ENTREVISTA
Paula Iglesias, presidenta de la FELGTBI: "Llamar maricón no es una forma de hablar, es homofobia"
Parece difícil imaginar un examen más duro que aquel que se deslizó frente a la Federación Estatal LGTBI (FELGBI) allá por febrero de 2021. Entonces, salían a la luz los primeros borradores de la llamada ley trans. Aunque no era el punto de partida, sino el resultado de años de trabajo minucioso, se convirtió en el comienzo de una contienda extenuante que interpeló no sólo al colectivo, sino también a líderes políticos de distintos colores y a activistas feministas críticas con la ley. Han pasado ya tres años desde entonces, uno con la norma en vigor, y Paula Iglesias respira con aparente serenidad. La desde este viernes nueva presidenta de la FELGTBI cree improbable que la etapa que se abre ahora sea más convulsa que la anterior. Pero además, la activista tiene tablas: durante los últimos cinco años ha ostentado el cargo de vicepresidenta de la principal organización LGTBI del país, así que sabe bien cuáles son sus prioridades, cuáles sus alianzas y cuáles los frentes donde merece la pena batallar.
En estos momentos está celebrándose el juicio por el asesinato de Samuel Luiz. ¿Qué significaría hacer justicia en este caso?
Lo que esperamos desde la Federación y desde todo el colectivo es que si te matan al grito de 'maricón', la justicia reconozca que es homofobia.
Los acusados y los testigos admiten haber escuchado a los agresores dirigirse a la víctima al grito de 'maricón', pero las defensas se centran en enmarcarlo en un insulto corriente, sin una carga homófoba.
El lenguaje tiene implicaciones. Llamar 'maricón de mierda' a alguien no debe ser considerado una forma de hablar, es una forma de homofobia. Es un discurso homófobo y de odio que además, como hemos visto, puede tener consecuencias muy graves, hasta el punto de acabar con la vida de alguien.
Esta semana el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, también ha sido insultado al grito de 'maricón'. ¿Estamos retrocediendo?
Quiero pensar que no. Pero es verdad que existe una minoría que quiere hacer ver a la sociedad que la diversidad es una amenaza y no un valor que la enriquece. Esa minoría quizá está teniendo ahora altavoces que antes no tenía, como las redes sociales y algunas instituciones.
Eexiste una minoría que quiere hacer ver a la sociedad que la diversidad es una amenaza y no un valor
La LGTBIfobia no deja de estar, año tras año, entre las principales causas de delitos de odio. ¿Qué es lo que está fallando?
Desde la Federación y desde otras entidades hemos impulsado el Pacto de Estado contra los discursos de odio hacia los grupos vulnerables, precisamente buscando una alianza entre los movimientos sociales y las instituciones para hacer frente a estos discursos que al final son la antesala de lo que luego es más visible, desgraciadamente, que son las consecuencias del odio.
Las cifras oficiales dejan fuera una parte importante de la violencia que no se denuncia. ¿Es la infranuncia un problema?
Sí, la infradenuncia es un problema. Lo que no se nombra y lo que no se visibiliza no existe, y para lo que no existe no hace falta tomar medidas. Es verdad que el colectivo LGTBI tiene una historia de discriminación que en determinados momentos de la historia también ha partido de los agentes policiales, pero afortunadamente ahora trabajamos con las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para que la atención en estos casos sea la adecuada y que el colectivo LGTBI pueda encontrar en estos agentes personas aliadas, que les acompañen en un momento muy complicado y de mucha vulnerabilidad.
La Federación deja atrás una etapa complicada, especialmente en lo que respecta a las relaciones institucionales con los partidos políticos en torno a la ley trans. ¿Será esta etapa menos convulsa?
Cualquiera que asume un cargo como el de la Presidencia de la Federación espera que la etapa sea lo menos convulsa posible y que se establezcan alianzas. El colectivo cada vez tiene más fuerza, pero necesita alianzas en la sociedad y también en las instituciones para seguir avanzando en derechos. Si no remamos todas a una, el camino se hace mucho más complicado.
