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Telepolítica

El retorno de Pablo Iglesias

Esta pasada semana ha sido la elegida por Pablo Iglesias para hacer su reaparición en los platós televisivos tras Vistalegre II. Ha comparecido en dos escenarios bien diferentes, el del plató de Los Desayunos de la 1 y el de un Salvados de Jordi Évole grabado en el simbólico Teatro del Barrio, de Lavapiés, en un peculiar formato en el que daba la cara frente a un grupo de votantes con acentuado espíritu crítico. El líder de Podemos ha reaparecido con su nuevo argumentario, actualizado tras todo lo sucedido en la polémica Asamblea Ciudadana. Aunque de cara al impacto ante la audiencia y la opinión pública la aparición en laSexta ha tenido una mayor repercusión, su presencia en La 1 nos ayuda a analizar con mayor claridad su nuevo discurso.

El formato clásico y convencional de Los Desayunos le permitió manejar con comodidad la charla con los periodistas, sin prácticamente pasar un solo momento de tensión. Incluso, se permitió bromear de arranque aludiendo a lo bonita que había quedado la decoración del nuevo plató del programa. Pero claro está, no había ido a eso, sino a presentar el ideario de comunicación en el que quiere asentar a Podemos en la etapa que ahora se abre.

 

  1. “Estoy muy contento”. La crisis abierta tras la intensa pugna vivida entre pablistas y errejonistas ha dejado marcado el discurso político del partido. Parece evidente que Podemos tiene necesidad urgente de borrar la confrontación vivida y transmitir un mensaje positivo que dé por cerrada la sensación de desunión y de enfrentamiento interno. Pablo Iglesias intentó desde el primer momento lanzar el mensaje de que estaba “muy contento”, una vez superado con éxito el conflicto. Pero necesita ensayar un poco más. Los estados de ánimo en televisión no basta con explicitarlos, hay que mostrarlos. Fue llamativo observar la diferencia entre la afirmación verbal de alegría y el desánimo evidente tanto en sus gestos, como en el tono de voz empleado. A veces, es muy difícil esconder el sentimiento real que a uno le invade. El ceño fruncido no engaña a nadie.

 

  1. Están muy preocupados”. En los últimos tiempos, Rajoy y el Partido Popular llevan reforzando con insistencia una estrategia nítida. Se basa en ignorar a Ciudadanos, siempre que sea posible, y en dejar de lado al PSOE, hasta que no resuelva su seria crisis interna. Eso le deja un campo de batalla cómodo para mantener a sus votantes, al enfrentarse únicamente a un Podemos que califica como radicalizado y que presenta como una amenaza para España. Este simplista esquema le cubre todos los flancos ya que sirve, por un lado, para reafirmar a sus seguidores y, por otro, abre la posibilidad de ampliar su clientela ante el “peligro podemita”. En sus últimas apariciones, Pablo Iglesias ha encontrado una sencilla y eficaz respuesta. Se fundamenta en aceptar ese mismo esquema, aunque formulado desde otra perspectiva que, evidentemente, favorece sus intereses. Se trata de aceptar al PP como rival único en el mapa político actual. Ciudadanos y PSOE quedan absorbidos dentro de la que denomina Triple Alianza, controlada y dirigida por Rajoy y los suyos. Para dar verosimilitud al argumento, presenta una prueba. Los dirigentes de Podemos reiteran una y otra vez la misma idea, la del nerviosismo y la preocupación del PP frente a sus propuestas desde su posición de única alternativa política, sabedores de que, en efecto, el PP va a hablar incesantemente de la amenaza que supondría una llegada de Podemos al Gobierno. Todo encaja. En la entrevista de Los Desayunos, Pablo Iglesias no desaprovechó casi ni una sola alusión al PP o a cualquiera de sus dirigentes para resaltar siempre el nerviosismo que les provoca la existencia de Podemos como la fuerza de oposición real.

 

  1. La trama. La novedad más llamativa del nuevo argumentario de Podemos es sin duda la jubilación de uno de sus símbolos históricos más reconocibles, posiblemente el de mayor impacto hasta la fecha. Se trata de la casta. Todo parece indicar que la casta va a desaparecer del discurso de sus portavoces a partir de ahora y que ha sido oficialmente sustituida por una nueva palabra-bandera: la trama. El término fue acuñado por Manolo Monereo y Héctor Illueca en un artículo publicado en noviembre de 2015 en Cuarto Poder, en el que se defendía la nueva acepción como más precisa y eficaz que la archimanoseada “casta”. En la entrevista de TVE, Pablo Iglesias recurrió en varias oportunidades al nuevo mantra aplicado a todo tipo de situaciones. La trama es la explicación para cualquier desmán, abuso, corruptela, injusticia, recorte, falsedad o arbitrariedad que tenga lugar en España a partir de ahora.
El decálogo de Pedro Sánchez

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El término aporta además diferentes matices al desgastado concepto de casta. No alude únicamente a la existencia de una clase dirigente siempre difícil de delimitar. La trama implica la existencia de agentes turbios que trabajan en la oscuridad para controlar la sociedad. No sólo fija un peligro común para la mayor parte de los ciudadanos, sino que lo sitúa en una actuación tóxica y detestable que hay que detener y desterrar. Este factor invita a la acción, a una necesaria confraternidad y sirve de nexo de unidad frente al poderío armamentístico del enemigo.

 

  1. El fin de la inocencia. Podemos se enfrenta de forma evidente a una nueva etapa de su corta y vertiginosa historia. Habían vivido casi de todo en poquísimo tiempo: alegrías, decepciones, éxitos y fracasos, pero, en líneas generales, no cabe hablar más que de un fenómeno histórico de difícil comprensión holística. Hará falta tiempo y distancia para entenderlo. Sin embargo, la crisis abierta tras Vistalegre II supone en cierta medida el fin de la inocencia, por utilizar un símil cinematográfico. La inocencia, como sinónimo de limpieza, de virginidad, de transparencia… se ha visto manchada definitivamente tras todo lo acaecido. Las luchas de poder internas, las purgas, las heridas no suturadas, las incertidumbres futuras no pueden ignorarse. De alguna manera, toda esta nueva filosofía de un Podemos diferente queda reflejada por la principal conclusión que estas últimas semanas, curiosamente, expone Pablo Iglesias y su equipo de forma reiterada. La experiencia pasada les ha llevado a una reflexión cuanto menos peculiar. El fin de la inocencia supone aprender de los errores cometidos. Y el principal de todos no ha sido el de la guerra abierta en el corazón de la organización, sino que ha sido el de que se conociera públicamente el conflicto. De todo lo ocurrido, la conclusión final no es que un movimiento político nuevo, alternativo y renovador no puede permitirse nunca más una sangrante lucha de poder. La experiencia adquirida es que la próxima vez hay que intentar que no se entere la gente: “Hemos aprendido que los trapos se lavan dentro” .

 

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