Kosovo
El Comité Olímpico presiona a España para que pase por el 'aro' de Kosovo
Desde que Kosovo autoproclamó su independencia de Serbia en el año 2008, España se ha posicionado abiertamente en contra de reconocer a la provincia serbia como un país soberano. Aquella decisión unilateral del país balcánico supuso entonces que la mayoría de países europeos lo viese como algo positivo para un territorio que durante décadas había sido castigado por los centralismos yugoslavo y serbio. La negativa de España, junto a la de otros países europeos como Grecia, Chipre, Rumanía y, lógicamente, Serbia; responde a los propios problemas internos que acarrean las cuestiones vasca y catalana.
Ahora, el Comité Olímpico Internacional (COI) —que admitió el ingreso de Kosovo en 2014— ha anunciado que presionará para dejar a España sin poder organizar eventos deportivos internacionales a menos que garantice que los participantes kosovares puedan acudir exhibiendo con normalidad su himno y su bandera. Esta medida se ha tomado después de que en el campeonato mundial de kárate, celebrado la semana pasada en Madrid, se le prohibiera a los deportistas de aquel país utilizar sus símbolos identitarios en la competición. Además se les negó que el nombre de su nación apareciese en los chándales y en los marcadores.
La amenaza del COI fue verbalizada hace unos días por el subdirector general, Pere Miró, en la página insidethegames.biz: "Si el Gobierno español no está en condiciones de garantizar el acceso, no solo a Kosovo, sino a todos los atletas que quieran competir, debemos advertir a todas las federaciones internacionales que, hasta que esto se resuelva, no deben realizar competiciones internacionales allí", manifestó. Así, el próximo jueves el Comité remitirá una carta a las federaciones deportivas de múltiples países con instrucciones específicas de no concederle a España la organización de cualquier competición deportiva: "Por favor, antes de otorgar cualquier competencia, asegúrense de tener todas las garantías de que todos los atletas serán bienvenidos en España", recomienda Miró.
El intento de Kosovo para ganarse a España
El gobierno autónomo kosovar ha lanzado una estrategia para intentar cambiar la postura de España con respecto a su independencia. El plan se basa, por un lado, en desligar completamente su situación nacional y territorial con la de Cataluña y, por otro, de intentar atraer inversión española.
De este modo Kosovo insiste en no pronunciarse sobre el independentismo catalán y afirma que apoya al Gobierno central ya que, entienden, no se pueden comparar los escenarios balcánico y español. Además, está en contacto con empresarios españoles para intentar vertebrar una cooperación económica entre ambos países que acabe flexibilizando la postura de Moncloa.
Negociaciones complicadas
España permitirá que Kosovo exhiba sus símbolos en pruebas deportivas aunque seguirá sin reconocerlo como nación
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Hasta ahora, la postura oficial de la diplomacia española dicta que no se reconocerá a Kosovo como nación hasta que no lo haga Serbia —país al que pertenece como provincia—. Desde hace tiempo la Unión Europea ha intentado, con bastante poco éxito, que Belgrado y Pristina se sienten a dialogar para llegar a un acuerdo sobre las tensiones étnicas y territoriales que padecen para zanjar desacuerdos y facilitar la adhesión de ambos a la UE.
Tras múltiples disensiones, el pasado octubre la noticia fue que el presidente serbio, Aleksandar Vučić, y su homólogo kosovar, Hashim Thaçi, habían llegado a un acuerdo para superar el conflicto. La fórmula, no obstante, resultó muy polémica ya que se pretendía hacer un intercambio de territorio entre ellos. Al norte de Kosovo hay una región donde la gran mayoría de sus habitantes son de ascendencia serbia y cristiana ortodoxa; lo mismo ocurre al sur de Serbia, donde una circunscripción aglutina una clara mayoría de kosovares musulmanes. La idea, en principio, era que el territorio kosovar se integrase en Serbia y el de Serbia en Kosovo. En la comunidad internacional no ha gustado nada esta solución y hablan de otra forma de limpieza o reorganización étnica, eso sí, muy diferente de la que se produjo durante las guerras de los Balcanes.
Unos días después la hostilidad volvió a la región balcánica cuando el Parlamento de Kosovo aprobó la creación de un ejército propio (Serbia aún no ha reconocido la independencia de Kosovo y, por tanto, sigue siendo una provincia), a lo que Vučić respondió inmediatamente avisando de que podría enviar allí al ejército Serbio si la medida se llevaba a cabo. En la UE saltó la alarma y la alta representante comunitaria para Asuntos Exteriores, Federica Mogherini, llamó al orden a ambos contendientes en favor del entendimiento mutuo para la posible futura entrada en la Unión.