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Un candidato del FN supervisó las negociaciones de la multinacional Lafarge con el Estado Islámico en Siria
Se trata de una información de la que Marine Le Pen –que ha prometido luchar incansablemente contra el terrorismo islamista, en caso de ser elegida este domingo presidenta de Francia– habría podido prescindir entre la primera y la segunda vuelta [que se celebra este domingo] de las presidenciales francesas. Uno de los dirigentes del grupo Lafarge que supervisó negociaciones secretas mantenidas con el Estado Islámico, para que el gigante mundial del cemento pudiese proseguir con sus negocios en plena guerra siria, es un ferviente partidario de la jefa de filas del Frente Nacional (FN). En concreto, fue candidato por París en los últimos comicios municipales.
Se llama Jean-Claude Veillard. Y en la actualidad es el director de Seguridad del grupo franco-suizo Lafarge/Holcim. Varios documentos y testimonios recabados por Mediapart, socio editorial de infoLibre, demuestran su implicación en el caso sirio y su perfecto conocimiento de las negociaciones mantenidas, en 2013 y 2014, entre la multinacional y el Estado Islámico (EI), responsable de una ola de atentados sin precedentes en Francia en el año 2015.
Esta colaboración derivó en pagos de Lafarge al grupo de terrorista mediante la compra de petróleo, cuya producción controlaba el Estado Islámico, el suministro de camiones de cemento y el abono de un canon a fin de garantizar la circulación y la seguridad de los empleados de la empresa en Siria.
A raíz de las revelaciones de Le Monde e Intelligence Online, la ONG francesa Sherpa y el Centro Europeo de Derechos Constitucionales y Derechos Humanos, con sede en Berlín, han presentado una querella por “financiación de empresa terrorista”, “complicidad en crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad”, “imprudencia temeraria deliberada”, “explotación abusiva del trabajo ajeno”, “negligencia” y “encubrimiento”.
Según fuentes judiciales, próximamente se designará al juez encargado de la instrucción y, en breve, está previsto que se inicie formalmente la investigación, según fuentes judiciales. Dicha investigación se suma a la abierta en octubre de 2016 por iniciativa del Ministerio de Economía y Finanzas.
Jean-Claude Veillard, exintegrante de los comandos de la marina, cuerpo que abandonó con el grado de capitán de fragata (equivalente a teniente coronel), hace ya casi diez años que se convirtió en uno de los pilares del grupo Lafarge, líder mundial de los materiales de construcción –cemento, hormigón, áridos– que factura 13.000 millones de euros. Además, Veillard es un militante de ultraderechas comprometido: en 2014 concurrió a las elecciones municipales celebradas en marzo como número 5 en la lista del candidato de la coalición Rassemblement Bleu Marine, Wallerand de Saint-Just, actual tesorero de la campaña presidencial de Marine Le Pen. En ese mismo periodo, Lafarge negociaba con el Estado Islámico.
El grupo había comprado en 2007 una cementera siria que –después de realizar importantes obras– inauguró en 2010, es decir dos años después del nombramiento de Veillard como responsable de Seguridad de la multinacional. La fábrica siria era entonces considerada una de las más modernas y prometedoras de Oriente Próximo, con una capacidad de producción anual de tres millones de toneladas de cemento. La cementera, situada en Jalabiya, al noreste de Siria, a 90 km de Raqqa, la capital del Estado Islámico en el país, estaba controlada por una filial, propiedad de Lafarge en un 98%, denominada Lafarge Cement Syria (LCS).
Jean-Claude Veillard, pese a su fama de personaje reservado, que mantiene de su pasado en las fuerzas especiales la cultura del hermetismo, dejó tras de sí un rastro que demuestra su implicación en el vergonzoso caso sirio de Lafarge.
Lafarge, debido a la influencia territorial creciente del EI en Siria, en 2013 y 2014, decidió, al contrario que otras empresas, alcanzar acuerdos con la organización terrorista para poder continuar con los negocios en el país y, según sus dirigentes, garantizar la seguridad de sus trabajadores.
Según los testimonios recabados, Jean-Claude Veillard era informado del avance de cada fase de las negociaciones con los yihadistas. Recibía copia de los e-mails dirigidos a la dirección y tuvo que pronunciarse sobre las decisiones tomadas. Varios correos electrónicos, a los que Mediapart ha tenido acceso, así lo demuestran. Es el caso, por ejemplo del intercambio de e-mails de agosto de 2014 en el que uno de los responsables de Lafarge en Siria anuncia que tras las negociaciones mantenidas con el Estado Islámico, la empresa debía facilitar los documentos de identidad de sus empleados en el país para facilitarles el paso, posible gracias al pago de un canon a los yihadistas.
