Ataques en Magdeburgo: la cautela como arma Ruth Ferrero-Turrión
Sumar las ciudades de hoy y del futuro
“Nosotros no establecemos la ciudad mirando a que una clase de gente sea especialmente feliz, sino para que lo sea en el mayor grado posible la ciudad toda”
Oviedo conforma, como muchas ciudades, un municipio con su correspondiente zona rural. Es una capital histórica, en este caso de una Comunidad Autónoma, y además forma parte de un área metropolitana que no está desarrollada. Esto, en la Europa de hoy, es una disfunción que hay que corregir. Hoy cuentan los núcleos cívicos que son capaces de integrarse y desarrollar economías de escala. Ahí está el futuro.
Como otras, es una ciudad de ciudades, de barrios y pueblos que, como tantas otras de nuestro país, ha ido configurándose a lo largo de siglos. A la ciudad histórica se han ido sumando la ciudad de servicios, la ciudad universitaria y la capital administrativa. Todas han ido sucediéndose unas a otras y, a la vez, superponiéndose y solapándose entre sí como si de estratos geológicos se tratase.
A un casco histórico tributario de un mayor dinamismo y protección, se le añadió una ciudad comercial hoy en plena crisis digital, una ciudad administrativa y de servicios, tan importantes como las sedes de las instituciones, el hospital central y la Universidad. Todo esto junto a las localidades agrícolas y barrios industriales de aluvión, que aún hoy continúan estando discriminados, y alguno incluso segregado, conforman una periferia agrícola e industrial. Más recientemente han llegado los enmarañados polígonos industriales, los grandes centros comerciales y los equipamientos e infraestructuras de la zona metropolitana. Un relato similar al de otras ciudades españolas.
La ciudad metropolitana, en nuestro caso, existe, pero desordenada, no pensada ni aprovechada. Sin embargo, acoge la vida que antes permanecía confinada en los límites de una ciudad. Se reside, se produce, se consume, se intercambia, se disfruta del ocio en distintos sitios que convergen en la vida real de las personas, pero no existe ordenación territorial de esta nueva realidad. Insisto, para muchos municipios a Europa sólo se llega a través de las áreas metropolitanas, y estas requieren ordenar todo esto que he descrito.
Mi municipio y sus ciudadanos tienen unas necesidades básicas que no son muy distintas de las del resto: el empleo de calidad, la accesibilidad, la vivienda y los correspondientes servicios públicos como la sanidad, la educación, los cuidados y los servicios sociales como garantía de derechos universales que, aunque no forman parte de las competencias estrictas de ciudades o municipios, solo tienen solución con amplios acuerdos políticos y sociales también del ámbito local, más allá de su equipo de gobierno, y ante todo con la colaboración de la administración autonómica y de la estatal correspondientes.
Sin embargo, si algo se ha echado en falta en los últimos años de esta larga década populista ha sido el diálogo y sobre todo los acuerdos, incluso en los asuntos más básicos y cercanos a los ciudadanos. Muy al contrario, la polarización y la crispación han sido, junto a su anverso de las políticas de austeridad y la corrupción, los principales obstáculos para el ejercicio de la política útil y la gestión cotidiana, incluso en la más cercana de los municipios. Como consecuencia ha provocado la extensión, como una mancha de aceite, del descrédito y la desafección entre los ciudadanos. Algo que es urgente revertir mediante acuerdos políticos y colaboración institucional que contribuya a mejorar la vida de los ciudadanos y, como consecuencia, la imagen de la política.
La polarización y la crispación han sido, junto a su anverso de las políticas de austeridad y la corrupción, los principales obstáculos para el ejercicio de la política útil y la gestión cotidiana
Es lógico que cada ámbito responda de sus propias competencias, pero lo cierto es que la política local no puede quedarse ahí ni eludir la colaboración más activa en materias tan esenciales como la educación, y no solo en la educación infantil sino también en materia de infraestructuras escolares, becas de comedor y extensión de la escuela, la universidad y la cultura en los barrios, en materias como el patrimonio, el deporte, la música y las artes plásticas. Asimismo, en la prevención y promoción de la salud, el deporte saludable, no solo ante la emergencia social, sino también ante el acoso, el maltrato, la soledad involuntaria y los cuidados. La vida ha desbordado a la realidad administrativa y hay que responder a ella. Hoy la ciudad es una esfera política de gran exigencia, por esto también la necesidad de que las ciudades y los municipios mancomunen esfuerzos. Las áreas metropolitanas las dotan además de magnitud europea.
También en el urbanismo y ante todo en el derecho a la vivienda han entrado recientemente en campaña, tanto con la aprobación de la primera ley de vivienda de la democracia, como con la decisión del Gobierno de poner a disposición de SEPES los terrenos del banco malo y en particular los del Ministerio de Defensa para la construcción de vivienda pública de alquiler a precios accesibles. Para muchas ciudades, estos terrenos situados en el corazón del municipio son además una oportunidad ineludible para el desarrollo de un nuevo urbanismo que promueva nuevas actividades económicas sostenibles y con ello de empleo de calidad, aumente la calidad de vida de los ciudadanos, por ejemplo en base a la nueva movilidad mediante rutas de paseo seguras y carriles para la bicicleta, y amplíe los equipamientos y las zonas verdes como parte de la estrategia de ruralización del espacio urbano.
Por otra parte, en tiempos como los actuales de catástrofes encadenadas, así como de transformación digital, tampoco se puede dejar que las alternativas a los problemas globales del cambio de modelo económico, social, tecnológico y ambiental queden tan solo en manos de los organismos internacionales y de las grandes corporaciones o como mucho de la política europea y estatal. Necesitamos contribuir al cambio también desde el ámbito más cercano a los ciudadanos, bien con medidas paliativas y de adaptación a las consecuencias de las catástrofes como ocurre con los efectos de la pandemia y del cambio climático, como también de reformas y transformaciones posibles mediante las estrategias de prevención, protección y en definitiva de generación de una nueva economía circular y otra cultura de consumo para contribuir a reducirlas.
La democracia es una idea que necesita del ámbito local para arraigar en la ciudadanía. Y una Europa próspera depende de que una nueva idea nueva de ciudad se desarrolle. En España aún queda mucho por recorrer. Asturias, por ejemplo, hay que pensarla como una comunidad que es un único espacio cívico seguro que no somos un caso especial. España necesita una nueva ordenación territorial eminentemente política.
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Gaspar Llamazares es candidato a la Alcaldía por Convocatoria por Oviedo.
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