Economía

Beneficios históricos para los empresarios, salvaje oeste para los trabajadores: la cara b del año récord del turismo

Camareros trabajando en un hotel de Canarias.

Zambullirse en los datos turísticos da incluso vértigo, pero no es un bloque monolítico. El sector ha dejado atrás la pandemia y en 2023 elevó su contribución al Producto Interior Bruto (PIB) nacional hasta el 12,8%, lo que significó la generación de 186.596 millones de euros, el máximo de la serie histórica, según las últimas cifras difundidas por Exceltur. Y las previsiones son mejores para 2024, año el que se espera que su aportación se expanda hasta superar los 200.000 millones y alcanzar el 13,4% del PIB.

El Banco de España estimó el crecimiento real de la economía estatal en el 2,4% y el turismo se ha erigido como el principal motor de éste en 2023, al suponer el 70,8% del total, tras un alza del 13,1%. A lo desgranado se añade que la ocupación en las ramas económicas características del turismo trepó hasta los 1,9 millones de puestos de trabajo en 2022. Ello representó el 9,3% del empleo global de la economía, cinco décimas más que en 2021, según la Cuenta Satélite del Turismo de España (CSTE) alimentada por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero no todo son datos positivos.

Para el secretario federal de Hostelería, Restauración Social y Turismo de UGT, Omar Rodríguez, “es sorprendente el incremento que ha tenido el porcentaje de beneficios de las compañías”. “Es verdad que se han encarecido los precios, las materias primas, el petróleo… Pero un crecimiento que normalmente las empresas suelen situar en torno al 16%, algunos hoteles de tres estrellas o superiores han realizado elevaciones de precios de hasta el 100%, en función del momento del año”, expone. Y agrega: “Esto hacer ver que no sólo son datos históricos, sino también beneficios históricos y nos cuesta mucho trasladar eso luego a las condiciones laborales”, sostiene.

Rodríguez explica que en aquellos lugares donde pueden actuar los sindicatos como “cadenas de restauración o restaurantes importantes” es “más fácil” tener “cierto control sobre la jornada, los salarios, las horas extraordinarias…” pero al tratarse de un sector “muy atomizado” compuesto por pequeñas y medianas empresas (pymes) “en muchas ocasiones, en la hostelería, cafeterías, pubs, chiringuitos… eso es el salvaje oeste”, condensa. Por ley, los trabajadores podrán elegir un delegado sindical, sólo si son entre seis y diez.

El secretario federal de UGT es consciente de que en esta rama de actividad, la conciliación familiar “se ejerce con mucha dificultad” y “después de la pandemia ha habido un cambio en la sociedad y mucha gente ha tomado conciencia de que la vida no es sólo trabajar y no todo es salario ni no todo vale”. Pone un ejemplo: “En puntos como Málaga, había quien estaba acostumbrado a ir en verano a hacer la campaña turística porque se cobraba mucho en ‘b’, pero ahora la gente no está dispuesta a eso, a trabajar 12 horas para cobrar en ‘b’, porque la pandemia ha demostrado que eso tiene repercusiones como no tener luego cobertura de los ERTE como los demás”. A su juicio, la crisis del covid “ha sacado a la luz muchas de las carencias que tiene el sector y los empresarios no son capaces de darse cuenta de que la transformación va en todos los sentidos”.

Cree que declaraciones como que “media jornada es de 12 a 12” o que no se encuentran camareros porque no quieren trabajar muestran que “todavía está muy interiorizada una cultura” que no todos comparten ya. Apunta un dato: “La tasa en la hostelería de parcialidad voluntaria es del 51%, hay mucha gente encantada de trabajar más horas, el problema es cómo, a cuánto y cuándo”. Avisa de que “los jóvenes que estudian o quienes puntualmente necesitan un trabajo, no quieren el sacrifico de la hostelería”. “Y cometemos un error –añade– porque es matar a la gallina de los huevos de oro”. Donde su sindicato sí ha detectado cierto viraje empresarial es en que se han dado cuenta de que “la formación tiene un coste y es mejor mantener a la gente y gastar en salarios en condiciones para hacerlo”. Si bien apostilla que esto sucede de nuevo “en empresas organizadas, más bien tipo cadenas”.

