Cultura
Todo sobre Martín Caparrós
En la editorial Literatura Random House tienen su propia biblioteca, una colección con la obra completa de un autor, los escritores Javier Marías, J.M. Coetze... y ahora, el periodista y narrador Martín Caparrós. Este mes se lanza el proyecto, que llegará a contener más de veinte títulos, con la reedición de dos de los libros más populares del autor: El hambre, un ensayo periodístico publicado originalmente en 2014, y Un día en la vida de dios, novela de 2001. Hasta ahora, la obra de Caparrós, nacido en Buenos Aires en 1957, estaba diseminada en distintas editoriales: en Anagrama, en Círculo de Tiza, en Seix Barral, en Malpaso... Es el primer sello el que más pierde con el cambio: contaba con una decena de libros en catálogo, que ahora irá publicando poco a poco el grupo Penguin. La publicación de la Biblioteca Martín Caparrós —este es su nombre oficial, aunque él se resiste a verse convertido en “una cosa”— será simultánea en España y en los países de América donde trabaja Literatura Random House, como Argentina, Chile, México o Estados Unidos, entre otros. El ritmo, eso sí, será distinto: en su país de origen saldrán sus obras completas; en España, una selección. Y se hará poco a poco: tras la edición de estos dos títulos, habrá que esperar a principios de 2022 para los siguientes, según cuenta el autor.
“Todo esto es entre celebratorio y melancólico”, dice por teléfono Caparrós, “porque por un lado qué bien que lo escribí y que se siga editando, pero pero por otro lado: oh, ya lo escribí”. A este referente de la crónica latinoamericana, Premio Herralde y Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes, le “impresiona” saberse acompañado de autores como Coetzee o Marías, pero trata de quitarle importancia: “Yo podría decir Biblioteca Martín Caparrós e imaginarme una de esas instituciones venerables, pero pienso más bien en una estantería de las de casa”. Para elegir los dos primeros libros de la colección, sí tenía claro que quería reconocer la dualidad de su obra, que se divide a medias entre el periodismo o el ensayo y la novela. “Si elegimos estos es porque El hambre sigue vigente El hambrey porque Un día en la vida de dios tiene un humor corrosivo que me divierte todavía. Ya vendrán otros que no me gustan”, explica. Su editor, Miguel Aguilar, le toma el relevo: “El hambre quizás sea el libro suyo que ha alcanzado una mayor repercusión internacional, es uno de sus libros más importantes y lo sigue siendo”.
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El cronista se propuso, de hecho, revisitar ese estudio sobre el hambre —y con él la comida y la gastronomía pero, sobre todo, la escasez y la desigualdad— que comenzó a escribir hace 10 años. En la edición no se encontró con datos especialmente halagüeños: “Lamentablemente lo que comprobé es que lo esencial sigue siendo igual que hace 10 años, y no da la sensación de que vaya a cambiar. Y lo que ocurre es que hasta 2015, daba la sensación de que la cantidad de personas desnutridas estaba bajando en todos lados, pero a partir de 2015 volvió a subir en América Latina, África y Asia, y ahora con la pandemia más”. Más allá de las cifras, hay pocos cambios. Uno sería el “desarrollo de la carne de laboratorio”, algo que hace una década era “un proceso muy fantasioso” pero que hoy no solo es posible sino que se está extendiendo. Y quien conozca la obra de Caparrós, o siquiera su última novela, Sinfin, sabe cuánto le interesan esos avances casi inverosímiles que parecen llegados del futuro o de la ciencia ficción. Aquí de eso hay poco, tratándose de un libro periodístico, ¿o no? “No lo llamaría periodístico. No lo puedo llamar, y cuando lo llama no viene. Es un intento de hacer un ensayo narrativo o una crónica ensayística”.
Un día en la vida de dios está lejos del periodismo... aunque no tan, tan lejos del ensayo. Aquí tenemos a un creador que en realidad es una creadora, una entidad femenina que, después de crear al ser humano, se pregunta por qué el mundo funciona tan mal. Para averiguarlo por sí misma, tendrá que viajar a través del tiempo, encarnando a distintas figuras históricas de esa invención que ha salido rana. Ahí encuentra Caparrós una característica común inesperada entre los dos volúmenes: “Hay un interés de ambos fuerte por la historia, la novela es una especie de recorrido pop por la historia del mundo, y en El hambre se recopila la historia de la alimentación y de la falta de alimento”. No es el único parecido. Ahí está el estilo, dice, que espera que caracterice estas dos obras y todas las demás. Pero ahí está también un cierto fondillo político: “Ambos libros se cagan mucho en dios, por decirlo de una manera clara y concisa”. En los viajes que le sirvieron de documentación para El hambre, comprobó con sorpresa que “hay poco hambrientos ateos”. “La mayoría de la gente que pasa hambre quiere pensar que eso es la venganza de algún dios, y lo hace gente en circunstancias muy diversas. Dios lo quiso, dios me castigó por tal o cual cosa. Y pensaban que la solución podía venir de dios, de la misma forma. Eso me cabreaba bastante”.
Todavía no están decididos los próximos títulos que vendrán a engrosar la colección. Se decidirán siguiendo el deseo del autor, claro, pero también en colaboración con los editores de América, con quienes Miguel Aguilar tiene comités cada seis semanas. Sí se sabe ya que Valfierno, Lacrónica o El interior serán los próximos libros de la Biblioteca Martín Caparrós en Argentina, así que es probable que aquí se rescate alguno de ellos. Las conversaciones siguen en marcha. Mientras, el autor espera no tener que releerse más que lo justo y necesario para actualizar los libros que lo pidan. “Lo evito todo lo posible”, dice, “detesto releerme, no hago más que descubrir lo que podría haber hecho y por alguna razón que se me escapa no hice”. Y además, zanja, “hay muchas otras cosas con las que entretenerse”.