Pablo Neruda. Los tres últimos, tres de sus conquistas.
Primero tomó Madrid y después París. Allí entabló amistad con André Breton y Paul Éluard. Comprometida con la Segunda República, el exilio le abrió todo un mundo de posibilidades por toda América, con base de operaciones en Buenos Aires, pero llegando hasta Nueva York. 25 años después regresó a Madrid y se estableció como una figura clave del latir cultural de la ciudad. Creando sin parar.
"Es una figura trascendental", dice de ella el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, aprovechando la publicación de Maruja Mallo. Catálogo razonado de óleos. Una obra ambiciosa que ha llevado veinte años de investigación y que establece por primera vez el corpus definitivo de la obra pictórica de la artista: 147 cuadros y 40 bocetos, entre los que se incluyen algunos inéditos.
Maruja Mallo. Catálogo razonado de óleosreúne, además de la reproducción de obras, textos de los especialistas más sobresalientes que han trabajado sobre su producción, como Estrella de Diego y Guillermo de Osma, quienes han participado en la publicación junto a Juan Pérez de Ayala, Antonio Gómez Conde, Antonio Bonet Correa, Fernando Huici March y José Carlos Valle.
A pesar de que Mallo representa una de las etapas más luminosas de la cultura española del siglo XX, su figura había estado sumida en una larga sombra, tras su exilio a causa de la Guerra Civil y del franquismo. "Su vida, con el exilio y la vuelta a España, casi priorizó a la propia obra. Me parece importante que haya un trabajo exclusivamente sobre la obra de Maruja, que es, además una figura troncal del Museo Reina Sofía", apostilla Borja-Villel.
"Libre de pensamiento y costumbres"
Durante la presentación del catálogo razonado en el Museo Reina Sofía, la historiadora, crítica de arte y amiga María Escribano ha apuntado que Maruja Mallo era "libre de pensamiento y costumbres", por lo que representa muy bien el espíritu de aquellas generaciones de vanguardia "para las que la madurez dejó de ser un modelo a seguir y pusieron toda su energía en diferenciarse de ella en valores, estética, usos amoroso y forma de vestir".
"Maruja fue una pionera del sinsombrerismo", ha apostillado, rememorando el atrevimiento de quitarse este complemento, al tiempo que ha rememorado sus apariciones de los años setenta en TVE con Paloma Chamorro. "Para mí y para muchas mujeres de la época fue un modelo de mujer independiente, culta, profundamente cosmopolita e intersidada por todo lo que le rodeada. Orgullosa de su trabajo, divertida, muy alejada del modelo de intelectual solemne y distante de la generación anterior", ha resumido.
Coincide con este planteamiento la presidenta del Patronato del Museo Reina Sofía, Ángeles González-Sinde, quien recuerda a Maruja Mallo "del Madrid de los años ochenta, de encontrarla en inauguraciones y espacios culturales". Asimismo, ha coincidido con Borja-Villel al apuntar que su vida quedó marcada por el exilio y los "vaivenes políticos", por lo que es necesario enmarcar su obra dentro de la historia del arte contemporáneo español.
Por su parte, la historiadora de arte y también amiga Estrella de Diego habla de ella como "la última vanguardista, pues nunca le gustaron las convenciones culturales". "Tuvo muchísimos novios, amantes y admiradores", ha destacado, apuntando después: "En aquellos años setenta y ochenta, Maruja era queer en el sentido de que iba disfrazada. Tenía una personalidad movediza, como Andy Warhol. Bajo una apariencia idéntica se presentaba todo el rato como personajes diferentes".
Para la edición de esta obra sobre Maruja Mallo ha sido esencial la Fundación Azcona, entidad sin ánimo de lucro que ha patrocinado y publicado los catálogos razonados de grandes figuras del arte contemporáneo español del siglo XX, como Martín Chirino, Manolo Millares, Manuel Rivera, Luis Fernández o Julio González.
El presidente de la fundación, Ladislao Azcona, ha puesto en valor que, despuésde veinte años haciendo catálogos razonados, Maruja Mallo es la primera mujer de su catálogo. Y ha adelantado que prontó habrá una segunda, pues ya se está trabajando en un proyecto equivalente sobre Carmen Calvo, Premio Nacional de Artes Plásticas de 2013.
Ana María antes de Maruja Mallo, la única 'bruja' joven
Ver más
"Ahora volvemos a traer a Maruja con nosotros. Una artista que rompía moldes, una persona singular. Recuerdo unas exposiciones de vanguaridas en la galería Multitud en 1974 y 1975 y resulta que a día de hoy estamos celebrando el hallazgo total de una gran creadora", ha remarcado Azcona.
Este catálogo, impulsado por el galerista Guillermo de Osma, especialista en la obra de la artista, ha contado con la colaboración del Museo Reina Sofía, la familia de la artista y otros muchos expertos como el historiador Juan Pérez de Ayala o Estrella de Diego. "Había dos marujas. Una más expansiva, trasgresora, excéntrica, que hablaba muchísimo y que tapaba a la pintora, que era como una franciscana, que trabajaba muy meticulosamente. Todavía no somos ni conscientes de lo que Maruja ha aportado a la historia del arte. Su obra no tiene nada que envidiar a Frida Kahlo o a Georgia O'Keeffe”, ha rematado De Osma.
Aunque el paso del tiempo haya sido injusto con su legado, sí que fueron muy conscientes de su talento y su valor sus amigos y compañeros de andanzas. No en vano, Dalí condensó su esencia al asegurar que era "mitad ángel, mitad marisco". Y Federico García Lorca siempre lo vio claro: “Maruja Mallo, entre Verbena y Espantajo toda la belleza del mundo cabe dentro del ojo, sus cuadros son los que he visto pintados con más imaginación, emoción y sensualidad”.