Otras fuentes sindicales aportan que “es un sector altamente feminizado, a pesar de que se asocie al camarero hombre” y, más allá de que existan convenios “en algunos casos con condiciones relativamente dignas”, el obstáculo a salvar es “el incumplimiento de la norma desde la perspectiva del salario, de la jornada laboral, de tiempos de descanso…”. “La vigilancia la debería hacer la Inspección de Trabajo, pero no hay inspectores”, lamentan. En ese escenario, plantean que no se puede exigir al sector que se “profesionalice”, si se vulneran “las condiciones de trabajo” de forma sistemática.

El responsable de Hostelería y Turismo de CCOO a nivel nacional, Gonzalo Fuentes, comparte algunas de esas ideas. Con las cifras en la mano, afirma: “La coyuntura turística va bien, pero no es lo mismo que el turismo”. Éste tiene, en su opinión, dos retos esenciales que afrontar: uno en la esfera laboral y otro de futuro. Por lo que respecta al primero, señala que se ha "crecido en estabilidad, gracias a la reforma laboral," si bien, "la temporalidad aún es de récord, diez puntos de diferencia con el resto de los sectores". "Y donde hay más fraude es el empleo a tiempo parcial", pespuntea. Y lo argumenta: "El 33% de las personas que trabajan en la hostelería, sobre todo mujeres y jóvenes, lo hacen a tiempo parcial y el 56% de ese 33% es indeseado, es decir, a más de la mitad de las personas les gustaría hacerlo a tiempo completo. Y una gran parte de ese tiempo parcial es fraudulento" en una área de actividad "con muchas horas extra trabajadas sin pagar".

Fuentes coincide con Rodríguez en que "lo que más crece con diferencia son los beneficios empresariales, mientras los salarios no suben". Sí lo hacen "los menús 2 o 3 euros o las habitaciones de los hoteles un 20 o 25%, en algún sitio incluso más… pero no los sueldos", remacha. Incide en separar dos planos: "Hay una bonanza de beneficios sin precedentes", junto a "un aumento de las cargas de trabajo y un malestar en las plantillas". Lo que ha derivado en que "el turismo y la hostelería se hayan convertido en un sitio de paso, hasta que se encuentre otra cosa, cuando antes era un oficio, una profesión. Las condiciones de trabajo son insatisfactorias", denuncia.

Como otras fuentes reclama más inspectores, dado que "no hay ni para llegar al 10% y no se pueden cubrir las denuncias que harían falta para acabar con el fraude". No es ajeno a que en bares y locales de ese tipo no se respetan cuestiones como que "el convenio de hostelería tiene dos días de descanso en todo el país" o que el personal "trabaje más de lo que tiene estipulado en los contratos". "Se trata de pymes o super pymes donde no hay representación sindical porque la ley no lo permite y eso es la jungla", remata.

Un modelo "insostenible" en un contexto de cambio climático

Al margen del aspecto meramente laboral, el responsable de CCOO defiende que el sector turístico "tiene que hacer transformaciones profundas, un giro de 180 grados" en lo vinculado "al agua, la energía, lo que está sucediendo en las ciudades con las viviendas turísticas…". A su entender, "el modelo actual es insostenible socialmente, laboralmente y medioambientalmente en un contexto de cambio climático. Los números son los que son, se crea empleo, pero hay una visión muy cortoplacista y haría falta una repensada porque esto va bien, pero hay muchas cosas que cambiar", concluye.

Respecto al ámbito del “hospedaje”, Rodríguez avanza que UGT y CCOO han desarrollado un proyecto, “un sello de calidad que se llama Hoteles justos” con el objetivo de diseñar un conjunto de indicadores para la puesta en marcha de un sistema de certificación de establecimientos "laboralmente responsables con los trabajadores". Admite que “una parte del sector" le "tiene miedo", porque "piensa que implica más legislación, pero se trata de cumplir unos parámetros normales que deberían seguir el 100% de los establecimientos".

 

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