13F | Elecciones en Castilla y León
El 'multiverso' de Castilla y León: nueve realidades diferentes para votar en una sola urna
En Castilla y León se dan algunas circunstancias únicas que obligan a los partidos a afinar sus estrategias si no quieren pillarse los dedos. También a las empresas de estudios de opinión. Para empezar, es la comunidad más extensa de España y con toda probabilidad una de las más variadas. Su densidad media (25,3 habitantes por km² y bajando) es la más pequeña de España, pero ni siquiera es uniforme. Soria está a la cola del país con apenas 8,6 habitantes por km²: 7,4 veces menos que Valladolid.
Según datos de Caixabank Research, entre 2009 y 2019, antes de la pandemia, todas las provincias sufrieron una contracción de la población, pero de forma diferente. El decrecimiento más extremo se lo llevó Zamora (–12,8%) mientras Valladolid apenas retrocedía un –2,3%.
Si ampliamos el periodo de observación a los años que van de 1998 a 2019, también saltan a la vista las diferencias. A excepción de Valladolid, Burgos y Segovia, las provincias castellanoleonesas perdieron población en esos 20 años. La caída más pronunciada se dio en la provincia leonesa, que en este periodo restó más de 50.000 habitantes como resultado de los procesos de reconversión industrial y paulatino abandono de la actividad minera. Le siguen Zamora, Salamanca y Palencia, cuyas pérdidas fueron aún más significativas en términos relativos.
En cambio, la posición central y su función como principal polo económico, industrial y urbano de la región han contribuido al dinamismo demográfico de Valladolid, que sumó 28.560 habitantes.
Si nos fijamos en la renta per cápita las diferencias son también notables. Ávila y Zamora están entre las más bajas (poco más de 19.000 euros), un 30% menos que Burgos, que está entre las más ricas (27.128 euros de renta per cápita).
La variable del paro también refleja diferencias en el multiverso castellanoleonés que van del 6,9% de Soria al 11,8% de León. Con el añadido de que en Soria esa cifra no es un éxito sino un drama, porque no expresa su bonanza económica sino que es el resultado de su envejecimiento e involución demográfica: lo que de verdad cae y hace bajar el desempleo es la población en edad de trabajar: simplemente desaparece.
Castilla y León es enorme pero no lo es el peso de su población. La distorsión viene de ahí: sus 2,38 millones de habitantes se reparten en nueve provincias muy diferentes. Galicia, quizá la comunidad más próxima en términos demográficos, tiene 300.000 habitantes más pero sólo cuatro provincias, lo que automáticamente la hace más homogénea. Andalucía dobla con mucha holgura la población de Castilla y León pero sólo tiene ocho provincias.
Semejante variedad provincial en términos de población, actividad económica y hábitat (la mitad de los habitantes vive en ciudades y el resto en áreas rurales) tiene consecuencias electorales directas y explica por qué la oferta electoral es tan diferente de una circunscripción a otra.
El listón de entrada
El listón que, en principio, hay que superar para conseguir un escaño en cada provincia es muy distinto. En las menos pobladas el porcentaje de voto necesario para hacerse con un procurador, que es como se llaman los parlamentarios autonómicos en Castilla y León, es relativamente elevado. En Soria, donde sólo se reparten cinco diputados, hace falta entre un 13 y un 14%. En Palencia un poco menos: se necesita entre un 11 y un 12% de los votos para optar a uno de los siete puestos que se ponen en juego el 13 de febrero. En cambio, en el otro extremo, en Salamanca el listón está por debajo del 8% y en Burgos apenas por encima del 7%. En Valladolid el listón estuvo hace tres años en el 5,7%.
“El reparto de votos es completamente diferente”, explica la experta en comunicación Verónica Fumanal. “Los restos en circunscripciones muy pequeñas dependen de muy poquitos. A lo mejor cien votos, doscientos, trescientos pueden ser determinantes. En cambio, en una circunscripción grande como Madrid, lo son mucho menos”.
A lo que hay que sumar, subraya, “una fragmentación partidista tan importante y tan diferencial” que hace que en cada provincia la oferta de partidos cambie.
Pablo Simón, politólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, está de acuerdo. “Hay que esperar respuestas políticas diferentes, para empezar porque el menú político es distinto”.
Tenemos sitios, recuerda, en los que hay plataformas territoriales. “Esto es fundamental”. Como también lo es algo a lo que en su opinión pocos están haciendo caso: se eligen 81 procuradores y “hay provincias en las que es más fácil entrar que en otras”. “Hay umbrales de en torno al 5% en la provincia de León o Valladolid y Salamanca”, que en Soria “suben al 15%”.
Por eso Simón aconseja estar muy atentos a esa circunstancia: Si Ciudadanos consigue mantenerse en la asamblea regional, asegura, será por las provincias con umbral más bajo, no por las que exigen una mayor porción del voto y reparten menos escaños. “Lo mismo le pasa a Unidas Podemos”, avisa.
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Claro que, al final, el análisis depende de lo que den de sí las plataformas de la España Vaciada, como Soria Ya, o partidos provincialistas como Unión del Pueblo Leonés o Por Ávila.
Todo lo cual deja a PP, PSOE y Vox como los únicos partidos con expectativas de competir en todas las provincias, si bien la formación ultra, con una intención de voto en las encuestas de 10%, lo tiene más difícil para pasar el corte en Soria.
Narciso Michavila, presidente de GAD3, está de acuerdo en que las nueve circunscripciones electorales son en realidad otras tantas “realidades electorales diferentes”. Pero Endika Núñez, ingeniero y analista de datos electorales, no piensa lo mismo porque no cree que haya tantas diferencias entre las nueves provincias que componen la región más extensa de Europa.