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contaminación urbana

Ninguna ciudad española alcanza el 'top 25' de los municipios europeos con mejor calidad del aire

Imagen de la A-6, a 31 de julio de 2024, en Madrid (España).

La Agencia Europea de Medioambiente (EEA, por sus siglas en inglés) ha publicado este jueves un ránking de ciudades europeas con mejor (y peor) calidad del aire, y el estudio otorga a España una nota regular, según los datos recopilados en 2023.  Ninguna de las urbes españolas analizadas se encuentra entre las primeras 25 de Europa, y la mitad de ellas se ubican, de hecho, en la mitad más baja de la tabla. Los países que registran un suspenso rotundo se encuentran en el este y el sureste de la Unión Europea, mientras que los municipios del centro y el norte del continente registran el aire más limpio. Destaca el caso de Portugal, que pese a estar en el sur de Europa, tiene dos ciudades en el top 10, Faro (3º puesto) y Funchal (8º).

Entre las 34 ciudades españolas incluidas en el ránking, Santiago de Compostela se sitúa a la cabeza y ocupa el puesto 27º de las 372 que componen la lista, seguida de Elda (Alicante, 33º) y Salamanca (35º). Más adelante se encuentran San Fernando (Cádiz, 54º), Oviedo (80º), Málaga (82º) y Ceuta (83º). Las que peor puntuación reciben en España son Castellón (317º), A Coruña (311º) y Alicante (280º). Las número uno y dos de Europa son Uppsala y Umeå, ambas en Suecia.

El objetivo del ránking es mostrar una fotografía general de cómo de expuestos están los europeos al daño que provoca la contaminación atmosférica. Sin embargo, los resultados no son exhaustivos ni se deben tomar al pie de la letra, según Miguel Ángel Ceballos, responsable de Calidad del Aire en Ecologistas en Acción, porque hay muchos factores que intervienen en la calidad del aire, principalmente el número de medidores que hay en cada ciudad y la ubicación donde se encuentran los aparatos. También hay diferentes tipos de contaminantes, y unos están más relacionados con el tráfico, mientras que otros dependen del polvo, los incendios, las fábricas o incluso de la radiación solar.

"El problema de hacer estas listas es que la medición no es homogénea, y es difícil sacar conclusiones precisas sobre dónde hay más y menos contaminación. La directiva actual de Calidad del Aire es muy laxa sobre dónde hay que instalar los medidores de contaminación y hay muchas diferencias en Europa", señala el experto. "Incluso en España, hay muchas ciudades que deliberadamente movieron los aparatos durante la década pasada a zonas donde con menos tráfico para mejorar las estadísticas o evitar sanciones", añade Ceballos.

En este estudio, la EEA solo tiene en cuenta la contaminación por partículas finas, las llamadas PM 2,5, que se refiere a cualquier tipo de partícula inferior a 2,5 micras de diámetro. Generalmente, se tratan de motas de polvo, cenizas, hollín, partículas metálicas, cemento o polen, y tienen orígenes diversos. Por ejemplo, proceden del roce entre los neumáticos y el asfalto, pero también de las obras en la ciudad o de la llegada de polvo del Sáhara. La agencia europea ha elegido estas micropartículas porque son el contaminante más dañino para la salud de los cuatro principales que se miden en las urbes: el ozono, los óxidos de nitrógeno y las partículas PM10 y PM2,5. Estas últimas son las más peligrosas porque su tamaño permite que entren en el organismo y se instalen en órganos y tejidos, provocando a largo plazo inflamaciones, enfermedades respiratorias, cardiovasculares e incluso la muerte prematura.

La UE estima que un total de 253.000 muertes en el continente en 2021 se atribuyen a concentraciones superiores a 5 microgramos (μg) de PM 2,5 por metro cúbico de media al año, la cantidad máxima de exposición recomendada por la Organización Mundial de la Salud. Para poner en contexto esa cifra, solo las 13 primeras ciudades del top elaborado con 372 urbes registraron un nivel de partículas inferior a 5 μg. La media de toda la lista es 11,2 μg, y la media de las ciudades españolas es 10,3 μg, el doble de la recomendación.

Otro de los condicionantes del estudio es que la EEA solo incluye en su ránking las ciudades de más de 50.000 habitantes, y omite también los registros de los medidores ubicados en zonas de tráfico para que no den una fotografía errónea de la situación, ya que registran resultados anormalmente altos por la cercanía de los coches. Estas condiciones provocan que en España y en Europa cientos de aparatos y municipios queden fuera de la lista, haciéndola menos precisa.

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En España, por ejemplo, Ecologistas en Acción emplea en sus informes anuales datos de 132 zonas urbanas, frente a los 35 municipios incluidos en este estudio. En el ránking, por lo tanto, quedan fuera ciudades como Santander, Vigo, León, o Almería. De hecho, tampoco se incluye a Pontevedra, la que según Ecologistas es la urbe con mejor calidad del aire de España, donde el año pasado se registró de media 5 μg por metro cúbico de PM 2,5. De incluirse en el ránking, ascendería hasta el puesto 13º, junto con Bergen (Noruega).

Ceballos recuerda también que este otoño, salvo sorpresa, el Consejo Europeo aprobará finalmente la revisión de la Directiva de Calidad del Aire, que incluye un endurecimiento de los niveles máximos de contaminación que pueden registrar las ciudades europeas a partir de 2030. En este momento el límite está en 20 μg para las partículas PM 2,5 de media al año, y a partir de su entrada en vigor el tope se recortará a la mitad, hasta 10 μg. Según el ránking publicado este jueves, algo más de la mitad de los 372 municipios estudiados, 190, no cumplen el futuro estándar europeo. En España son exactamente la mitad de las ciudades las que superan los 10 μg, entre ellas Valencia, Zaragoza, Granada, Sevilla o Barcelona.

"En general, todas las estaciones de Europa superan el límite recomendado por la OMS (5 μg) y una parte importante el que introduce la nueva directiva (10 μg). Pero lo fundamental es que la ley europea se actualice lo antes posible porque el límite actual (20μg) cuadruplica lo recomendado por la OMS", apunta Ceballos. "También cambiará la laxitud que hay ahora para que los ayuntamientos escondan sus medidores de contaminación en los parques, porque la directiva obliga a que en cada ciudad, al menos un medidor se instale en una zona de alto nivel de tráfico", añade el portavoz ecologista.

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