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Barajas, en el Top5 de los aeropuertos más contaminantes de Europa

Un agente de la Guardia Civil atiende a un pasajero en el Aeropuerto de Barajas (Madrid).

Mario Rodríguez y Marina Gros

Solo en España el transporte aéreo de pasajeros es responsable de la producción de 19,7 millones de toneladas de CO2. Un 6% más de emisiones que en Francia, pese a que ésta tiene un 42% más de población. Según los datos del Inventario Nacional de Emisiones de 2020, el transporte aéreo nacional contabilizó menos del 0,6%. Sin embargo, si se tuvieran en cuenta todas las emisiones de este sector (incluyendo los vuelos dentro de Europa e internacionales), la aviación alcanzaría casi el 7% de las emisiones totales de España.

El rastreador de aeropuertos en línea Airport Tracker –creado por ODI, Transport and Environment (T&E) y el Consejo Internacional de Transporte Limpio (ICCT)– revela, por primera vez, la cantidad exacta de CO2 que generan los aeropuertos y las regiones a las que sirven.

El aeropuerto Adolfo Suarez Madrid-Barajas es el mayor emisor del Estado y el quinto a nivel europeo en lo que a vuelos de pasajeros se refiere, solo por detrás de otros cuatro monstruos del transporte de pasajeros como son Londres-Heathrow, París-Charles de Gaulle, Frankfurt y Ámsterdam-Schiphol. Los vuelos de pasajeros procedentes de este Top5 de aeropuertos contaminantes producen un total de 53 millones de toneladas de CO2 –más que todas las emisiones de Suecia–, de las cuales menos del 15% están incluidas en los sistemas de comercio de emisiones de la UE y el Reino Unido. Estos sistemas sólo incluyen los vuelos nacionales y al interno de la UE, es decir, los vuelos que salen de Europa no están incluidos y no pagan por sus emisiones.

En concreto, los vuelos de pasajeros que salen de Madrid-Barajas emiten un total de 7,12 millones de toneladas de CO2 (lo que equivaldría al uso de 3,5 millones de coches), más del 70% proceden de vuelos de larga distancia por cuyas emisiones las aerolíneas no pagan. A nivel nacional, le sigue Barcelona-El Prat, que ocupa el segundo puesto con 3,56 millones de toneladas y un 40% de larga distancia. Ambos aeropuertos constan de planes de ampliación, que han suscitado un gran debate público, y que, de realizarse, resultarían en una ampliación también de sus emisiones. En cambio, en el aeropuerto de Palma de Mallorca –el tercero en el podio nacional con 1,37 MtCO2– la mayoría de sus vuelos son de corta o media distancia. Los aeropuertos más pequeños pagan mucho más por su contaminación que los más grandes, ya que dan soporte a vuelos más largos y con altas emisiones pero que quedan fuera de los actuales sistemas de comercialización de emisiones.

A diferencia de los coches o las centrales eléctricas, la mayoría de los vuelos van más allá de las fronteras nacionales, por lo que gran parte de las emisiones de los aeropuertos se pasan por alto de forma escandalosa. Todos los vuelos deberían incluirse en el sistema de comercio de emisiones, no sólo los que se realizan dentro de Europa.

Estas emisiones de carbono no documentadas ni gravadas son importantes a la hora de considerar la ampliación de los aeropuertos. A nivel internacional, las emisiones del sector de la aviación crecieron un 5% anual entre 2013 y 2018, alcanzando el 2,5% de las emisiones mundiales de CO2, el séptimo mayor emisor si fuera un país.

Gracias a esta nueva herramienta podemos visualizar el aterrador alcance de las emisiones de los aeropuertos y está claro que el sector de la aviación no está haciendo lo suficiente para frenar sus emisiones. Los grandes aeropuertos mencionados tienen planes de ampliación, pero no podemos justificar la expansión de los aeropuertos en un momento de profunda emergencia climática y ante el objetivo europeo de reducción de las emisiones del 55% para 2030. El sector de la aviación debe enfocarse en la reducción de emisiones y para ello debe comenzar cuantificando y pagando por todas ellas, además de reformular todo el sistema de transporte mediante la optimización de las rutas y la utilización de combustibles con menos emisiones.

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Mario Rodríguez es director asociado para la Transición Justa y las Alianzas Globales de ECODES y Marina Gros es project manager del Área de Políticas Públicas y Gobernanza de ECODES.Mario RodríguezMarina Gros

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