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Le Pen pincha, la 'ola verde' no llega, la derecha avanza y Macron resiste: quién gana con el récord de abstención en Francia

Mathilde Goanec | Ellen Salvi (Mediapart)

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Es la gran ganadora de estas elecciones. E invalida cualquier análisis concluyente sobre las fuerzas en liza. Este domingo, la abstención alcanzó un nuevo récord en la primera vuelta de las elecciones regionales y departamentales francesas: el 66,74% de los inscritos no acudieron a votar (frente al 49,5% que se abstuvo en las departamentales y el 50,02%, en las regionales, en 2015). O lo que es lo mismo, menos de uno de cada tres votantes acudió a las urnas. Los líderes políticos se mostraron unánimemente preocupados por esta situación... Sin sacar ninguna lección política al respecto.

Porque esta abstención masiva, en primer lugar, es un castigo para ellos. Ellos, que durante semanas hicieron campaña de temas que no se dirimían en estas elecciones, empezando por las cuestiones relativas a la seguridad, que no es una competencia de la región, pero que muchos candidatos convirtieron en su prioridad. Polémicas, negociaciones políticas, omnipresencia de las encuestas... Los debates vinieron dictados por la agenda que marcaba la ultraderecha de la Agrupación Nacional (RN) contra la que Emmanuel Macron se presenta como único baluarte, de cara a las presidenciales de 2022.

“No voy a sacar ninguna conclusión nacional de estas elecciones, que son elecciones locales”, había advertido el presidente de la República en el último Consejo de Ministros, excluyendo por principio una virtual crisis de Gobierno. Casi se puede entender a la vista de los resultados registrados el domingo por la noche por La República en Marcha (LREM), que no se erigió como segunda fuerza en ningún sitio. Pese a que se imaginaba ejerciendo de árbitro entre las dos vueltas, el partido en el Gobierno no está en condiciones de imponer una fusión de listas. Se trata de una situación inédita tratándose de una formación que está en el poder.

Para encontrar semejante desdén electoral, hay que remontarse al referéndum en el que se dirimía la duración de las legislaturas (de siete a cinco años)... en 2000; entonces sólo acudió a votar el 30% de los electores inscritos en el censo. En la primera vuelta de esas elecciones regionales y departamentales, el Gran Este se convirtió en el alumno menos aventajado, con un 70,39% de abstención, seguido por el País del Loira (68,98%), el Centro-Val de Loira, los Altos de Francia y Normandía, que oscilaron los tres en torno al 67%. Aparte de Córcega, donde el 57,08% de los votantes acudieron a las urnas para permitir que el autonomista Gilles Simeoni (29,19%) se imponga, el resto de regiones, incluidas las de ultramar, ignoraron las urnas.

Por poner solo el ejemplo de Bretaña, la abstención subió 16 puntos entre 2015 y 2021. “Muchísimo”, estima Patrick Lehingue. Sin embargo, el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Picardía no se muestra muy sorprendido: “Si miramos las últimas 11 elecciones, siete tuvieron una participación inferior al 50%, por lo que estamos ante una tendencia a la baja”.

Tampoco se puede culpar de esta baja participación a las terrazas, el sol, la lluvia o el tirón de la caña de pescar. A ese nivel, la deserción de los votantes dice mucho más sobre la tentación de “paro cívico” que manifiestan muchos ciudadanos, que sobre el tiempo. Entre los que pasaron de las urnas, muchos votaban antaño con disciplina, pero ahora están cansados del juego político.

La división administrativa, la falta de identificación con las regiones, a veces gigantescas y la desconfianza hacia los políticos son ingredientes que han ido macerando durante años y que han conducido a este desastroso resultado. Todo ello con la crisis sanitaria como telón de fondo. “Tuvimos la misma configuración [electoral] en las municipales, pero al menos en los ayuntamientos se conoce a los candidatos. Ahora, el panorama político era ilegible”, dice Patrick Lehingue.

“Con este nivel de abstención, podemos esperar fuertes efectos de movilización diferencial”, pronosticaba su colega politólogo Vincent Tiberj, en Twitter, pocos minutos después del anuncio de los resultados de la primera vuelta. “Cuanto más retrocede la participación, más adquieren las urnas un acento, el de los grupos más privilegiados de la sociedad”, añadía. Esta es también una de las primeras confirmaciones de estos comicios: la abstención no le trae buena suerte a la ultraderecha, que ha multiplicado los malos resultados, al no haber logrado movilizar a su electorado.

“Podemos hacer dos lecturas, política o sociológica: sí, son los votantes más descontentos los que se movilizan en las elecciones intermedias”, continúa Patrick Lehingue. “Pero, por otro lado, son los más jóvenes y las clases populares quienes más posibilidades tienen de abstenerse, por lo que esto perjudica automáticamente a la Agrupación Nacional”. A esto se añade el hecho de que el electorado tradicional de derechas, por lo general de más edad, se ha movilizado más.

