Defensa europea: Juntos, mejor, y si fuera necesario, más Cristina Monge

Hará quince años, en uno de sus telemaratones, Hugo Chávez “aprovechó para condenar de nuevo” al Estado de Israel. En aquella ocasión, la Marina israelí había herido a treinta y tantos tripulantes de una flotilla que llevaba provisiones a los gazatíes. Mataron a once. Hace unos meses, el clip sirvió para que el respetable dramatizara en Twitter sus cenas de navidad. “Aquí no se habla de política”, diría tu abuela. “Maldito seas…”, etcétera.
Esta semana, los genocidas que mandan en Tel Aviv han roto la tregua acordada con las autoridades de Hamás matando (al menos) a cuatrocientas personas. En otro sensacional ejercicio de autodefensa, las fuerzas armadas del sionismo han acabado heroicamente con cuarenta o cincuenta niños de teta que estaban a un tris de hacerles la guerra total. La reacción internacional no se ha hecho esperar: la Unión Europea ha “lamentado” lo sucedido y el secretario general de las Naciones Unidas se ha mostrado “conmocionado”. Qué determinación, qué gallardía. Mientras tanto, la embajadora del frenopático Avenida de Pensilvania ha asegurado en la ONU que la culpa la tienen los muertos, por dejarse asesinar. “La culpa de la reanudación de las hostilidades recae exclusivamente en Hamás”, dijo mientras abofeteaba un cadáver.
En otro sensacional ejercicio de autodefensa, las fuerzas armadas del sionismo han acabado heroicamente con cuarenta o cincuenta niños de teta que estaban a un tris de hacerles la guerra total
Para evitar que a Netanyahu se le erice la cortinilla, la ofensiva criminal ha ido acompañada por una gira de rehenes liberados, que han contado su trágica historia (lo digo sin una pizca de cachondeo) para que su dolor justificase otro medio millar de muertos. La estrategia funciona por barrios, porque al demonio le crecen los enanos. El jefe de la inteligencia militar, un tal Ronen Bar, asegura que Benjamín ha apretado el botón de matar movido por intereses de estricta política interna. Resulta que el fulano está negociando de mala fe para que el enemigo le dé los nones y pueda seguir con su edificante cronograma de exterminios y deportaciones.
Al comienzo de todo esto, me preguntaba cuánto tiempo podríamos tomarnos el café y las tostadas mientras el 24Horas retransmitía un genocidio. Va para dos años y medio, porque tenemos unas tragaderas monumentales. No creo que la historia nos juzgue, porque no damos ni para eso, pero me gustaría recordar que por menos de la quinta parte de la mitad de un tercio de lo que está cometiendo Israel se han arrasado países en nombre de la libertad, los derechos humanos y la democracia.
En mi alma (¡creía!) no hay una gota de belicismo, pero estoy dispuesto a jalear a cualquier brigada internacional dispuesta a devolverle a esta mancha de malnacidos una mijita del daño que están haciendo. Hay un cuento de Borges (El inmortal) en el que se describe una ciudad tan horrenda que “mientras exista, nadie en el mundo podrá ser feliz”. El Estado de Israel está comprando boletos para esa rifa. Voy, como propósito primaveral, a abominar de ese paisito de terroristas y víboras. Por la mañana, un café, un zumo y un “yo te maldigo”. Que, como dice la soleá, quiera Dios que les falte el sol, la luz y la candela; y los dineros que tengan, que se los trague la tierra.
Lo más...
Lo más...
LeídoEl PP fracasa en su estrategia de suplantar la labor del Congreso desde el Senado
Marta Monforte JaénIsrael amplía su ofensiva terrestre a nuevas zonas de Rafah, en el sur de Gaza
Miguel Moro de CastroLa crecida del Tajo derrumba parte del puente de Talavera, uno de los símbolos de la ciudad
infoLibre'Renacer del barro', el relato de las librerías arrasadas por la dana que no va a leer Mazón
La raza pura
Cuando haces pop ya no hay stop