Anotar triples, la vía más rápida para obtener el pasaporte español aunque nunca hayas pisado el país

El jugador español, Lorenzo Brown, durante la celebración del Eurobasket de 2022.

“Es de Albacete, Lorenzo es de Albacete, es de Albacete”, cantaba Usman Garuba, jugador de la selección española, en los vestuarios del Mercedes Benz Arena de Berlín poco después de que el equipo dirigido por Sergio Scariolo levantara el título que les acreditaba como campeones de Europa. El protagonista de los cánticos era Lorenzo Brown, también jugador de la selección y pieza clave en la consecución del Eurobasket celebrado el año pasado. Sin embargo, había una pequeña incongruencia en los cánticos de Garuba: el base ni había nacido en Albacete ni tampoco había pisado nunca la localidad manchega.

Brown había nacido muy lejos de Albacete, en concreto en Roswell, una ciudad situada a unos 15 kilómetros de Atlanta (Estados Unidos), pero jugaba ese europeo con España gracias a una nacionalización express por parte del Ministerio de Justicia que desató la polémica en el mundo del baloncesto. La naturalización de Brown no era, ni mucho menos, la primera nacionalización de un jugador no nacido en España, pero sí cumplía varias condiciones que hicieron saltar todas las alarmas. 

A diferencia de otros nacionalizados como Serge Ibaka (Congo) o Nikola Mirotic (Montenegro), los cuales habían jugado e incluso habían sido formados en España, Brown no tenía ningún tipo de vinculación con nuestro país. El base solo había pisado territorio español para jugar partidos como visitante en Euroliga, no hablaba el idioma y sus vínculos familiares con España eran nulos. De hecho, lo único que le unía a España era su relación con el seleccionador nacional, Sergio Scariolo, el cual le había entrenado en su etapa en los Toronto Raptors de la NBA, y ahora veía en Brown al jugador perfecto para cubrir el vacío del conjunto español en la posición de base. El entrenador italiano no estaba, ni mucho menos equivocado: el jugador no solo fue uno de los mejores jugadores de la selección, siendo incluido en el quinteto ideal del torneo, sino que fue clave con varias canastas decisivas en los finales de partido.

La polémica por la incorporación de este tipo de deportistas sin vínculos con nuestro país pareció diluirse con las grandes actuaciones de Brown en el Eurobasket, pero las críticas a la Federación han vuelto hace pocas fechas por la nacionalización de Megan Gustafson, la cual se incorporó la pasada semana a los entrenamientos de la selección femenina. Su caso es prácticamente calcado al de Lorenzo Brown: estadounidense, sin vinculación con nuestro país y nacionalizada por exigencias deportivas, en concreto por la imperante necesidad de España de sumar potencial para conseguir la clasificación a los próximos Juegos Olímpicos. De hecho, la FEB tenía la intención de contar con Gustafson, máxima anotadora de la anterior edición de la Euroliga femenina, para el europeo del pasado verano, pero diversos problemas burocráticos retrasaron su nacionalización, la cual se produjo finalmente el 14 de junio.

Tras la polémica, fue la propia presidenta de la FEB, Elisa Aguilar, quien intentó justificar la nacionalización de la jugadora: “Con Megan vamos a tener un salto de calidad importante para poder estar en los Juegos y soñar. Yo he jugado con una nacionalizada (Sancho Lyttle) que nos dio un salto de calidad importante y ganamos el Campeonato de Europa en 2013. Luego vino Astou Ndour, que también aportó mucho”. Sin embargo, los casos citados por Aguilar no terminan de ser comparables al de la jugadora americana, ya que tanto Sancho Lyttle como Astou Ndour fueron jugadoras que sí tuvieron una trayectoria en España previa a su nacionalización.

Cómo conseguir la nacionalidad sin pisar España

La pregunta, después de las naturalizaciones de Brown y de Gustafson, es evidente: ¿Cómo puede ser que una persona, de forma rápida y sin tener que demostrar ningún tipo de relación con España puede adquirir la nacionalidad? La respuesta nos la da Paula Schmid, abogada experta en Extranjería: “No hay una sola forma de solicitar la nacionalidad. Está la habitual, donde se requiere un número de años siendo residente en el país, además de cumplir una serie de condiciones, pero también existe la llamada carta de naturaleza, que es la vía a la que se suele recurrir en estos casos excepcionales”.

