La marcha épica de Selma en defensa de los derechos civiles desnuda al trumpismo 60 años después

Una peregrinación atrae cada año a miles de personas a una pequeña ciudad del sur profundo de Estados Unidos, donde la esclavitud y luego la segregación reinaron por mucho tiempo, provocando sufrimiento y resistencias. En Selma, en el Estado de Alabama, acuden para rendir homenaje a los activistas afroamericanos del movimiento por los derechos civiles que, en 1965, con su determinación y su negativa a ceder a la arbitrariedad y la violencia, consiguieron que su país aprobara la ley del derecho al voto.
El domingo 9 de marzo, con motivo de las celebraciones del 60º aniversario de estos acontecimientos tan trágicos como liberadores, decenas de miles de personas se reunieron detrás de estos “soldados rasos”. Aunque hoy en día la mayoría se encuentra en sillas de ruedas debido a su edad, su compromiso sigue intacto. Y su presencia anual lo demuestra.
En su juventud, estos manifestantes por la libertad fueron atacados violentamente después de cruzar la puente Edmund Pettus, —que lleva el nombre de un esclavista y líder de la organización supremacista blanca Ku Klux Klan después de la Guerra Civil (1861-1865)—, que leva a Montgomery, la capital de Alabama. Un momento conocido como el Domingo Sangriento. Finalmente, las manifestantes pudieron llegar a su destino tras una tercera marcha.
Cada año, el reencuentro de Selma da energía para las luchas futuras y, sobre todo, recuerda su sensibilidad, especialmente en este momento, cuando la democracia americana está en peligro.
Contra el «supremacista blanco» en el poder
“Nos encontramos aquí en tierra sagrada. Estamos aquí no solo para celebrar, sino también para reactivar la lucha”, dijo el domingo una activista del movimiento Black Vote Matters (El voto negro importa) en las escaleras de Brown Chapel, la iglesia metodista episcopal donde se reunían los “soldados rasos” antes de sus acciones.
Una de las dirigentes de la American Civil Liberties Union (Aclu, Unión Americana para las Libertades Civiles), la abogada Yasmin Cader, cree que hay mucho que aprender de su compromiso, ya que un “supremacista blanco brutal en el poder viene a privarles de todo aquello en lo que creen y que defienden”.
La democracia no puede morir ante nuestros ojos
“Aquí se enfrentan a estas amenazas desde hace mucho tiempo, de forma frontal y directa”, afirma Yasmin Cader. “Así que tenemos mucho que ganar y aprender de ellos. Este movimiento al que nos enfrentamos, seamos claros, está dirigido de forma marcial. Utilizan el arma del odio, el arma de la supremacía blanca, no solo para atacar nuestros avances, sino para hacer caer nuestra democracia”».
“La democracia no puede morir ante nuestros ojos”, declara otra activista por los derechos civiles, Janai Nelson, presidenta y directora jurídica del LDF (Legal Defense Fund), una de las principales organizaciones que luchan por la justicia racial.
En 2015, con motivo del 50º aniversario, el primer presidente negro de Estados Unidos, Barack Obama, se unió a la multitud y cruzó el puente. “En todo el país hay que dar los primeros pasos, recorrer nuevos caminos y cruzar otros puentes”», declaró. El año pasado, la vicepresidenta Kamala Harris estuvo allí.
Este año, por el sesenta aniversario, aunque el presidente no estaba físicamente presente, sí lo estaba en todos los discursos, en las mentes o en las pancartas: “El mundo de Dios, no el de Trump. No abandonen la lucha. Acuérdense de Selma”, se leía en una de ellas.
“Nos reunimos aquí con motivo del sexagésimo aniversario del ‘Domingo Sangriento’, mientras nuestro país está sumido en el caos”, declara Terri Sewell, originaria de Selma y diputada por Alabama en la Cámara de Representantes, subrayando las restricciones al derecho de voto de los afroamericanos establecidas en muchos Estados gobernados por los republicanos.
Aunque Donald Trump logró mejorar su puntuación entre el electorado negro en las elecciones de noviembre de 2024 (el 20 % votó por él, frente al 80 % que lo hizo por Kamala Harris, cuando en 2016 solo había ganado un 8 %), toda su política muestra que se inclina hacia el supremacismo blanco.
Pero si Selma es un símbolo siempre presente de luchas que nunca cesan, éstas afectan a todo el mundo, mucho más allá de la comunidad negra americana.