También había que abonar una tasa para permitir la circulación de la mercancía entrante y saliente de la fábrica, según la ONG Sherpa y el Centro Europeo para los Derechos Constitucionales y los Derechos Humanos.
Lafarge ha terminado por reconocer los hechos
Otros elementos detallados, relacionados con los testimonios proporcionados por una docena de extrabajadores de la fábrica siria, apuntan además que Lafarge pudo poner en peligro a sabiendas a su personal en el país con el único fin de seguir obteniendo beneficios. Los testigos hablan de secuestros, de disparos contra trabajadores y de la falta de un verdadero plan de evacuación en caso de que la fábrica fuese atacada.
Como responsable de la seguridad del grupo, Veillard no desconocía los compromisos de Lafarge con el EI ya que toda la estrategia de seguridad en Siria se basaba en sus acuerdos con la organización terrorista. Era él quien, en el ejercicio de sus funciones, evaluaba la amenaza en Sitia, supervisaba directamente el trabajo del responsable de riesgos de la filial siria y gestionaba los asuntos de seguridad más delicados que dependían de los acuerdos –también económicos– alcanzados con los grupos armados presentes en las inmediaciones de la fábrica de Jalabiya, entre ellos el EI.
Los acuerdos de Lafarge con el EI se mantuvieron hasta el mes de septiembre de 2014, fecha en que la organización terrorista terminó tomando la fábrica, forzando a la multinacional a cerrarla. Mientras, habida cuenta de la dificultad y de la peligrosidad de la situación, Lafarge evacuó a su personal europeo (sobre todo, francés) y después, oficialmente, a su personal local (sirio) a Turquía, donde los empleados siguieron percibiendo un sueldo hasta finales de 2015.
En realidad, la evacuación de los 240 empleados presentes en el momento del ataque de la fábrica por parte del EI no estuvo exenta de contratiempos. La dirección olvidó avisar al personal del ataque inminente y los autobuses previstos, en caso de evacuación de urgencia, nunca llegaron. De este modo, los trabajadores tuvieron que arreglárselas para ponerse a salvo. El desfase temporal entre la evacuación de los franceses y, después, cuando no se podía hacer nada más, de los locales, dio mucho que hablar en la empresa. Una situación de la que se puede responsabilizar a Veillard.
Veillard ha rechazado hacer declaraciones a Mediapart sobre el asunto. “No tengo nada que decir”, señaló. En lo que respecta a su compromiso con Marine Le Pen, Veillard se limitó a precisar: “Es una cuestión personal y privada. Si hubiese sido el adjunto de Mélenchon o de un socialista, estoy seguro de que no se habrían interesado por la cuestión”. Wallerand de Saint-Just, cabeza de lista por París de la ultraderecha en las municipales, no ha respondido a nuestras llamadas.
Mientras, en la localidad suiza de Zúrich, este miércoles 3 de abril estaba prevista la celebración de una asamblea general de accionistas para analizar las medidas que se han de emprender a raíz de la investigación interna confiada a dos despachos de abogados, Baker McKenzie (en Estados Unidos) y Darrois-Villey-Maillot-Brochier (en Francia) por las acusaciones de mantener acuerdos con el Estado Islámico. Las conclusiones de esa investigación, conocidas en abril, son muy claras y han llevado a Lafarge, que se había limitado a negar los hechos, a reconocerlos.
El grupo Lafarge/Holcim, contactado por Mediapart, nos ha remitido al comunicado difundido el pasado 24 de abril, posterior al informe de auditoría sobre la fábrica siria: “El consejo de administración, una vez finalizada la investigación independiente, confirmó que algunas de las medidas que se tomaron para permitir que la fábrica siria siguiese funcionando de forma segura, fueron inaceptables y se cometieron importantes errores de juicio, contrarios al código de conducta entonces vigente. Los resultados de la investigación confirman también que, aunque estas medidas se tomaron por iniciativa de la dirección local y regional, algunos miembros de la dirección del grupo tuvieron conocimiento de situaciones que, cabía pensar, violaban el código de conducta de los negocios de Lafarge”, podía leerse en el comunicado.
El grupo anunció la marcha, prevista para el 15 de julio, de su director general Eric Olsen, quien se ha comprometido a “hacer limpieza” en la dirección antes de su salida. Varios dirigentes pueden verse amenazados: el máximo responsable de la filial siria, el director de la fábrica (actualmente residente en Damasco), pero también Jean-Claude Veillard.
Parece fuera de toda duda que Jean-Claude Veillard y Lafarge no tienen la misma concepción de la lucha antiterrorista que Marine Le Pen, quien declaraba hace dos semanas: “Desde hace diez años, con Gobiernos de derechas y de izquierdas, se ha hecho todo lo posible para que perdiésemos la guerra contra el terrorismo”. Incluido financiar el Estado Islámico.
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Traducción: Mariola Moreno
Leer el texto en francés:
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