El colectivo cada vez tiene más fuerza, pero necesita alianzas en la sociedad y también en las instituciones para seguir avanzando
Y sobre esas alianzas, ¿qué esperan del actual Ministerio de Igualdad? Especialmente tras un inicio difícil debido a los comentarios tránsfobos de la exdirectora del Instituto de las Mujeres.
En esta última etapa del Ministerio de Igualdad hemos percibido predisposición a trabajar conjuntamente, así que esperamos poder ir caminando juntas, especialmente en el tema del Pacto de Estado contra los delitos de odio.
Además de esa, ¿cuáles son las otras prioridades en la agenda?
El desarrollo del protocolo para el acompañamiento a las personas trans en el ámbito laboral, que además la ministra de Trabajo se comprometió a su desarrollo tanto en el Orgullo de este año como el viernes en la inauguración de nuestro Congreso. También nos gustaría abordar todo lo que tiene relación con identidades y realidades que han sido menos visibilizadas, como son las personas no binarias y el reconocimiento de su identidad, o la prohibición de cirugías y tratamientos hormonales a menores intersex y un adecuado registro que garantice sus derechos. También vamos a seguir trabajando obviamente por intentar conseguir centros escolares y aulas libres de esos discursos de odio, porque nos preocupa especialmente cómo se están difundiendo dentro de los centros. Trataremos de mejorar la atención sanitaria no sólo a nivel de atención a temas relativos a la salud sexual y reproductiva del colectivo, sino también abordar la salud mental que muchas veces es consecuencia de que sufrimos violencia.
Nos preocupa especialmente cómo se están difundiendo los discursos de odio dentro de los centros escolares
Respecto a las personas no binarias, ¿cómo esperan que se materialice ese reconocimiento identitario?
Ya contamos con un caso en España: una persona que ha podido registrarse como persona no binaria porque en su país de origen así se lo permitían. Entendemos que es una cuestión de voluntad política y esperamos poder sentarnos para ver cuál es el mejor mecanismo que pueda reconocer la identidad de las personas no binarias.
Durante la legislatura se estuvo a punto. ¿Por qué cree que no han conseguido conquistar ese frente?
No sé qué es lo que falla. Es verdad que es un colectivo muy invisible, afortunadamente está empezando a visibilizarse más, no sólo su identidad, sino también las trabas que sufren a nivel social y a nivel de reconocimiento. Vamos a trabajar porque esa identidad se reconozca de alguna manera.
Esta legislatura también quedó marcada por discursos que ponen sobre la mesa fraudes relacionados con la ley trans. ¿Les preocupa esto?
Como toda ley, se puede cometer algún tipo de fraude. Pero además de suponer un fraude de ley, lo que se intenta es instrumentalizar a las personas trans para irestar valor a una ley que lo que hace es ampliar derechos, para seguir estigmatizándolas y discriminándolas. Pero la realidad es que se está haciendo un buen uso de la ley, únicamente se han rechazado en torno al 1,4% de las solicitudes, así que en general se está haciendo un buen uso de esa ley y está garantizando derechos para las personas trans. En los casos en los que se esté utilizando para cometer fraude, hay que perseguirlos como con cualquier otra norma.
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Nunca han dejado de ir de la mano, siempre han sido movimientos aliados porque han compartido lucha. Las intersecciones nos atraviesan a todas y siempre hemos ido de la mano del movimiento que consideramos feminista, aquel que no excluye a ninguna compañera. Es verdad que ha supuesto una confrontación con determinadas personas que que se denominan feministas, pero consideramos que es una minoría que ha hecho más ruido que otra cosa. La verdad es que la mayoría del movimiento feminista sigue de la mano del colectivo LGTBI y no va a permitir que de esa lucha se excluya a ninguna mujer.
Siempre hemos ido de la mano del movimiento que consideramos feminista: aquel que no excluye a ninguna compañera
Mencionaba antes que los discursos de odio están encontrando un altavoz en las instituciones. Los partidos que son portavoces de esos discursos, como Vox y el PP, ¿tienen cabida en el Orgullo?
No sería muy coherente ir en contra de los derechos de un colectivo y aparecer en el evento más reivindicativo del colectivo, una manifestación que reivindica derechos y que es una explosión del poder ser en libertad. Ahí, evidentemente, no caben los discursos de odio, en ningún caso.