Rita Marinoble, profesora universitaria jubilada de 77 años, ha acudido allí por primera vez. Miembro del Partido Demócrata, ha venido desde California, donde vive, porque “ama los ideales americanos de libertad, justicia y democracia y odia todas las formas de opresión”. “Selma representa la lucha contra la opresión en lo que respecta al derecho al voto. Por desgracia, la opresión continúa mientras celebramos los sesenta años del ‘Domingo Sangriento’ de Selma. He venido para sumar mi presencia y mi voz a la lucha actual por la justicia y la igualdad, para los negros americanos y para todos los americanos”.
Para Todd Cox, uno de los dirigentes del LDF que habló el sábado 8 de marzo en un debate, el conflicto en realidad nunca ha cesado: “Ya hemos pasado por esto, y podemos encontrar inspiración y extraer lecciones de aquellos que lucharon contra los intentos de privarnos de nuestros derechos y nuestra humanidad. Estas lecciones pueden ayudarnos hoy a elaborar las estrategias”.
Estas estrategias fueron objeto de debate en una reunión organizada por otra organización, la Coalición por la Justicia Transformadora, que reúne a jóvenes activistas. Una de ellas, Nile Blass, miembro de la Liga de Mujeres Votantes (LWV), subrayó la importancia de movilizar a los jóvenes hablando con ellos de temas que les afectan, ya sea el coste de la vida o de la vivienda.
También pidió que se luche, como han hecho los republicanos, para estar presentes a nivel local, en los consejos municipales o en las comisiones escolares. “Todo el mundo tiene un papel que desempeñar”, dijo. No sin advertir: “Tenemos que espabilarnos”.
Todo el mundo afectado
La derrota de la candidata demócrata Kamala Harris, en noviembre de 2024, no debe alimentar el desaliento y la desilusión, advirtió, en otro debate, una figura del movimiento de derechos civiles, Benjamin Chavis, que fue asistente de Martin Luther King Jr. “Pudimos sentir decepción cuando Kamala perdió. Pero no es el momento de desilusionarse y pensar que los desafíos son insuperables. Estamos en 2025, pero miro a 2026, 2027, 2028, 2029, 2030... la balanza se inclina de nuestro lado”.
Maxine Waters, representante demócrata por California, se refirió a aquellos que ya se arrepienten de haber votado a Donald Trump en noviembre. “Cuando la Oficina de Protección al Consumidor, el departamento de Educación, el de Vivienda y todo lo demás hayan desaparecido y los funcionarios hayan sido despedidos, algunos de ellos dirán: ‘No sabía que esto me afectaría a mí también’”, dice, subrayando que “esto afectaría a la gente sin importar su raza”.
Sin embargo, continúa, “hay gente ignorante, que está de acuerdo con las políticas de inmigración y la supresión del ius soli, que piensa que son tan privilegiados y tan blancos que no les afectará. Pero cuanto más encuestas salen, más entiende la gente lo que está pasando y son cada vez más los que entienden que van a encontrarse en la misma situación que los empleados en periodo de prueba despedidos, y eso no va a ser bueno para ellos. Quizás entonces, en las próximas elecciones, tengamos un presidente diferente al que tenemos hoy”.
Aún así, sería necesario que desapareciera la división que actualmente afecta a la Partido Demócrata y que se pusieran de acuerdo sobre una estrategia. Uno de sus jóvenes elegidos en Alabama para la Cámara de Representantes, Shomari Figures, de 39 años, pidió la unión en una reunión el sábado, “porque digan lo que digan de los republicanos, digan lo que digan de Donald Trump, hay una cosa de la que no se les puede acusar, y es de no estar unidos. Están unidos, aunque este hombre los lleve al abismo”.
“No podemos”, prosigue, “permitirnos dejar que se creen divisiones en las que las discrepancias individuales se conviertan en la base del conjunto [...]. Independientemente de lo que pienses sobre lo que está sucediendo en Israel y Gaza, ¿cómo crees que se sintieron los que no fueron a votar cuando Donald Trump dijo: ‘Arrasemos con todo, expulsemos a todos los palestinos, vamos a desarrollar la Gaza de Trump?’ Las elecciones tienen consecuencias. Y estamos viviendo esas consecuencias en este mismo momento. Y no nos gustan.”
También haría falta que no lleguemos a lo peor que puede pasar. “¿Qué nos hace pensar que va a haber elecciones presidenciales en 2028?”, se preguntó junto a él el reverendo Mark Thompson, activista, comentarista político y podcaster. “Debemos darnos cuenta de lo que nos espera y prepararnos para ello”.
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Traducción de Miguel López