La carta de naturaleza, explica la abogada, es una “medida de gracia” que concede el Gobierno, previa deliberación en el Consejo de Ministros, a determinadas personalidades para otorgarles la nacionalidad de forma excepcional. ”Es una decisión política y en el caso de los deportistas se suele usar mucho, especialmente cuando se requiere mucha urgencia para que ese jugador participe en unas olimpiadas o en un torneo concreto. Al final la carrera de un deportista es muy corta y por eso no puede esperar los años necesarios para obtener la nacionalidad de forma ordinaria”, explica en conversación a infoLibre. Según datos del Ministerio de Justicia, en 2023 se han expedido 110 cartas de naturaleza, más que en los anteriores 6 años juntos, la mayoría de ellas concedidas a opositores de la dictadura de Nicaragua.

Schmid pone de ejemplo del uso de esta vía la concesión de la nacionalidad española a todas las víctimas de los atentados terroristas del 11M. También se ha utilizado la carta de naturaleza para nacionalizar a grandes personalidades de la cultura como el escritor Mario Vargas Llosa, el actor Ricardo Darín o el pianista James Rhodes, todos ellos, sin embargo, con una intensa vinculación con nuestro país.

En todos estos casos, y pese a ser una decisión política, la concesión de la carta de naturaleza por parte del gobierno debe estar justificada en el Boletín Oficial del Estado, sin embargo, el gobierno casi siempre suele recurrir a la misma fórmula para hacerlo. Esta suele aludir tan solo a las “circunstancias excepcionales” que concurren en el nacionalizado, no dando ninguna explicación más profunda sobre la medida. Esta misma argumentación fue la usada por el Gobierno para justificar las naturalizaciones de Brown y de Gustafson

Condiciones estrictas y esperas interminables

La realidad de los naturalizados contrasta significativamente con la de la mayoría de los extranjeros que deben recurrir a la vía ordinaria para obtener la nacionalidad. Esta establece un periodo de 10 años de residencia como condición sine qua non para conseguirla, un plazo que se reduce a 5 si el interesado es un refugiado o a 2 si procede de Andorra, Filipinas, Guinea Ecuatorial, Portugal o tiene orígenes sefardíes

Unas 69.000 personas recibieron la nacionalidad española hasta septiembre por la Ley de Memoria

Unas 69.000 personas recibieron la nacionalidad española hasta septiembre por la Ley de Memoria

Sumado al condicionante temporal, la persona extranjera debe, para conseguir la nacionalidad, superar una prueba elaborada por el Instituto Cervantes donde se evalúa su conocimiento del castellano y de otros aspectos socioculturales de España y además, acreditar una buena conducta cívica. “La nacionalidad en España no es un derecho, sino un privilegio, y por ese motivo tiene condiciones tan estrictas para conseguirse”, explica Schmid. 

Sin embargo, cumplir las condiciones no es el final del proceso. Cuando logran acreditarlas, los solicitantes se deben enfrentar a otro gran obstáculo: la burocracia. Según un informe del Ministerio de Justicia, más de 15.000 expedientes de solicitud de nacionalidad llevan pendientes de resolución por parte del Estado desde hace, al menos, cuatro años, cuando el plazo máximo fijado es de un año. En total, a fecha de 30 de septiembre de este año, el total de expedientes pendientes era de 213.000. Sin embargo, las cifras facilitadas por el ministerio son aún más sangrantes: a día de hoy, aún hay más de 300 personas que llevan esperando por su nacionalización desde 2015, y si avanzamos un año, ese número asciende a 2.200.

Todo se puede complicar aún más en caso de una denegación administrativa. Según informaba la Fundación Civio, dedicada a fiscalizar el funcionamiento de la administración pública, en los últimos años, en torno a un tercio de las denegaciones que fueron recurridas han pasado a ser admitidas tras su estudio. Pese a este final exitoso, los plazos se dilatan aún más y el solicitante puede esperar, en ocasiones, casi una década para conseguir la nacionalidad.

Más sobre este tema
stats