Igualdad
Los estudios de posgrado no salvan a las mujeres de la precariedad laboral: sufren peores contratos y salarios más bajos
Los estudios de posgrado han copado los debates educativos en los últimos cursos, especialmente desde que el Gobierno del Partido Popular aprobara, en enero de 2015, el decreto que establece el conocido como modelo 3+2 –grados reducidos a tres años y posgrados aumentados a dos–, que actualmente solo se aplica en carreras nuevas. Toda la comunidad educativa se posicionó en contra al entender que esta medida obligaría a los estudiantes a matricularse en un máster para completar sus estudios universitarios. De esta manera, los posgrados, con precios más caros, se harían, también, más imprescindibles. Pero, ¿realmente estudiar un máster influye a la hora de conseguir un empleo? ¿Aumenta las posibilidades de encontrar un puesto de trabajo con mejores condiciones? Si bien existen claras diferencias en función de las ramas universitarias, la respuesta no es tan clara.
El segundo informe del Barómetro de empleabilidad y empleo de los universitarios en España del Observatorio de Empleabilidad y Empleo Universitario (OEEU) –que se basa en entrevistas realizadas a 6.738 graduados universitarios con máster en el curso 2013-2014–, así lo constata. Según sus resultados, publicados este miércoles, el 49,42% de los jóvenes afirmó que haber terminado un posgrado no les ha supuesto ni conseguir un empleo, ni mantener el que ya tenía, ni mejorar las condiciones con las que ya contaba antes de matricularse. Es decir, la situación de casi la mitad de los jóvenes titulados es exactamente la misma antes y después de finalizar este tipo de estudios.
Por otro lado, el 44,84% de los titulados continuó con el mismo puesto de trabajo que ya tenía antes de empezar el posgrado. Este dato genera, a su vez, un fenómeno muy extendido entre los titulados: la sobrecualificación, en la que se autoubica el 30,88% de los encuestados.
Por tanto, la lectura de estos datos es clara: cursar estudios de posgrado no asegura en general mayores facilidades para encontrar un empleo y, en el caso de hacerlo, tampoco está claro que sea en mejores condiciones que los puestos de trabajo que se podrían ocupar con un nivel de formación menor. Y esto afecta, sobre todo, a las mujeres.
En el curso 2014-2015, finalizaron los estudios de máster un total de 67.530 alumnos, de los que más de la mitad fueron mujeres (el 56,2%). Aun así, a pesar de suponer la mayor parte del alumnado titulado en estudios de posgrado, el mercado laboral que les espera al salir de la universidad les presenta peores condiciones que a sus compañeros varones.
Peores contratos
Los efectos de la crisis económica han cambiado sustancialmente el mercado laboral español. En sólo una década, los contratos temporales aumentaron un 72%contratos temporales, según la última estadística de afiliación a la Seguridad Social. Estos contratos duraban antes una media de 78,55 días; ahora, de 51,67. Y estos "minicontratos" son mucho más frecuentes entre las mujeres: según CCOO, el 30,3% de los contratos temporales firmados por ellas tiene una duración que no supera una semana, porcentaje que en el caso de los varones es el 27%.
La solución, según el documento publicado este miércoles, no es aumentar el nivel de estudios. Del 39,1% del alumnado egresado que afirma que en su último empleo tenía un contrato temporal, el 41,2% son mujeres. El 36,63% restante, hombres.
Estos porcentajes se invierten, y aumentan la distancia, si se observan los resultados del número de titulados y tituladas que disfrutaron de un contrato indefinido en su último trabajo. El 45,79% lo firmaron hombres; el 39,62%, mujeres.
Salarios más bajos
Tener un mayor nivel de estudios tampoco implica necesariamente conseguir una mayor retribución salarial en el futuro. El 17,98% del alumnado graduado en estudios de posgrado declaró cobrar menos de 1.000 euros al mes. Sin embargo, las mujeres, una vez más, vuelven a soportar las peores condiciones.
La brecha salarial que sufren las trabajadoras han ocupado un gran espacio en el debate público durante las últimas semanas, especialmente por la cercanía de la huelga feminista convocada para el próximo 8 de marzo. Con motivo del Día de la Igualdad Salarial, que se celebró el pasado 22 de febrero, UGT elaboró un informe en el que sitúa a la brecha salarial por cuestiones de género en el 22,86%, lo que se traduce en que 7.065.200 asalariadas dejan de percibir de media 5.941 euros anuales. CCOO estima la diferencia en un 30%. En todas las comunidades autónomas, en todos los sectores, en todas las ocupaciones, recalca CCOO, "los hombres reciben de media un salario superior al de las mujeres, por trabajo de igual valor".
En este sentido, entre las personas con titulación de posgrado que cobran menos de 1.200 euros al mes, más de la mitad son mujeres. Concretamente, el 50,14%. De sus compañeros, tan solo el 35,04% soporta esta misma situación. No obstante, entre los jóvenes que ganan más de 1.600 euros mensuales también hay un mayor porcentaje de mujeres, aunque la diferencia con los varones, en esta ocasión, se acorta: ellas suponen el 46,44% y ellos el 31,39%.
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Uno de los factores que influye directamente en el salario percibido es la jornada de trabajo. Y aquí, la de tiempo parcial, peor retribuida, vuelve a ser ocupadas por las mujeres. De las que consiguen trabajar, el 23,1% lo hace en un empleo con este tipo de horarios, mientras que solo el 14,11% de los varones soporta estas jornadas.
Por contra, los hombres contratados a tiempo completo que poseen un título universitario de posgrado suponen el 85,89%. Las mujeres, en cambio, son el 76,9%.
Este tipo de contratos tienen, sin duda, un impacto en la vida profesional del trabajador y de la trabajadora. Las peores jornadas laborales soportadas por las mujeres les generan peores retribuciones y les impiden escalar puestos dentro de un mismo trabajo. Es lo que se conoce como techo de cristal, un fenómeno que no escapa a ninguna profesión: en periodismo, las mujeres sólo ocupan el 27% de los puestos directivos según la última evaluación de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM); en la Real Academia Española (RAE), el 17,7% de las sillas son ocupadas por académicas, en sintonía con las demás academias de la lengua del país; y en la carrera judicial, únicamente el 13% de las plazas que componen el Alto Tribunal están ocupadas por mujeres.