En el plano nacional, la derecha de LR es la gran vencedora, ya que está en condiciones de conservar las siete regiones que dirige desde 2015. Puede incluso evitar las alianzas que LREM quería imponer. Más debilitada ha salido la izquierda, aunque sin llegar a la desesperación. Avance de los ecologistas (sin llegarse a dar una ola verde), mientras que el PS se mantiene a la baja. Ni rastro en cambio de Los Insumisos, pero que sí han obtenido un buen resultado de la mano de los comunistas en Isla de Francia.

“Disparo de advertencia”, “hundimiento”, “catástrofe”... Tanto en la derecha como en la izquierda, los líderes políticos pusieron el acento en la elevada abstención registrada el domingo por la noche. “¿Cuánto tiempo puede sobrevivir la democracia sin el pueblo?”, se preguntó el diputado de Francia Insumisa (LFI) François Ruffin, en Twitter, haciéndose eco en parte de las palabras de Jean-Luc Mélenchon. “La abstención es alta, la extrema derecha todavía demasiado alta, ese es el balance de esta noche electoral”, resumió por su parte el secretario nacional de Europa Ecología-Los Verdes (EELV) Julien Bayou.

Mientras, el vicepresidente LREM de la Asamblea Nacional, Hugues Renson, consideró que “cuando dos de cada tres votantes no acuden a votar, no lo hacen por desinterés o miedo al virus, sino que es en sí mismo un acto político y desde luego no hay que relativizarlo”. “Nadie puede descorchar champán esta noche, el nivel abismal de abstención debe hacernos reflexionar a todos”, señalaba el portavoz del Gobierno, Gabriel Attal. 

Los perdedores de la oposición también criticaron las condiciones en que se realizó esta doble cita con las urnas, mientras que en Marsella, por ejemplo, una treintena de colegios electorales no pudieron abrir, por falta de asesores suficientes. También recordaron el caos de la propaganda electoral de las últimas semanas antes de las elecciones. En varios departamentos no se distribuyó adecuadamente, privando a los ciudadanos de la información que necesitaban para decidir.

A lo largo y ancho del país, la abstención favoreció a los candidatos salientes, pese a lo que decían las encuestas, que prometían resultados históricos para RN. En Provenza-Alpes-Costa Azul (PACA), Thierry Mariani se sitúa en cabeza con el 36,38% de los votos emitidos, ligeramente por delante del presidente saliente de LR en la región, Renaud Muselier (31,91%). En Altos-de-Francia, donde los sondeos prometían una primera vuelta muy reñida, Xavier Bertrand (41,39%) aplastó ampliamente a las listas de la RN (24,37%) y de la unión de la izquierda (18,99%).

La derecha también se alzó con la victoria en la primera vuelta en Isla de Francia (Valérie Pécresse, 35,93%), así como en Auvernia-Rhône-Alpes (Laurent Wauquiez, 43,79%), País del Loira (Christelle Morançais, 34,29%) y Gran Este (Jean Rottner, 31,15%). El centrista Hervé Morin, que se presenta a la reelección en Normandía, obtiene el 36,86% de los votos emitidos, por delante del RN Nicolas Bay (19,85%) y de la socialista Mélanie Boulanger, aliada de EELV (18,37%).

Los socialistas también superan a sus adversarios en las cuatro regiones metropolitanas que lideran: Bretaña (Loïg Chesnais-Girard, 20,95%), Borgoña-Franco Condado (Marie-Guite Dufay, 26,52%), Occitania (Carole Delga, 39,57%) y Nueva Aquitania (Alain Rousset, 28,84%). El candidato del PS en Centro-Valle del Loire, François Bonneau (24,81%), amplía la distancia con Aleksandar Nikolic, de RN (22,24%), el LR Nicolas Forissier (18,82%) y el ministro encargado de las relaciones con el Parlamento, Marc Fesneau (16,65%).

A pesar de un cuarto puesto, este último registró el mejor resultado entre los macronistas, que ha sido barrido en casi todas las regiones en las que se presentaba con sus siglas –en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, concurría con Renaud Muselier, de Los Republicanos–.

Pero en lugar de cuestionar sus opciones políticas, el partido de Macron ha empezado a buscar otras soluciones. La presidenta de LREM de la comisión de leyes de la Asamblea, Yaël Braun-Pivet, detalló en Europa 1 algunas de sus propuestas para luchar contra la abstención. Entre ellas: celebrar las elecciones presidenciales y legislativas el mismo día, por un lado; y agrupar las elecciones regionales, departamentales y municipales, por otro. “Simplificación y clarificación de la vida democrática”, comentó. Eliminar las elecciones para evitar la abstención sería efectivamente más sencillo. Pero no necesariamente más democrático

Traducción: Mariola Moreno

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